¿Puede
la justicia condenar a los directivos de una empresa por acoso laboral? Esta pregunta
se irá contestando en la justicia francesa en el proceso que investiga el
suicidio de 35 empleados de la firma Telecom; y que repercutirá en los
objetivos de corto y mediano plazo que los empresarios imponen a sus
trabajadores como meta a cumplir y mantener el empleo.
Este
artículo, publicado en el diario La Nación, nos introduce en el tema; leemos
en la nota:
Se
suicidaron 35 empleados de Télécom en Francia: ¿Sus jefes irán a prisión?
The
New York Times
PARÍS.-
Un grupo de hombres de sacos azules luce incómodo mientras espera en un juzgado
de París . Y tienen una buena razón para estarlo: son acusados de haber acosado
a sus empleados de una forma tan implacable que los llevaron al suicidio.
Los
siete hombres, todos antiguos ejecutivos de la gigante compañía de
telecomunicaciones de Francia, querían reducir el negocio en miles de
trabajadores hace una década. Pero no pudieron despedir a la mayoría de ellos.
Los trabajadores eran empleados estatales, empleados de por vida, y, por lo
tanto, estaban protegidos.
Entonces
fue que los ejecutivos decidieron hacer la vida de estos trabajadores tan
insoportable que se irían, dicen los fiscales. En cambio, al menos 35
empleados, -según los defensores de los trabajadores, casi duplican ese número-,
se suicidaron, sintiéndose atrapados, traicionados e incapaces de encontrar un
nuevo trabajo en el inmóvil mercado laboral de Francia.
Hoy,
los antiguos ejecutivos de France Télécom, una vez la compañía telefónica
nacional, y ahora una de las empresas privadas más grandes de la nación,
Orange, están en juicio por "hostigamiento moral". Es la primera vez
que un jefe francés, atrapado en la rueda de las estrictas protecciones
laborales de Francia, fue procesado por acoso sistemático que llevó a la muerte
de los trabajadores.
El
juicio ha cautivado a un país profundamente en conflicto con el capitalismo y
la cultura corporativa, y puede ayudar a responder una pregunta que atormenta a
los franceses mientras modernizan su economía de manera apropiada: ¿Hasta dónde
puede llegar una empresa para racionalizar, eliminar deuda y ganar dinero?
Si
son condenados, los ex ejecutivos se enfrentan a un año de cárcel y una multa
de 16.800 euros. Pero incluso antes de que concluya el juicio el viernes, con
un veredicto que se conocerá algún tiempo después, se ha convertido en un hito
en las relaciones a menudo hostiles del país entre los trabajadores y los altos
mandos.
En
el intento de lograr que Francia se convierta en un lugar más amigable para las
empresas, el presidente Emmanuel Macron se enfrentó con un gran número de
huelgas y a una revuelta entre los manifestantes de chalecos amarillos que lo
acusan de ser el presidente de los ricos. Mientras que muchos trabajadores se
quejan de que luchan por llegar a fin de mes, los empleadores dicen que un
sistema de beneficios sociales generosos y la protección de los trabajadores
hace que la contratación sea onerosa y reprima la creación de empleos.
El
juicio se convirtió en una ardiente demostración de esas tensiones
persistentes.
France
Télécom fue sorprendida por la revolución digital, ya que miles suscriptores de
línea fija se dieron de baja. El estado ordenó a la compañía que se privatice
en 2003, y para el 2005, tenía una deuda de más de 50 millones de euros.
Los
ejecutivos de la compañía pensaron que necesitaban deshacerse de 22.000
trabajadores de un total de 130.000, una necesidad impugnada por la fiscalía,
para garantizar la supervivencia.
"Estaban
atrapados, acorralados", dijo Michel Ledoux, uno de los abogados de los
demandantes. "La única posibilidad era hacer que se fueran, de una forma u
otra".
Las
semanas de desgarradores testimonios sobre empleados desesperados que se
ahorcaron, se inmola y puentes de carreteras, sugieren que los ejecutivos
fueron muy lejos en "empujar a la compañía hacia el nuevo siglo",
según dictaba la estrategia corporativa de la empresa.
Los
ejecutivos incluyen a Didier Lombard, el ex director ejecutivo; Louis-Pierre
Wenès, su número dos; Olivier Barberot, el ex jefe de recursos humanos; y otros
cuatro.
De
acuerdo con el testimonio en el juicio, se estableció un sombrío universo de
subempleo, marginación, maltrato y acoso sistemático en la gran empresa.
Los
ejecutivos "buscaron la desestabilización de los trabajadores", dijo
la fiscal Francoise Benezech en su resumen el viernes pasado.
Entre
las víctimas, el más joven fue Nicolas Grenouville, de 28 años, quien vestía
una camiseta de la empresa cuando se colocó un cable de Internet alrededor del
cuello y se ahorcó en un garage, dijo Ledoux al tribunal esta semana.
"No
soporto más este trabajo y a France Télécom no le importa nada", escribió
Grenouville poco antes de su muerte en agosto de 2009. "Todo lo que les
importa es el dinero".
Camille
Bodivit, de 48 años, había sido planificadora en la empresa cuando, de repente,
la descripción de su trabajo comenzó a cambiar. Se tiró desde un puente en
Bretaña en 2009. "El trabajo era todo para él", dijo a la corte la
abogada de su compañera, Juliette Mendès-Ribeiro.
"Ustedes
mataron a mi padre, ¿por qué?", preguntó Noémie Louvradoux la semana
pasada, dirigiéndose a los acusados. Su padre, Rémy, se prendió fuego en 2011
frente a una oficina de France Télécom cerca de Burdeos, desesperado por las
sucesivas reasignaciones marginales.
En
su defensa, los ejecutivos citaron la intensa presión de un mercado competitivo
y cambiante.
"La
compañía se estaba hundiendo", testificó Lombard, el ex director
ejecutivo. "Podríamos haberlo hecho mucho más suavemente si no hubiéramos
tenido la competencia golpeando nuestra puerta".
Desafortunadamente
para Lombard, fue grabado en 2007 diciendo que alcanzaría el cupo de despidos
"de una forma u otra, por la ventana o por la puerta". La ventana es
lo que eligieron varios de sus empleados.
Los
suicidios y los testimonios mostraron que la tasa de desempleo crónicamente
alta de Francia había dejado a muchos trabajadores sintiéndose especialmente
vulnerables.
"Antes,
cuando había otras oportunidades de empleo, si uno no estaba contento en el
trabajo, uno podía decirle a su jefe que se vaya al infierno", dijo
Guillon.
Pero
esas condiciones no existen desde hace años en Francia, donde el mercado
laboral está estancado e inmóvil según los estándares estadounidenses, y los
trabajadores tienen poca cultura de mudarse a otro país para un nuevo trabajo.
Está
claro que estos empleados de France Télécom esperaban terminar sus carreras en
la empresa. "El ochenta por ciento estuvo allí para quedarse hasta el
final de su vida profesional", dijo Pascale Abdessamad, una trabajadora de
France Télécom que también declaró.
La
mayoría de los empleados estaban profundamente dedicados a su trabajo, según el
testimonio. Una compañía como France Télécom, icónica en la vida francesa
durante años, fue una aparente manta de seguridad de toda la vida.
"Estas
empresas se consideraban familiares", dijo Ledoux a la corte.
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