Hubo una primera etapa
de la virtualidad que vino de la mano de la globalización. Luego una segunda,
determinada por la intención de operar en más mercados. Y actualmente
afrontamos esta tercera instancia, en la cual nos vemos obligados a ser
virtuales. No es el mercado esta vez el motor, sino la pandemia.
El gran reto es cómo sostener esta
situación en un equilibro inestable, lidiar con los requerimientos de las
empresas y la vida personal, que no estaba preparada para transitar esta
circunstancia. Nos encontramos con los chicos en casa, que a su vez se
convirtió en el lugar de trabajo. Es la
primera vez en nuestras vidas que todo sucede en el mismo espacio, y estamos
tironeados con muchos roles .
Nuevos ritos,
nuevos pactos
Por eso es
necesario armar nuevos ritos en casa, para generar el espacio donde nadie
moleste . Proponer nuevos pactos en la familia, sabiendo que estos pactos
van a permanecer en el tiempo. Hay que preparar definitivamente nuestras
casas para el trabajo a distancia . Esto deberá conjugarse a su vez con las
necesidades y horarios de los equipos.
¿Cómo se mantiene en
este contexto la motivación? ¿Cómo mantener la identidad de un equipo?
Afortunadamente, para las nuevas generaciones la motivación no tiene que ver
con el espacio.
Estando conectados comparten un propósito común, sin importar el espacio físico ,
porque el espacio que se comparte es el propósito.
Si miramos el escenario de las organizaciones, podríamos
dividirlas en tres: las
que ya funcionan de este modo, las que no lo hacen pero van en ese camino, y
aquellas que sólo están esperando que esto pase y volver al pasado .
Entre las primeras hay muchas empresas de servicios, de desarrollo de software,
empresas que gestionan tecnologías.
Un desafío importante que asoma es cómo mantener la integración entre
la gente en planta y los que hacen home office . Debemos
procurar la formación de equipos mixtos, valorando la diversidad y los
diferentes roles de cada uno. Es esa la manera de generar un espíritu común ,
una interacción y colaboración, aceptando que todos son distintos.
El liderazgo también adquiere hoy otras características. Las
habilidades fundamentales son tres. La primera se basa en la
tecnología : saber hacer un buen uso, amigarse con ella, conocer
todo lo que nos permite hacer y reconocerle el valor que realmente tiene. La
segunda, ser capaces
de armar modelos de gestión que se operen de forma rigurosa y asegurar la
colaboración . La tercera, una buena gestión de las reuniones virtuales .
Solo un líder con capacidad de resiliencia será capaz de
afrontar este trance. No todos líderes tienen esa capacidad de transformarse,
pero se los puede ayudar. Es un momento donde cobran importancia en este punto
las áreas de RRHH a través de la capacitación y la sensibilización. Es la hora de dar el paso y no
volver atrás. ¿Qué les decimos nosotros a las empresas? Súbanse a este tren e
impulsen las cosas que pudieron poner en marcha.
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