Hoy
presentamos un reportaje a Daniel Herrero, presidente de Toyota Argentina, que
fuera publicado en el portal AgendAR; leemos en el artículo:
Daniel
Herrero, presidente de Toyota Argentina y Adefa, vicepresidente de IDEA.
En
plena crisis de 2002, Toyota fue la primera automotriz radicada en la Argentina
que anunció una inversión. Ahora es la responsable de la mitad de las
exportaciones locales de vehículos, y la tercera compañía que más factura en
Argentina, detrás de YPF y el Banco Nación. Nos parece oportuno reproducir este
reportaje a su presidente desde hace diez años, Daniel Herrero.
¿Cómo
está viendo la situación económica de la Argentina?
Estamos
en un momento muy difícil. Tenemos que empezar por atender lo urgente, pero ver
lo importante. La salida es vía el crecimiento, crecimiento para incluir. Ahí
es donde tenemos que trabajar entre todos, dialogando, buscando el consenso
para poder crecer, generando empleo que nos permita incluir más. La pandemia
nos trajo a todos un grado de incertidumbre y ha cambiado reglas de juego que
complican un poquito más. Entonces tenemos que trabajar fuerte. Soy optimista.
La Argentina tiene oportunidades.
De
hecho, nosotros, como Toyota, estamos pensando este año en batir el récord de
producción y exportaciones. La capacidad de generación está y tenemos que
trabajar para eso. No creo que sea difícil. Hay que buscar rápidamente los
consensos de gobiernos, empresas, sindicatos para salir adelante. Creo que
salimos, pero salimos trabajando codo a codo y, por sobre todas las cosas,
generando empleo. Ese es el problema más grande después de la pandemia. Cuando
se corra el velo final de la pandemia va a haber mucha gente sin trabajo y
tenemos todos la responsabilidad de ayudar a arreglar eso.
¿Cuál
es el secreto para que Toyota sea una excepción en este contexto?
Ojalá
podamos replicar nuestra experiencia. Los que estamos acá no somos
extraterrestres. Somos argentinos y tenemos las mismas herramientas que tienen
todos. La gran diferencia que tenemos es el trabajo en equipo, el diálogo entre
todos los actores de la cadena de valor. Y que pensamos en un largo plazo
sustentable. Cada vez que hemos hecho un crecimiento de producción, lo hicimos
a sabiendas de que en cualquier circunstancia ese crecimiento lo íbamos a
mantener. No es que dijimos: “Uy, vamos a hacer 10.000 unidades más el año que
viene porque como viene bien el tipo de cambio las vendemos con descuentos y
después el otro año vemos qué pasa”. Siempre que hemos crecido lo hemos hecho
teniendo un destino a donde poner lo que fabricamos y de manera competitiva
para sostenerlo en el tiempo. El largo plazo te permite afrontar crisis como la
de este momento. Por ahí tenemos suerte. Alguno te puede decir que elegimos
fabricar vehículos comerciales en un momento en que Latinoamérica tiene boom de
minería y soja. OK, está bien. Es parte de lo que es el proyecto. Sabíamos que
un vehículo comercial era más inelástico en términos de demanda y eso nos daba
sustentabilidad.
¿Cómo
les está afectando la segunda ola de Covid-19?
Seguimos
con los mismos esquemas de control. Hacemos PCR en la planta y desde que
arrancamos a trabajar en la pandemia tuvimos 2.200 casos. El 50% más o menos
fue asintomático. Y de esos, solamente 37 personas fueron por contacto
estrecho. Es decir que el protocolo dentro de la planta funcionó. ¿Cuál es el
problema? Por el paso del tiempo han aflojado un poquito los controles. Antes
de Semana Santa veníamos con contagios promedio de alrededor de nueve o diez
personas por día. Después de Semana Santa pasamos a 44. Eso nos hizo tener que
suspender un turno de producción por una semana. Afortunadamente, y en esa
relación de responsabilidad mutua que tenemos con la gente, con el sindicato,
lo hemos podido recuperar trabajando feriados y los fines de semana. Y tuvimos
que tomar 500 personas para atender los puestos de quienes se contagian o son
contacto estrecho. Entonces lo vamos llevando en esta situación de
incertidumbre, pero tratando de mantener el nivel de producción. No hay una
dicotomía entre salud y economía, sino que hay que hacer la economía con salud,
porque una de las decisiones más difíciles fue parar la planta por la pandemia.
Toyota tiene la espalda, puede pasar dos meses cerrado. Al proveedor del primer
anillo lo ayudo y va a zafar, pero de los proveedores del segundo y tercer
anillo teníamos dudas de si iban a estar vivos cuando quisiésemos volver a
producir. Nuestra responsabilidad excede lo que es exclusivamente la planta
sino que es toda la cadena de valor que depende de este negocio.
