El
tándem Mandrafina-Trillo se inició a fines de los 70, cuando el guionista ya
había alcanzado la plenitud de su oficio con trabajos recordados como El Loco
Chávez, Las puertitas del Señor López, El último recreo, Merdichesky y Charlie
Moon (con Horacio Altuna) y series como Alvar Mayor, El Peregrino de las
Estrellas y Marco Mono, con Enrique Breccia. Por su parte, Mandrafina brillaba
con Savarese, de Robin Wood, y El Condenado, de Guillermo Saccomanno, entre
páginas y páginas geniales para Columba y Record. Cuando se pusieron a trabajar
juntos, hicieron maravillas: basta mencionar Husmeante, Ulises Boedo, Peter
Kampf y Cosecha verde, para dar una idea de la fuerza creativa de ambos
autores. Y no menos recordables fueron aquellos trabajos publicados en los primeros
años de la década del 80, cuando Mandrafina y Trillo andaban por el mismo
camino estético: Fue un período de gran producción tanto para Cacho como para
mí, explica Carlos Trillo. Las Historias Mudas eran el tipo de relato que más
nos gustaba hacer: a mí me permitía desarrollar un poco la parodia y Cacho
descubría que en ese sitio se sentía tan cómodo (o más) que en las aventuras
serias. Agrega Mandrafina: Las Historias Mudas, con su inevitable referencia a
los cortos de cine mudo que veíamos de pibes, me permitieron trabajar un
material con humor bastante negro en algunos casos y agregar registros a mi
trabajo, que estaba entrenado en aventuras casi exclusivamente policiales. (Fragmento
de una entrevista publicada en Pagina 12 el 13/02/09)
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