A
una organización se la puede definir como un grupo humano deliberadamente
constituido en torno a tareas comunes y persiguiendo fines específicos. A
través del tiempo, las distintas corrientes doctrinarias dentro de la
disciplina administrativa han elaborado diferentes definiciones respecto de las
organizaciones, por lo que su presentación permite conocer los particulares
matices brindados por cada una de ellas.
Un
precursor del análisis organizacional y conocido por sus estudios sobre
burocracia y autoridad, Max Weber (1947), distingue en primer lugar el “grupo
corporativo” de otras formas de organización social, estableciendo que este
grupo corporativo contiene relaciones sociales que, o bien son cerradas, o bien
limitan por medio de reglas la admisión de personas ajenas a dicho grupo. De
esta manera pone de manifiesto la vinculación interactuante no aleatoria de las
personas dentro de las organizaciones, estableciendo que los límites que la
propia organización establece, determinan la aceptación de unos grupos de la
población y la exclusión de otros.
Esa
estructura de interacciones que no aparece por generación espontánea, sino que
es construida deliberadamente por la organización, surge del propio
ordenamiento organizativo que está reforzado por la acción de individuos
específicos cuyas funciones son las de dirección, supervisión y un esquema de
división del trabajo deliberadamente establecidos. El orden interno se consolida
con la designación de personas específicas para desempeñar las tareas
correspondientes.
Weber
agrega que en las organizaciones la interacción es “asociativa” y no “comunitaria”,
lo que le confiere una identidad diferente respecto de otras unidades sociales
con las que comparte algunas características, tales como las familias. También
acota que las organizaciones desarrollan en forma continua, actividades con
fines de un propio especificado, por lo que trascienden la vida de los
integrantes.
En
cambio, para Chester Barnard (1927) una organización es un sistema concientemente
coordinado de actividades o fuerzas de dos o más personas. Barnard y sus
seguidores han coincidido en muchas de las apreciaciones de Weber, pero
enfatizando una diferenciación en lo que hace a la puntualización del
desarrollo, por parte de los integrantes de la organización, de actividades
logradas por medio de la coordinación conciente, deliberada y con propósito. Las
organizaciones requieren de personas que tengan predisposición a contribuir, un
propósito común entre ellos y un sistema de comunicaciones que brinden los
medios para lograr la coordinación. Barnard pone el acento en las personas, ya
que son ellas las que llevan a cabo las actividades de las organizaciones, las
que tienen que estar comunicadas, las que deben ser motivadas, las qu van a
tomar decisiones. Es claro aquí el diferente enfoque entre Weber, que enfatiza
el sistema, y Barnard que centra su atención en los integrantes de ese sistema.
Otra
ya clásica definición dad por Talcott Parsons (y citada por el autor
estructuralista Amitai Etzioni, 1975) define a las organizaciones como unidades
sociales (o agrupaciones humanas) deliberadamente construidas o reconstruidas
para alcanzar fines específicos. Etzioni incorpora dentro de la categoría de
organización a las empresas, ejércitos, escuelas, hospitales, iglesias y
cárceles; excluye de tal categoría a las tribus, clases, grupos étnicos, grupos
de amigos y familiares. Según este mismo autor las organizaciones se caracterizan
por:
1. División
del trabajo, poder y de las responsabilidades de la comunicación, conceptos que
no son obra de la casualidad ni obedecen a un esquema tradicional, sino que han
sido deliberadamente planeados para favorecer la realización de fines
específicos.
2. La
presencia de uno o más centros de poder que controlan los esfuerzos concertados
de la organización y los dirigen hacia sus fines; estos centros de poder, además,
revisan continuamente la actuación de la organización y remodelan su
estructura, donde es necesario, para aumentar su eficiencia.
3. Sustitución
de personal; vale decir: que las personas que no satisfacen pueden ser
removidas y sus tareas asignadas a otras. La organización puede también
combinar a su personal mediante su traslado y/o promoción.
Si
bien estas características, que remarcan el carácter sociológico y artificial
de las organizaciones pueden encontrarse en otras agrupaciones humanas, en
ninguna de ellas se dan en la misma intensidad, ya que si bien ciertas unidades
sociales elaboran y utilizan la planeación conciente (como un presupuesto
familiar), presentan centros de poder (jefaturas tribales) y pueden sustituir
algunos de sus integrantes (por medio del divorcio), la extensión en que estas
otras unidades sociales son concientemente planeadas, deliberadamente
estructuradas y reestructuradas, y sus miembros son reemplazados
rutinariamente, es mucho menor que en el caso de lo que se denomina
organización. Es por esto que las organizaciones cuidan del control de su
naturaleza y devenir mucho más que cualquier otro grupo social.
