jueves, 25 de octubre de 2018

Huellas: 9 rasgos que identifican al Antilíder


En un artículo publicado en el Cronista: Qué son los “antilíderes” y cómo reconocerlos en la empresa, Daniel Colombo nos presenta una serie de rasgos que nos permiten identificar a un antilíder.

Leemos en un extracto de la nota: 


Existen en todas las empresas, y muchas veces están en posiciones acomododas. Llegaron por el favoritismo, o puestos a dedo, o, simplemente, para amedrentar o ser una usina de miedo y pasar chismes a los dueños.

Es el antilíder, una persona que representa lo opuesto de los atributos que se esperan en un puesto de conducción de personas. Son aquellos que, carente de valores y con creencias bastantes distorsionadas respecto respecto a cómo hacer funcionar una empresa de cualquier tipo, no durarían en hacer cualquier cosa sin escrúpulos.

También hay antilíderes sin tener puestos de relevancia: son aquellos que ponen palos en la rueda; tienen el “no se puede” como lema, y su principio activo es hacer lo mínimo posible.

Son tan nocivos dentro de la empresa que, si no se los encauza a tiempo, pueden aniquilar cualquier proyecto por más bueno que sea. La recomendación es apartarlos de inmediato de todo tipo de proyectos; aunque, justo es reconocerlo, en muchas empresas se los mantiene por obsecuencia con el directorio, y por la funcionalidad para resguardar en forma aparente los intereses de la organización.

9 rasgos para reconocer a un antilíder

  • Actúa por encima de los demás. Pedante, soberbio y hasta hostigador en forma permanente, se siente superior y con atribuciones para denostar a los demás, a quienes considera súbditos.

  • Se adjudica los méritos de otros. Jamás reconoce un trabajo bien hecho; felicitar no entra dentro de sus parámetros; y toma la delantera atribuyéndose el lucimiento. De paso, deja más abajo a los demás.

  • Ejerce presión sin sentido. Como el único que le interesa es sentirse en control, el antilíder pondrá en marcha todos sus mecanismos para tener a todo el mundo a su alrededor en un estado de tensión y nervios permanentes.

  • Hace aportes irrelevantes. Sin embargo, obliga a los demás a escucharlo con atención, y, frente a los superiores, éstos lo destacan como un ejemplo de entrega y dedicación.

  • Abusa del poder. El mobbing es cada vez más frecuente en las organizaciones. Un anti líder puede pedir cualquier cosa con tal de que su presencia se note. Tiene una mirada fría y calculadora, aún utilizando palabras dulces. Es un lobo disfrazado de cordero.

  • Odia a quienes pueden hacerle sombra. En lugar de esforzarse por destacar sus méritos, se coloca en posición de víctima; ve conspiraciones donde no existen (si no, las inventa) y atenta contra el equilibrio del ecosistema laboral.

  • Asumen distintos personajes. Como actores que viven diferentes roles, pueden disfrazarse de oportunistas, controladores, entrometidos, sabelotodo, el narcisista, instigador, calculador-frío, mentiroso, parlanchín, cortante, o de bromista. Según el caso, también actúa como matón rencoroso y autoritario, víctima sombría y condenada por todos, maniático del control, chismoso, apuñalador de dos caras, bromista desubicado, y de crítico acusador. Esta clasificación pertenece a la autora Lilian Glass (“Toxic people).

  • Es un sinvergüenza disfrazado de persona ética e invulnerable. Puede ser capaz de hacer las cosas más atroces con tal de sostener su posición de falso liderazgo.

  • Se victimiza y sienten que todos están contra él. Cuando se detecta un antilíder, situación frecuente por lo evidente de su proceder, los equipos suelen andar con guantes de seda y aislarlo, incluso tratándose de un superior. En este caso, este personaje empezará a tejer su ardid de venganza apelando a todo tipo de argucias con tal de salirse con la suya.



Enlace del artículo:
Qué son los “antilíderes” y cómo reconocerlos en la empresa 

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