La
inteligencia artificial es la nueva frontera del desarrollo tecnológico y este
artículo de Javier Yanes: Ocho rarezas de la inteligencia artificial, nos vuelve a plantear los interrogantes que
grandes científicos se han planteado ante el avance de esta tecnología. El
artículo fue publicado en OpenMind, un sitio desarrollado por BBVA.
Leemos en el artículo
Ocho
rarezas de la inteligencia artificial
Buena
parte de las esperanzas de la humanidad están depositadas hoy en día en el
desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA), que se ve como una vía para
curar enfermedades, mejorar diagnósticos o cuidar el medioambiente. Aunque
también son muchos los temores motivados por la posibilidad de que los
algoritmos terminen escapando del control humano.
De
hecho, figuras intelectuales de la talla del fallecido físico Stephen Hawking han
reflexionado sobre el riesgo apocalíptico de estas tecnologías, una advertencia
a la que se han unido otros como el magnate de la tecnología Elon Musk o la
alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle
Bachelet. Mientras el debate prosigue, he aquí una serie de novedades de los
últimos años que no salvarán al mundo ni le pondrán fin, pero que nos
entretienen con la cara más curiosa de la IA.
El
algoritmo de la orientación sexual
¿Puede
detectarse la orientación sexual de las personas por su aspecto? Un equipo de
investigadores de la Universidad de Stanford (EEUU) suscitó una sonada polémica
con el anuncio de un estudio en el que describía un algoritmo supuestamente
capaz de determinar si una persona es heterosexual u homosexual analizando sus
fotos en una red social de citas.
Los
investigadores tomaron la información de los usuarios, públicamente disponible
en esta web, y entrenaron a una red neuronal para reconocer la orientación
sexual a partir de sus rasgos y su acicalamiento. Según el estudio, el
algoritmo acertó en un 81% de los casos para los hombres y en un 74% para las
mujeres, mientras que un grupo de evaluadores humanos sólo atinó en el 61% y el
54%, respectivamente.
Organizaciones
de defensa de los derechos de la comunidad LGBT protestaron por lo que
consideraban “ciencia basura”, mientras que los investigadores se defendían
alegando que precisamente su intención era advertir del riesgo de pérdida de
privacidad con las nuevas tecnologías.
El
bot que se volvió racista en Twitter
Cuando
en marzo de 2016 los investigadores de Microsoft crearon un perfil de Twitter
para Tay, su recién creado bot de conversación de IA, no imaginaban que
el experimento apenas duraría 16 horas.
Éste
fue el tiempo que tardaron los responsables de Tay en verse obligados a
desconectar a su criatura de internet, cuando descubrieron que se había
convertido en una despiadada sexista, racista y xenófoba. En sus más de
96.000 tweets, Tay se explayó insultando a las minorías étnicas,
ensalzando a Hitler y negando el Holocausto, sin dejar de lado los comentarios
procaces.
Según
explicaron después los responsables del proyecto, Tay había sido víctima de
usuarios malintencionados que la habían guiado deliberadamente hacia ese
terreno ideológico, aprovechando la incapacidad del bot para
establecer criterios éticos.
Aunque
el caso de Tay fue especialmente llamativo, no ha sido el único. En 2021 un
grupo de investigadores descubrió que los sistemas de IA tienden a generar
imágenes sexualizadas de mujeres, pero representaciones más profesionales de
hombres. Otro experimento de 2022 mostró que un robot animado por IA aplica
estereotipos racistas y machistas al manipular una serie de bloques con rostros
humanos: cuando se le pide que escoja al criminal, tiende a elegir con mayor
frecuencia a un hombre negro, a un latino en el caso de un conserje o a un
hombre si se le pregunta por un doctor. Los expertos alertan de que estos
sesgos, lejos de ser anecdóticos, son problemáticos, y que debe trabajarse para
prevenirlos.
Los
dos bots que inventaron su propia versión del inglés
Uno
de los retos que estudian los expertos es cómo los algoritmos de IA procesan
e interpretan el lenguaje natural. Algo que los humanos aprendemos a
manejar desde niños es todo un desafío para las máquinas, como pueden
atestiguar los responsables del Laboratorio de Investigación en Inteligencia
Artificial de Facebook.
Los
investigadores conectaron entre sí a dos bots llamados Alice y Bob para
que entrenaran sus dotes de conversación y negociación. Pero pronto comprobaron
con estupefacción que las máquinas estaban comunicándose con secuencias de este
estilo: “balls have zero to me to me to me to me to me to me to me to me to”.
Facebook explicó que los bots no habían sido programados para ceñirse a
las reglas de sintaxis y gramática del lenguaje natural y que, por tanto, habían
empleado el vocabulario inglés para construir su propio código lingüístico con
el que se entendían fácilmente entre ellos.