¿Cuántos
empleados tiene Toyota en la Argentina?
Estamos
arriba de 6.500. Edad promedio 25 años, con lo cual es difícil decirle a un
chico de 25 años…
Dos
cosas: primero ¿un tercio de los empleados de Toyota Argentina se enfermó de
coronavirus? Eso es mucho más que el porcentaje total de la población. Obviamente
ustedes hacen mucho testeo y, por lo tanto, descubren mucho más casos.
Lo que
pasa es que, acá te vas a sorprender, llevamos hechos 15.000 tests.
Y
segundo, sus empleados son muy jóvenes…
Y una
de las normas que nos pusimos para estas 500 personas nuevas que tomamos para
estos reemplazos de la pandemia es buscarles trabajo, no quiero que se vayan,
algo hay que hacer para que se queden. Pedimos que fuera gente que estuviera
sin trabajo. No queríamos sacarle el trabajo a nadie y ayudar también a lo que
es la sociedad con gente que estaba fuera del mundo laboral. Sabemos que en
este proceso de pandemia es muy difícil que se vuelvan a reinsertar.
¿Cómo
Toyota crea empleo en la Argentina? Muchos empresarios discuten las normas
laborales o la preparación de los jóvenes, pero ustedes toman empleados y
jóvenes.
Cuando
vos tenés una relación de confianza con el sindicato y con el convenio podés
hacer las normas que necesitás para tu crecimiento, es totalmente posible. Y en
el caso de los jóvenes, hemos tenido experiencias en donde a veces hay que
hacer un poquito de papá para ponerlos dentro de la organización. Cuando
alguien se suma a la familia Toyota, uno le ofrece tener un trabajo de por
vida, se da la capacitación para que pueda crecer profesional y personalmente.
Eso es parte del atractivo. Y otra de las cosas que siempre hablamos con los
chicos y en especial con los argentinos es que necesitamos muchísima
comunicación. El argentino no quiere que lo manden. Quiere ser parte de todo.
Tener tu área de contención hace que el ausentismo, fuera de lo que es
pandemia, era del 2% y la eficiencia de producción en la planta, del 95%. Eso
te hace una planta de nivel global competitiva, sin ningún tipo de problemas… y
en la Argentina. Ese es el ejemplo que tenemos que replicar. Arrancamos, por
ejemplo, en nuestro proceso de transformación de una compañía de fabricación de
autos a prestar servicios de movilidad, desarrollamos la plataforma de
movilidad de Kinto para la Argentina y se la terminamos vendiendo a toda
Latinoamérica. Y como la experiencia era tan buena y el manejo estaba en la
Argentina, el call center de Kinto de habla hispana en Latinoamérica, lo
manejamos desde acá. Quiere decir que hay potencial de hacer.
¿Pero
cómo se puede crear más trabajo en la Argentina?
Tenés
un montón de cosas que vienen por delante en la industria automotriz. Tenés un
proceso de transformación gigante en lo que es el auto, que camina a ser una
plataforma electrónica más que un commodity de metal. Por ejemplo, un proveedor
nuestro está anunciando una inversión para radicarse en Baradero para hacer
productos electrónicos, que es el el futuro del auto que viene. Un paragolpes
vale 80 dólares, un estéreo vale 500. Si vos seguís fabricando paragolpes, vas
a perder la tecnología del mundo. Lo más probable es que termines importando
autos en el futuro. Tenemos que trabajar muchísimo en la educación porque los
trabajos del futuro van a ser distintos a los que tenemos hoy en día. Si ves
nuestra planta y la comparamos con la más avanzada de Japón, allá todo el
proceso de soldadura se ha robotizado. En la planta argentina tenemos el 55%
robotizado. Si nosotros robotizamos todo, tenemos que darle otra salida laboral
a ese empleado, ¿no? Es ahí donde va la capacitación. Ese chico a lo mejor ya
no va a soldar, pero sí va a tener que aprender a programar el robot,
mantenerlo y hacer otras tareas que irán creciendo, por ejemplo, en la compañía
de movilidad o en los nuevos proyectos que tengamos.
¿Por
qué el ejemplo de Toyota no se replica en el resto de la economía argentina?
Es
difícil, ¿no? A veces, el tema de ceder para crecer no se da en todos lados. En
la industria automotriz, con el sindicato hemos tenido una relación de diálogo
y confianza muy buena. El año pasado discutimos por los derechos de
exportación. El Gobierno necesitaba cobrarlos. Había proyectos que venían a la
Argentina que eran netamente exportadores. Y si el derecho de exportación
seguía, ese proyecto se caía. En el diálogo entre Gobierno, sindicato y
empresas, el acuerdo final fue que todo lo que llegase hasta el nivel de
producción del año pasado pagaba derechos exportación y todos los incrementales
de exportación, no. El resultado es que este año vas a exportar 40% más de
autos que el año pasado. El diálogo y el consenso y entender lo que necesita
cada uno es lo que le falta a la Argentina.
