lunes, 27 de mayo de 2019

Telxínoe: María Elena Walsh (1930 - 2011)

María Elena Walsh nació el 1 de febrero de 1930 y falleció el 10 de enero de 2011. Fue una importante poetisa y cantautora argentina, considerada una de las figuras destacadas de la literatura y el folklore de su tierra. Pese a que se hizo especialmente famosa por sus canciones infantiles y su obra reivindicativa, también es autora de preciosos poemas que tocan diversas temáticas; una de las más reincidentes es la añoranza de la infancia y el desarraigo. Su padre era inglés y su madre era hija de inmigrantes andaluces. María Elena se crió en una enorme casa de Ramos Mejía, rodeada de árboles, gallinas, rosales y animales de todas las especies. Un espacio donde aprendió a respetar la vida y creció en libertad. Sus primeras publicaciones, "Fideos Finos" y "Novios de antaño" estuvieron dedicadas a ese tiempo, a la reconstrucción de su infancia.

Una de sus obras más imprescindibles es "Otoño imperdonable", un poemario que vio la luz tras la muerte de su padre y con el cual ganó el Premio Municipal de Poesía, pero cuyo jurado decidió no entregárselo debido a que era demasiado joven.



La Pena de Muerte

Fui lapidada por adúltera. Mi esposo, que tenía manceba
en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores
de la ley y a la vista de mis hijos.
Me arrojaron a los leones por profesar una religión
diferente a la del Estado.
Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con
el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar
en la espalda, estigma demoníaco.
Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad
colonial.
Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de
siervos hambrientos. Mi señor era el brazo de la Justicia.
Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a
un contubernio católico-protestante.
Fui enviada a la guillotina porque mis Camaradas
revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de
la Mujer entre los Derechos del Hombre.
Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna
de unitarios.
Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a
causa de una interna de federales.
Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente.
Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi
edad, sin tiempo de arrepentirme o convertirme en un hombre de bien, como suele
decirse de los embriones en el claustro materno.
Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo
distinto al de los verdugos.
Me condenaron de facto por imprimir libelos subversivos,
arrojándome semivivo a una fosa común.
A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales
supieron con certeza qué delito merecía la pena capital. Siempre supieron que
yo, no otro, era el culpable. Jamás dudaron de que el castigo era ejemplar.
Cada vez que se alude a este escarmiento la Humanidad retrocede en cuatro patas.




Oración a la justicia

Señora de ojos vendados
que estás en los tribunales
sin ver a los abogados,
baja de tus pedestales.
Quítate la venda y mira
cuánta mentira.

Actualiza la balanza
y arremete con la espada,
que sin tus buenos oficios
no somos nada.

Lávanos de sangre y tinta,
resucita al inocente
y haz que los muertos entierren
el expediente.

Espanta a las aves negras,
aniquila a los gusanos
y que a tus plantas los hombres
se den la mano.

Ilumina al juez dormido,
apacigua toda guerra
y hazte reina para siempre
de nuestra tierra.

Señora de ojos vendados,
con la espada y la balanza
a los justos humillados
no les robes la esperanza.
Dales la razón y llora
porque ya es hora.



Serenata para la tierra de uno

Porque me duele si me quedo
pero me muero si me voy.
Por todo y a pesar de todo
yo quiero vivir en vos.

Por tu decencia de vidala
y por tu escándalo de sol,
por tu verano con jazmines, mi amor,
yo quiero vivir en vos.

Porque el idioma de infancia
es un secreto entre los dos.
Porque le diste reparo al desarraigo
de mi corazón.

Por tus antiguas rebeldías
y por la edad de tu dolor,
por tu esperanza interminable,
mi amor, yo quiero vivir en vos.

Para sembrarte de guitarra,
para cuidarte en cada flor,
y odiar a los que te castigan, mi amor,
yo quiero vivir en vos.


Serenata para la tierra de uno, en una brillante interpretación de Mercedes Sosa -el video es una sincronización del audio de la canción extraído del álbun "Acústico" (2002) con el video de la presentación.




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