Deducir
la receta de una foto de la comida
¿Cuántas
veces hemos deseado copiar la receta de un plato que nos ha gustado? Pero en un
restaurante no tenemos asegurado que quieran desvelarnos sus secretos mejor
guardados. Los aficionados a la cocina pueden contar ahora con la ayuda de un
sistema de IA desarrollado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, la
Universitat Politècnica de Catalunya y el Qatar Computing Research Institute, y
que es capaz de deducir los ingredientes y la receta a partir de una foto de
la comida.
Después
de entrenar al sistema con un millón de ejemplos, el resultado es que
Pic2Recipe acierta con la receta en el 65% de los casos. Naturalmente, los
ingredientes que no están a la vista se le escapan, pero para esto, el
algoritmo puede utilizar algo de ayuda humana.
¿Me
quiere, no me quiere…?
Todos
sabemos que el amor es para siempre… hasta que se acaba. Lo malo es que nunca
sabemos si el amor de nuestra vida realmente lo será. Al menos, hasta ahora. Un
grupo de investigadores de la Universidad del Sur de California ha recogido las
conversaciones de 134 parejas durante sesiones de terapia a lo largo de dos
años y con todo este material ha entrenado a un sistema de IA para que
pronostique si la antes feliz pareja volverá a serlo o no.
Lo
curioso es que la máquina no se fija en el contenido de las conversaciones,
sino sólo en las formas: rasgos como la entonación, la intensidad de la voz o
quién habla, cuándo y por cuánto tiempo. Y los resultados son pasmosos; el sistema acertó en el
79,3% de los casos, superando el 75.6% conseguido por un grupo de expertos
humanos que tuvo acceso no sólo al audio de las sesiones, sino también a los
vídeos.
Dios
en una máquina
En
el cine hemos visto innumerables veces cómo la IA se adueña del control del
planeta Tierra y todo lo que en él habita, convirtiéndose en una especie de ser
supremo. Hace unos años, un exingeniero de Google quiso otorgarle a la IA este
papel divino, aunque con la intención declarada de que este dios cibernético
contribuyera a mejorar la sociedad.
El
protagonista de la historia es Anthony Levandowski, un desarrollador de
sistemas para coches autónomos que trabajó en Waymo, una compañía del
conglomerado Google, antes de fundar su empresa Otto, dedicada a los camiones
autoconducidos. Otto fue adquirida después por Uber, pero Levandowski fue
finalmente despedido y denunciado por una presunta violación de secretos
empresariales de su antiguo empleador.
En
2017 Wired revelaba el nuevo e insólito proyecto de este ingeniero: una
organización religiosa denominada Way of the Future, cuyo objetivo era
“desarrollar y promover la realización de una divinidad basada en IA para,
mediante la comprensión y la adoración de la divinidad, contribuir a la mejora
de la sociedad”. Levandowski finalmente cerró las puertas de su iglesia virtual
en 2021, pero dejando claro que aún cree en la premisa que inspiró su creación.
Vida
(artificial) después de la muerte
Una
de las aplicaciones más inquietantes que últimamente está explorando la IA es
crear réplicas virtuales de personas fallecidas, algo que ya vimos en la serie Black
Mirror. En los últimos años han sido varias las iniciativas en esta línea
que han saltado a los medios: chatbots que no solo imitan la voz del
difunto, sino que son capaces de conversar tal y como lo habría hecho la
persona real, o al menos eso intentan.
Aunque
las opiniones con respecto a este nuevo uso de la IA pueden estar enormemente
polarizadas, y existe un debate ético al respecto, las compañías tecnológicas
intuyen que puede haber un mercado. Amazon quiere dotar a su asistente digital
Alexa con la capacidad de emular la voz de cualquier persona incluso si ha
fallecido. En Reino Unido, una mujer respondió a las preguntas de sus
familiares en su propio funeral, y lo mismo hizo el actor Ed Asner, famoso por
la serie de los años 70 y 80 Lou Grant.
Sexo
real con personas irreales
Los
muñecos y muñecas sexuales tienen ya una larga historia detrás, pero desde los
toscos modelos hinchables de antaño, los nuevos materiales y técnicas de
fabricación han permitido llegar a la creación de representaciones
hiperrealistas no solo en su aspecto, sino incluso al tacto. El paso siguiente
es dotar a estos muñecos de IA, y algunas compañías ya están en ello.
Es
el caso de la californiana RealDoll, que a su catálogo de muñecas sexuales
inanimadas ha añadido Harmony, una cabeza robótica alimentada con IA que es
capaz de reflejar expresiones en su cara, conversar y recordar las preferencias
sexuales de su usuario. El sexo con robots es otra de las aplicaciones de la IA
que suscita fuertes controversias, pero también un interés que no parece
disminuir.
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