Extraemos
una líneas del reportaje realizado a Hernán Casciari, publicado hace un poco
más de un década en el Diario El País de España:
Este periodista argentino, que vive en Barcelona por amor como él mismo dice desde hace más de cuatro años, es conocido por sus blogs. Del Diario de una mujer gorda, que lanzó hace varios años y por el que ha recibido bastantes premios en toda América Latina, se ha editado Más respeto que soy tu madre, de cuya historia, además, se ha publicado un libro. Hernan Casciari es un experto de la 'blogosfera', fenómeno al que la gente se está enganchando cada vez más. Casciari ha charlado con los lectores.Casciari, eres un mentiroso vocacional (reconocido por ti mismo). ¿Qué características tiene que tener una mentira para que tú la consideres una buena mentira?Tiene que ser generosa: ésa es la única virtud de la mentira (y de las mujeres feas). Ése pequeño detalle es lo que convierte a la mentira en arte, lo que le da categoría de ficción. Tiene que ser generosa, tiene que ser emitida para salvar a otros del aburrimiento, no para salvarse uno de su realidad o su frustración. "Pinocho" es mentira, pero Carlo Collodi no dijo esa mentira para ostentar, ni para dejar de pagar la cuota del coche, ni para que los demás creyeran que era musculoso. Urdió esa mentira para entretener a la gente. Fue generoso y tuvo su recompensa: no le creció la nariz.
Seleccionamos hoy este cuento:
La verdadera edad de los países
Una
lectora sagaz me dice en el comentario 227 del artículo llamado España, decí
alpiste, que Argentina no es mejor ni peor que España, sólo más joven. Me gustó
esa teoría y entonces inventé un truco para descubrir la edad de los países
basándome en el sistema perro. Desde chicos nos explicaron que para saber si un
perro es joven o viejo había que multiplicar su edad biológica por 7. Con los
países, entonces, hay que dividir su edad por 14 para saber su correspondencia
humana.
¿Confuso?
En este artículo pongo algunos ejemplos reveladores.
Argentina
nació en 1816. Tiene ciento ochenta y nueve años. Si lo dividimos por 14,
Argentina tiene trece años y cuatro meses. O sea, está en la edad del pavo.
Argentina es rebelde, es pajera, no tiene memoria, contesta sin pensar y está
llena de acné. Por eso le dicen el granero del mundo.
Casi
todos los países de América Latina tienen la misma edad y, como pasa siempre en
esos casos, hay pandillas. La pandilla del Mercosur son cuatro adolescentes que
tienen un conjunto de rock. Ensayan en un garage: hacen mucho ruido y jamás
sacaron un disco. Venezuela, que ya tiene tetitas, está a punto de unirse para
hacer los coros. En realidad quiere coger con Brasil, que tiene catorce y la
poronga grande. Son chicos; un día van a crecer.
México
también es adolescente, pero con ascendente indio. Por eso se ríe poco y no
fuma inofensivo porro como el resto de sus amiguitos. Fuma peyote y se junta
con Estados Unidos, que es un retrasado mental de 17 que se dedica a matar a
chicos hambrientos de seis añitos en otros continentes.
En el
otro extremo, por ejemplo, está la China milenaria: si dividimos sus 1.200 años
entre 14, nos da una señora de ochenta y cinco, conservadora, con olor a pis de
gato, que se la pasa comiendo arroz porque no tiene para comprarse la dentadura
postiza. Tiene un nieto de ocho, Taiwán, que le hace la vida imposible. Está
divorciada hace rato de Japón, que es un viejo cascarrabias al que todavía se
le para la chota. Japón se juntó con Filipinas, que es jovencita, es boluda y
siempre está dispuesta a cualquier aberración a cambio de dinero.
Después
están los países que acaban de cumplir la mayoría de edad y salen a pasear en
el BMW del padre. Por ejemplo, Australia y Canadá. Estos son típicos países que
crecieron al amparo papá Inglaterra y de mamá Francia, con una educación
estricta y concheta, y ahora se hacen los locos. Australia es una pendeja de 18
años y dos meses que hace topless y coge con Sudáfrica; Canadá es un chico gay
emancipado que en cualquier momento adopta al bebé Groenlandia y forman una de
estas familias alternativas que están de moda.
