En 2017 la AMIA le encargó al artista Tomás Espina
que desarrolle un proyecto a partir de una camioneta trafic. La obra se dio a
conocer en junio de ese mismo año en el Espacio de Arte AMIA para el 23º
aniversario del atentado del 18 de julio de 1994. En 2018 la obra fue donada
por la institución al Museo Nacional de Bellas Artes.
En el artículo periodístico publicado, en el diario
La Nación, que referencia la obra Trafic, podemos leer:
La Trafic, ahí, es un signo de la tragedia. Más que representarla, la presenta. No hay metáfora. Pero la obra de Espina no es eso: la camioneta es el resto de un proceso que se ve en un video, en el que el artista formó un abecedario de esténcil cortando su chapa con soplete. Trabajó junto con Ernesto Sotera, en otro lugar especial, lindero a una casa de sepelios de la mutual judía, en Villa Crespo. (…)Ahora, las 42 letras y símbolos se disponen en la pared ordenadas como el teclado de dispositivo móvil y se distingue que las chapas salieron del vehículo: están los espejos, parte del guardabarros, las ópticas. "No quería hacer una obra conmemorativa. Terminó siendo procesual", dice Espina. "Tenía que ser temática, pero a la vez una obra de arte", agrega Kapszuk. Para ingresar la camioneta en el subsuelo de AMIA hubo que partirla y volver a armarla."Los que se mueren se llevan las palabras. Este trabajo es una manera de manifestar ese silencio", piensa el Espina. Resuena el concepto del filósofo francés Georges Didi Huberman, que pasó por el país hace unas semanas: "El arte no es un concurso de belleza". La Trafic es un símbolo poderoso y enciende dolorosamente la memoria. Algunos lloran, otros se acercan a tocarla acongojados.
Un video nos muestra la realización de la obra por parte del artista Tomás Espina:
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