En un artículo publicado en el diario La Nación, El
negocio de los "fabricantes de trabajos prácticos" que ayudan a los
estudiantes a engañar universidades, se expone el problema que surge en la comercialización de tesis doctorales a graduados en las universitarios o en los cursos de posgrado que estas mismas ofrecen. Este negocio que podría caratularse de fraudulento, donde el precio de una tesis doctoral puede rondar los 5.000 euros, se ha extendido en muchos países; Argentina no está exento a este problema, con solo consultar en Google, se encuentran varios sitios que ofrecen servicios similares a los descriptos.
Leemos en el artículo:
El
negocio de los "fabricantes de trabajos prácticos" que ayudan a los
estudiantes a engañar universidades
La
primera vez que Chris escribió un ensayo para otra persona, le pagaron con
comida. Un amigo le había comentado que su novia (que era estudiante)
necesitaba ayuda, por lo que Chris aceptó revisar su trabajo. El ensayo, sin
embargo, precisaba más que una edición.
"Las
ideas estaban muy desorganizadas", describe Chris. Por esa razón terminó
reescribiéndolo todo. La estrategia funcionó: el ensayo fue bueno y la
estudiante obtuvo una calificación alta. El amigo de Chris estaba contento.
"Me
invitó a un plato de hotpot en Singapur. Era la primera vez que iba a un
restaurante", recuerda. Luego, la novia de su amigo le pidió que la
ayudara con otra tarea.
"Le
dije que no podía comer un hotpot todos los días. Tenía que cobrar un precio.
Fue entonces cuando me presentó a sus compañeros de clase y así empezó
todo".
Actualmente
Chris dirige lo que se conoce como una "fábrica de ensayos": un
lucrativo negocio dirigido a aquellos estudiantes que enfrentan dificultades
para hacer las tareas escolares por su propia cuenta.
El
fraude estudiantil es un tema que fue centro de atención recientemente, después
de que un escándalo por sobornos en universidades de élite de los Estados
Unidos fuera parte de los titulares en todo el mundo.
Este,
sin embargo, no es el primero de su tipo: India, por ejemplo, todavía está
lidiando con el desmantelamiento de un fraude (aparentemente a gran escala) en
el examen de ingreso a una de sus escuelas de medicina.
Y
las irregularidades van más allá de los procesos de admisión. Existen otras
formas de fraude una vez que los estudiantes ingresan a las universidades. En
estas, las personas como Chris desempeñan un importante rol.
"Área gris"
Después
de estudiar en Singapur durante muchos años, Chris regresó a China. Allí
escribe ensayos para estudiantiles-clientes de países tan lejanos como
Australia o Reino Unido. Otros los delega en un grupo de personas que trabajan
para él, haciendo lo mismo.
Su
negocio, que reporta unos US$150.000 al año, comenzó a crecer después de que la
primera estudiante a la que ayudó se mudara a Australia para estudiar una
maestría. Allí compartió el contacto de Chris con otras personas.
Chris
escribe al menos un ensayo a la semana y, como especialista en estudios
globales, asigna tareas sobre temas como negocios y finanzas a sus
especialistas.
Cobra
alrededor de 1 yuan por palabra, por lo que una pieza de 1000 palabras tiene un
precio aproximado de 1000 yuanes (US$150).
Chris,
quien no desea dar a conocer su apellido, sugiere que la naturaleza de su
trabajo tiene una parte de fraude y otra educativa.
"Siempre
les digo a los estudiantes que pueden consultar mi ensayo, pero no enviarlo
directamente a su profesor. Lo que ellos hacen no está bajo mi control. Hay
algunos que realmente aprenden de mí, así que creo que mi trabajo está en un
área gris".
A
veces, dice, quiere negarle sus servicios a los estudiantes. "Me he dicho
a mí mismo que debo dejar de hacerlo, porque estoy propiciando el fraude y
ellos no aprenden nada de mí. Pero un mes después alguien vuelve a llamarme:
'¿Podrías ayudarme otra vez, porque necesito aprobar esta tarea para
graduarme?'".
"Entonces
digo: 'OK. Si ese es el caso, voy a ayudarte esta última vez'. Realmente quiero
que aprendan, pero es difícil".
"100% libre de
plagio"
Gareth
Crossman, de la Agencia de Garantía de Calidad de Reino Unido, tiene una
opinión considerablemente más dura. Él cree que, además de poner en riesgo su
propia educación, las acciones de los estudiantes tienen implicaciones mayores.