Francia
es una separada de 36 años, más puta que las gallinas, pero muy respetada en el
ámbito profesional. Es amante esporádica de Alemania, un camionero rico que está
casado con Austria. Austria sabe que es cornuda, pero no le importa. Francia
tiene un hijo, Mónaco, que tiene seis años y va camino de ser puto o bailarín,
o las dos cosas.
Italia
es viuda desde hace mucho tiempo. Vive cuidando a San Marino y a Vaticano, dos
hijos católicos idénticos a los mellizos de los Flanders. Italia estuvo casada
en segundas nupcias con Alemania (duraron poco: tuvieron a Suiza) pero ahora no
quiere saber nada con los hombres. A Italia le gustaría ser una mujer como
Bélgica, abogada, independiente, que usa pantalón y habla de tú a tú de
política con los hombres. (Bélgica también fantasea a veces con saber preparar
spaghettis.)
España
es la mujer más linda de Europa (posiblemente Francia le haga sombra, pero
pierde en espontaneidad por usar tanto perfume). España anda mucho en tetas y
va casi siempre borracha. Generalmente se deja coger por Inglaterra y después
hace la denuncia. España tiene hijos por todas partes (casi todos de trece
años) que viven lejos. Los quiere mucho, pero le molesta que los hijos, cuando
tienen hambre, pasen alguna temporada en su casa y le abran la heladera.
Otro
que tiene hijos desperdigados es Inglaterra. Gran Bretaña sale en barco a la
noche, se culea pendejas y a los nueve meses aparece una isla nueva en alguna
parte del mundo. Pero no se desentiende: en general las islas vivien con la
madre, pero Inglaterra les da de comer. Escocia e Irlanda, los hermanos de
Inglaterra que viven en el piso de arriba, se pasan la vida borrachos, y ni
siquiera saben jugar al fútbol. Son la vergüenza de la familia.
Suecia
y Noruega son dos lesbianas de 39, casi 40, que están buenas de cuerpo a pesar
de la edad y no le dan bola a nadie. Cogen y laburan: son licenciadas en algo.
A veces hacen trío con Holanda (cuando necesitan porro), y a veces le
histeriquean a Finlandia, que es un tipo de 30 años medio andrógino que vive
solo en un ático sin amueblar, y se la pasa hablando por el móvil con Corea.
Corea
(la del sur) vive pendiente de su hermana esquizoide. Son mellizas, pero la del
norte tomó líquido amniótico cuando salió del útero y quedó estúpida. Se pasó
la infancia usando pistolas y ahora, que vive sola, es capaz de cualquier cosa.
Estados Unidos, el retrasadito de 17, la vigila mucho, no por miedo, sino
porque quiere sus pistolas.
Israel
es un intelectual de sesenta y dos años que tuvo una vida de mierda. Hace unos
años, el camionero Alemania (que iba por la ruta mientras Austria le chupaba la
pija) no vio que pasaba Israel y se lo llevó por delante. Desde ese día, Israel
se puso como loco. Ahora, en vez de leer libros, se la pasa en la terraza
tirándole cascotes a Palestina, que es una chica que está lavando la ropa en la
casa de al lado.
Irán e
Irak eran dos primos de 16 que robaban motos y vendían los repuestos, hasta que
un día le robaron un respuesto a la motoneta de Estados Unidos, y se les acabó
el negocio. Ahora se están comiendo los mocos.
El
mundo estaba bien así, es decir, como estaba. Hasta que un día Rusia se juntó
(sin casarse) con la Perestroika y tuvieron docena y media de hijos. Todos
raros, algunos mogólicos, otros esquizofrénicos.
Hace
una semana, y gracias a un despelote con tiros y muertos, los habitantes serios
del mundo descubrimos que hay un país que se llama Kabardino-Balkaria. Un país
con bandera, presidente, himno, flora, fauna, ¡y hasta gente!
A mí me
da un poco de miedo que nos aparezcan países de corta edad, así, de repente.
Que nos enteremos de costado, y que incluso tengamos que poner cara de que ya
sabíamos, para no quedar como ignorantes. ¿Por qué siguen naciendo países
nuevos —me pregunto yo— si los que hay todavía no funcionan?
También presentamos el video de ese cuento:
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