En la
industria automotriz, con el sindicato hemos tenido una relación de diálogo y
confianza muy buena (…) El diálogo y el consenso y entender lo que necesita
cada uno es lo que le falta a la Argentina.
Hablando
de diálogo, Toyota viene reclamándolo para que la industria automotriz
argentina evolucione hacia autos eléctricos y autónomos. ¿Cuándo se venderán y
cuándo se fabricarán en la Argentina?
Llegar
pueden llegar mañana a la mañana. Va a demorar un poco más que en otros países
por un tema lógico de infraestructura. Si analizamos, por ejemplo, un país como
Costa Rica, que tiene 100% de energía renovable, no tiene industria automotriz
y tiene distancias cortas, es muy probable que diga que a partir de mañana
importa autos eléctricos. Ahí la huella de carbono es cero porque la
fabricación de baterías está en otro lado. Esa es una situación. Ahora, vamos
al otro extremo, un Brasil con distancias largas, todavía sin infraestructura,
con una matriz energética mixta entre térmica y renovable y en donde el
combustible principal es el etanol, que deviene de una industria grandísima
como es la de la caña de azúcar. No creo que Brasil diga mañana a la mañana que
deja afuera a todos los que están produciendo caña de azúcar y se dedica a
importar autos eléctricos. Va a haber otra transición. En el caso de Toyota, lo
que propone es poner todos los vehículos electrificados, ya sean híbridos,
eléctricos o a hidrógeno, a disposición para hacer una mezcla de acuerdo con la
conveniencia de cada país. Europa va a evolucionar mucho más rápido. Tiene
infraestructuras. En Argentina es muy difícil, ¿no es cierto? Todavía no tenés
las rutas de la provincia de Buenos Aires pavimentadas, con lo cual va a ser
muy difícil que tengas una infraestructura para recargar tu auto eléctrico ahí.
Entonces, en el caso de países como la Argentina, veremos una evolución a un
eléctrico a lo mejor en las ciudades, vas a ver un híbrido e interactuando en
el resto del país y probablemente en transportes pesados. Vas a tener
intermedios como el gas hasta llegar al hidrógeno, ¿no?
Toyota
ya está fabricando un híbrido en Brasil…
Sí,
Toyota ya está fabricando las dos versiones del Corolla, el común y el Cross,
híbridos. Nuestra promesa es que antes de 2025 tenemos que tener todas las
versiones que fabricamos en el mundo en una versión convencional y otra
electrificada. Hilux está dentro de ese programa. Y nosotros queremos que en la
Argentina también se fabrique electrificada y convencional. Es una tecnología
que viene y no la podés evitar.
¿Van a
ser la primera gran automotriz en fabricar autos eléctricos en la Argentina?
No, hay
otras automotrices en la misma dirección. Incluso tenés alguna fábrica más
chiquitita que ya están haciendo autos puramente eléctricos.
Claro,
el Tito en San Luis…
Pero en
el caso nuestro estamos hablando de hacer algo ya con una escala mayor y
pensando en exportaciones.
¿Qué
pasa con la inflación? ¿El Gobierno les está pidiendo que bajen los precios de
los autos, que subieron en 2020 por encima de la inflación? ¿Avanza en un
acuerdo de precios para bajar los insumos industriales?
Cuando
vos medís punta a punta de un año al otro, hay muchos factores que influyen en
lo que es el precio de un auto. El año pasado había incentivos, que este año no
los hay. Tenés una demanda mayor. Tenés algunas escalas de impuestos internos
que también le han pegado al auto, por lo cual lo hablamos con el Gobierno y
creo que estamos llevando una postura lo más parecida o alineada a lo que es la
inflación. Pero no hay ninguna presión del Gobierno en ese sentido. Charlamos
solamente para ver en qué situación estábamos y analizar toda esa serie de
factores que influyen en el precio final de un auto.
¿Y hubo
algún acuerdo por los insumos que abastecen al sector automotor?
No, no,
por ahora no, no hay acuerdo, se está trabajando. Toda la industria automotriz
sufre este cambio de patrones de consumo a nivel mundial de un commodity como
el acero, con oferta restringida por la pandemia. Están hablando de un
crecimiento alrededor del 60% en dólares. Si vos ves, por ejemplo, un flete, un
contenedor que trae partes de Asia, si antes de la pandemia valía 2.000
dólares, ahora vale 7.000. Por efecto del cambio de consumo, en los circuitos
integrados, que son usados en teléfonos, electrodomésticos, hasta tenés falta
de provisión.
Cuando
usted dice que se está trabajando, ¿quiénes? ¿El Gobierno o las automotrices
están negociando con sus proveedores?