"También
están engañando a la sociedad en general, porque nadie quiere que una persona
se incorpore a la fuerza laboral si está francamente descalificada", dice.
"El
Colegio Real de Enfermería ha expresado su preocupación por este fenómeno, pues
existen enfermeras que se gradúan sin las cualificaciones adecuadas".
"Creo
que es positivo el hecho de que las instituciones estén cada vez más dispuestas
a aceptar que esto es un problema (y ??un riesgo para su reputación). También
muestra que este es un asunto importante que debe resolverse".
Crossman
cita una investigación publicada el año pasado por la Universidad de Swansea,
que indica que al menos uno de cada siete estudiantes en todo el mundo podría
estar cometiendo este tipo de fraude.
No
es un fenómeno nuevo, agrega, sino uno que ha aumentado mucho debido a los
avances de la tecnología y cómo los "fabricantes" de ensayos los han
aprovechado.
"Cuando
navegamos por las redes sociales, todos estamos acostumbrados a ver los
anuncios que nos sugieren cuáles pueden ser nuestros intereses, y sucede lo
mismo cuando se trata de los 'fabricantes' de ensayos", dice.
Los
estudiantes con dificultades (aquellos que googlean preguntas del tipo:
"¿cómo puedo obtener ayuda con mis ensayos?"), serán el objetivo de
estos proveedores.
"Los
mismos aseguran que ofrecen un servicio personalizado y completamente legítimo
de ayuda con las tareas escolares".
"Usan
frases como '100% libre de plagio', lo cual podría ayudar a que se vea como una
marca de calidad. Pero básicamente les estás diciendo a esas personas que
pueden entregar esos trabajos como si fueran de su autoría y que no serán
detectados por un software de plagio".
Crossman
asegura que se trata de un negocio dirigido por el ánimo de lucro y que puede generar
grandes cantidades de dinero a sus proveedores.
"Si
necesitas, por ejemplo, una disertación de 10.000 palabras, te puede costar
miles de dólares".
Una opción legal
La
calidad de los proveedores, dice Crossman, varía. Algunos están altamente calificados
y otros "apenas saben leer y escribir".
Luego
está el riesgo de que te sorprendan. Chris dice que entre el 5% y el 10% de sus
clientes han sido sorprendidos con ensayos que no son de su autoría.
"Les
digo que no deben enviar la tarea directamente a su maestro. Deben echarle un
vistazo y hacerle algunos cambios. Si no me escuchan, no es mi culpa ",
dice.
A
pesar de las malas experiencias, los estudiantes a los que le ha sucedido no
dejan de cometer fraude: "Siguen usando mis ensayos y lo que hacen es
transformarlos usando sus propias palabras".
Chris
asegura que su intención es dejar de hacer este tipo de trabajo, pero sus
clientes le piden que continúe. Y ahora tiene trabajadores que dependen de él.
"Tengo
que pagarles, porque esta es su única fuente de ingresos. Si renuncio, nadie
apoyará a sus familias".
Crossman
cuenta que su organización le ha escrito a las grandes compañías tecnológicas
para pedirles que bloqueen la publicidad de pago de los "fabricantes"
de ensayos.
Dice
que algunas como Google han dejado de hacer publicidad a estos proveedores al
menos en Reino Unido, pero no ha habido una respuesta similar por parte de
Facebook.
Y
a pesar de la legislación en algunos estados de Estados Unidos, Nueva Zelanda e
Irlanda, las "fábricas" de ensayos siguen siendo legales en la mayor
parte del mundo desarrollado.
Crossman
dice que, si bien no hay ningún grupo demográfico que cometa fraude más que
otro, son los estudiantes más vulnerables los que pueden terminar usando esta
alternativa.
"Los
estudiantes internacionales tienen más razones que los hacen vulnerables: no
tienen redes de apoyo como la de la familia, y a veces no tienen las
habilidades del idioma", dice.
"Es
con ellos que las instituciones están en deuda, para asegurarse de que
cualquier estudiante con dificultades sea identificado y reciba apoyo".
Al
mismo tiempo, también se están desarrollando nuevos softwares contra el plagio
capaces de detectar tanto los trabajos copiados como las piezas que tienen más
de un autor o en las que la voz de este varía.
"Al
parecer, es posible detectar la manera en que cada quien escribe", asegura
Crossman.
Sin
embargo, esta es solo una estrategia para enfrentar un desafío significativo.
"Sí, la tecnología está avanzando", comenta, "pero no tenemos
una solución mágica".
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