Hoy
elegimos 3 cuentos breves de Julio Cortazar.
Historia
verídica
"A
un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al
chocar con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo porque los cristales
de anteojos cuestan muy caros, pero descubre con asombro que por milagro no se
le han roto. Ahora este señor se siente profundamente agradecido, y comprende
que lo ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que se encamina a
una casa de óptica y adquiere en seguida un estuche de cuero almohadillado
doble protección, a fin de curarse en salud. Una hora más tarde se le cae el
estuche, y al agacharse sin mayor inquietud descubre que los anteojos se han
hecho polvo. A este señor le lleva un rato comprender que los designios de la
Providencia son inescrutables, y que en realidad el milagro ha ocurrido ahora".
La
foto salió movida
"Un
cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para
sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se
aflige mucho y empieza a pensar que si en vez de la llave encuentra los
fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo
mejor si los fósforos están donde la llave, puede suceder que encuentre la
billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno
de azúcar, y la guía del teléfono llena de música, y el ropero lleno de
abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los
tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que este
cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo
esta algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus presunciones se
confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus manecitas no sabe
para que. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas, pero
pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una
taza de té, que mira y examina mucho antes de beber, no vaya a pasar que en vez
de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Samuel Smiles".
Aplastamiento
de las gotas
"Yo
no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y
gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se
aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una
gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el
cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a
caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no
quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la
barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf,
deshecha, nada, una viscosidad en el mármol. Pero las hay que se suicidan y se
entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la
vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las
emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas
inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós".
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