Es siguiente es un artículo publicado en la The Economist y en el Diario La Nación, sobre la prolongación de la vida laboral en los países centrales.
Trabajar
más años en la vida, una tendencia creciente en varios países
En la
última década avanzó la participación en la economía de los mayores de 55 años,
según datos de la OCDE; además, subió la edad efectiva de jubilación.
En el
mundo desarrollado, la fuerza laboral tiene ahora unos 50 tonos diferentes de
gris. Desde 2008, la tasa de participación activa promedio de las personas de
entre 55 y 64 años en los países que integran la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE ) creció un 8 por ciento.
Existen,
sobre el hecho, distintos puntos de vista. Una lectura es que está vigente un
capitalismo despiadado que requiere que los trabajadores pasen más años en sus
tareas. Otra es que es una señal de que la sociedad finalmente reconoce el
valor de las personas mayores.
Un
informe de la OCDE titulado Working Better with age (Trabajar mejor con la
edad) señala que el empleo de personas de determinada edad es vital para
mantener la prosperidad. La edad promedio de los ciudadanos de los países de la
organización subirá de los actuales 40 a 45 años hacia mediados de la década de
2050. Si sigue la actual tendencia, ese año habrá 58 personas jubiladas cada
100 activas. Actualmente esa relación es de 41 pasivos cada 100 trabajadores.
Mucha
gente estará contenta de trabajar más tiempo de sus vidas. Una encuesta
reciente a la que respondieron 1000 personas jubiladas de Gran Bretaña
descubrió que un cuarto de ellas pensaba que se había retirado demasiado pronto
(en promedio, habían dejado de trabajar a los 62 años). Un tercio dijo que
había perdido el propósito de la vida después de jubilarse.
El
atractivo del retiro laboral es también comprensible. Da la oportunidad de
dormir hasta tarde y evitar el viaje al trabajo de la mañana. En un día de
verano, por ejemplo, se puede disfrutar del sol; en un día invernal es posible
evitar el frío y la lluvia. Ya no hace falta soportar reuniones interminables o
verificar obsesivamente el correo.
Pero el
trabajo, por otra parte, tiene muchas compensaciones. Mantiene activa la mente
y le da a la vida un propósito. El primer mes después de la jubilación puede
parecer idílico, pero el aburrimiento llega inevitablemente. Los grandes planes
de estudiar idiomas y viajar por el mundo pueden diluirse de manera rápida. Y
pasar toda la semana en casa puede llevar a que la soledad sea una carga.
Trabajar
hasta una edad más avanzada debería ser más fácil en estos tiempos, ya que la
mayoría de los empleos requieren más labor mental que tareas manuales. El
esfuerzo físico de ser bombero, minero u operario en la construcción hace más
difícil seguir trabajando después de los 60 años.
Por
supuesto que mucha gente sigue trabajando, no porque disfrute de las tareas que
realiza, sino porque no puede darse el lujo de dejar. Eso no se debe solamente
a que los gobiernos han estado elevando la edad mínima para acceder a la
jubilación. En la práctica, la edad promedio a la cual las personas se retiran
(la llamada "edad efectiva de jubilación") es más baja que la oficial,
según muestran las estadísticas de varios años. En parte, eso se debe a que, en
vez de depender de una jubilación del estado como única fuente de ingresos para
el retiro, mucha gente lo complementa con pensiones vinculadas a aportes que
hacen durante unos años y que pueden cobrar sin necesidad de haber accedido a
la jubilación.
Sin
embargo, las compañías han estado eliminando las contribuciones para pensiones
que tienen sus montos ligados al ingreso final y las reemplazaron por otras,
que están dentro de esquemas de "aportes definidos" (no prometen
montos determinados de ingresos futuros). Frente a eso, los trabajadores
terminan invirtiendo ahorros para obtener tasas que en los últimos tiempos han
sido, en los países de la OCDE, muy bajas.
En el caso
de las mujeres, los fondos ahorrados suelen ser más pequeños debido a los años
que dedicaron a criar a sus hijos. Eso hace que muchas veces necesiten seguir
trabajando más años. Y explica en parte las tendencias de largo plazo referidas
al momento del retiro.
La edad
efectiva de jubilación de los hombres en todos los países de la OCDE era de
68,4 años a fines de la década de 1960; desde entonces hubo una caída sostenida
hasta que se llegó al punto más bajo, 62,7 años, a comienzos de este siglo.
Tras tocar ese piso la edad promedio comenzó a elevarse, hasta llegar a 65,3
años en el año 2017.
Entre
las mujeres, el comportamiento fue similar. La edad de jubilación efectiva cayó
de 66,5 años a fines de los años 60, a 60,9 años en 2000 y luego subió hasta llegar
a 63,7 años en 2017.
Algunos
países ahora tienen legislaciones que prohíben la discriminación laboral por
edad, aunque algunas encuestas sugieren que los trabajadores mayores todavía se
sienten en desventaja, en particular en lo que se refiere a ser promovidos a un
nuevo puesto.
Hay dos
cuestiones que parecen trabar a los empleadores. La primera es que los
trabajadores mayores tienden a recibir salarios más elevados debido al sistema
de pagos por antigüedad; la OCDE sugiere que el adicional por ese concepto debe
reducirse. La segunda cuestión es el déficit de capacidades; una de cada tres
personas de entre 55 y 65 años en los países de la organización no tiene
experiencia con las computadoras o no pueden aprobar pruebas de tecnología.
Esas faltas de conocimiento pueden solucionarse con una capacitación adecuada,
que podrían planificar las propias compañías o los gobiernos. Pero las personas
de 55 años y más deberían preocuparse por estar actualizadas con los cambios
tecnológicos. Sus ingresos pueden depender de ello.
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