Estamos
tratando entre todos y ahí hasta puedo llegar a hablar como presidente de ADEFA
(Asociación de Fabricante de Automotores). Empezamos a buscar el entendimiento,
como lo hemos hecho con los derechos de exportación. Yo te garantizo este nivel
de producción para que pueda cubrir tus costos fijos y de esa manera
minimizamos el impacto de precio en la materia prima. Este es el gran esquema o
el diálogo de la industria automotriz para maximizar el volumen y, de esa
manera, distribuir mejor los aumentos que tenemos.
Usted
acaba de asumir como vicepresidente primero del Instituto para el Desarrollo
Empresarial de la Argentina (IDEA), organización de la que siempre ha recelado
el kirchnerismo…
Estoy
convencido de que las empresas privadas son las que pueden ayudar a salir de
esta coyuntura. Y lo tenés que hacer teniendo el diálogo, charlando hacia dónde
o cómo nos podemos ayudar entre los dos para sacar adelante el proyecto
Argentina. Entonces ves experiencias como Seamos Uno, en el arranque de la
pandemia, en donde IDEA trabajó activamente para generar todo esa solidaridad
en términos de alimentos para esa coyuntura tan difícil. Las empresas, con
diálogo, pueden hacer mucho más. Ver qué es lo que necesita el otro para
crecer. La única manera que tiene la Argentina de incluir es el crecimiento.
Estoy
convencido de que las empresas privadas son las que pueden ayudar a salir de
esta coyuntura. Y lo tenés que hacer teniendo el diálogo, charlando hacia dónde
o cómo nos podemos ayudar entre los dos para sacar adelante el proyecto
Argentina.
¿Por
qué fracasa el diálogo muchas veces en la Argentina?
Porque
no se entienden o a veces las discusiones migran de lo profesional a lo
personal. Hay que ir a un diálogo maduro, entender lo que le pasa al otro y
tratar de buscar soluciones que permitan a los dos estar mejor. La industria
automotriz es un ejemplo muy claro en su relación con el sindicato, con el
Gobierno, con la asociación de proveedores, este año va a crecer y generar
empleo. Hoy tenés la industria del conocimiento funcionando bien. Si vos ves Vaca
Muerta, que estuvo parada, con algún entendimiento se ha puesto en marcha de
vuelta.
Cuando
la donación es voluntaria, como en Seamos Uno, no hay problema, pero después
algunos ricos no quieren pagar el aporte solidario…
Estás
de vuelta en el proceso de diálogo. Si yo te hago participar, te explico
claramente hacia dónde lo voy a usar, es mucho más fácil uno acepte o entienda.
Es lo mismo que con la ley del teletrabajo. Si vos hacés una ley de teletrabajo
sin llamar a los que prestan el teletrabajo, es muy difícil que compartas el
100% o que te pongas de acuerdo. En la planta de Toyota había un gran tema de
reemplazo de las viejas herramientas neumáticas por herramientas eléctricas,
que tienen menos impacto. En ese momento fui claro con el sindicato y le dije:
“Muchachos, tienen razón, las eléctricas son mejores, pero necesito un año para
juntar la plata y cambiarlas. Lo único que te pido es aguantame sin hacerme
lío. La plata, por más que me grites, no la tengo. Quedate tranquilo que en un
año las vas a tener”. Y funcionó. Hoy están felices con las herramientas
eléctricas.
¿A
usted le ha tocado tener que pagar el aporte solidario o no?
No, yo
no. No soy el dueño, soy empleado (risas).
La
suerte de no ser tan rico (risas)… Como los trabajadores que tienen la suerte
de pagar el impuesto a las ganancias…
En la
planta eso lo tuvimos.
Recuerdo:
operarios no querían trabajar horas extra porque no querían pagar Ganancias…
Ahí
tenés que entender el pensamiento de cada uno, ¿no? Yo comparto que cuando ves
que el salario promedio de la Argentina son 60.000 pesos, un salario de la
industria automotriz lo supera ampliamente y por eso paga Ganancias. Decís,
bueno, esta persona está mucho mejor que cualquier otro. Pero tenés que
entender a un chico de 25 años cuando le den el sobre con tanto descuento…
automáticamente lo multiplica por 12 y dice que le sacaron el auto nuevo o las
vacaciones o los ladrillos para su casa, y termina con una sensación de
frustración y enojo.
¿Cuánto
gana un obrero de la industria automotriz?
En
promedio, estás en alrededor de 150.000 pesos.
Páginas
consultadas:
https://agendarweb.com.ar/2021/06/06/reportaje-a-daniel-herrero-presidente-de-toyota-argentina/
https://agendarweb.com.ar/2021/06/06/reportaje-a-daniel-herrero-presidente-de-toyota-argentina/
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