En
tanto para March y Simon (1977) las organizaciones son un conjunto de personas
que actúan unidas y son los conjuntos más grandes en nuestra sociedad que
poseen lo que más se parece a un sistema coordinador central. Si bien los
autores entran en un terreno de analogía biológica hoy superado por la doctrina,
destacan que la detallada especificación de la estructura y la coordinación
dentro de las organizaciones, en contraste con las relaciones difusas y
variables entre las organizaciones y entre individuos no organizados, señalan a
la organización concreta como una unidad sociológica comparable en su
significado al organismo individual en biología.
Por
su lado, el premio Nobel Herbert Simon en su libro El Comportamiento
Administrativo (1979) expresa que el vocablo organización se refiere al
complejo diseño de comunicaciones y demás relaciones existentes dentro de un
grupo de seres humanos. Este diseño le otorga a cada miembro del grupo una gran
parte de la información, de los supuestos, objetivos y actitudes que entran en
sus decisiones, y también una serie de expectativas fijas y comprensibles de lo
que los demás miembros del grupo están haciendo y de cómo reaccionarán ante lo
que él diga y haga. Cabe destacar que este autor coloca un marcado acento sobre
los aspectos comunicativos como medio para la toma de decisiones, manteniendo
el concepto de grupo humano dentro de un esquema de relación formal.
Para
el especialista argentino Aldo Schlemenson (1988) la organización configura un
grupo humano complejo (que actúa dentro de un contexto témporo-espacial
concreto), artificial y deliberadamente constituido para la realización de
fines y necesidades específicas. La organización está enmarcada por políticas,
que engloban fines, y que son la expresión abstracta de conductas organizativas
deseadas.
El
particular enfoque de este especialista en análisis organizacional (metodología
de abordaje de situaciones organizacionales desde una perspectiva que incluye
el nivel motivacional profundo de las conductas personales comprometidas),
establece que la interacción de los integrantes de una organización y la integración
mínima que le da la unidad, continuidad y trascendencia, se manifiestan en dos
planos interdependientes. Por un lado, esa integración está acotada y regulada
por procesos interpersonales, mecanismos de identificación (con los superiores,
con los iguales), necesidades, motivaciones y ansiedades inconcientes que en el
ámbito organizacional encuentran posibilidad de expresión y expectativas de
realización. Por otro lado, la cohesión opera a través de un sistema
sancionado, explícito e implícito, de roles interrelacionados que conforman una
estructura susceptible de ser definida en términos de tareas y expectativas
fijadas para los ocupantes de dichos roles. Vale decir, que para Schlemenson el
eje medular de la estructura está constituido por el sistema de autoridad que
regula los roles y sus interrelaciones, por medio de un sistema sancionado al
que todos los miembros consienten acatar dentro de los límites de la
organización.
Bajo
esta óptica, cuando se analiza un determinado proceso organizacional y dentro
de él las expresiones de conflictos interpersonales, resulta necesario
identificar los motivos inconcientes en que se sustentan y su particular forma
de expresión, además de descubrir los factores organizacionales que viabilizan
la emergencia del conflicto o que lo retroalimentan.
Dentro
de la misma corriente doctrinaria, Etkin y Schvarstein (1992) establecen los
componentes básicos de una determinada capacidad que tienen las organizaciones
(y que ellos denominan autoorganización) y que serían los siguientes:
1. Producirse
por sí solo, dado que el sistema social selecciona internamente y realiza las
actividades que él necesita para seguir operando, incluyendo la elección de sus
objetivos.
2. Mantener
los rasgos de identidad frente a perturbaciones del medio circundante.
3. Capacidad
de operar en condiciones diferentes de las de origen, sin perder la continuidad
ni cohesión entre las partes.
4. Autonomía,
en el sentido que el sistema dispone como elementos constitutivos a sus propias
unidades de gobierno.
5. Presencia
de procesos internos de control, mediante los cuales se regulan las operaciones
del sistema y se delimitan las fronteras de la organización.
6. Capacidad
del sistema para realizar su propia renovación estructural cuando se producen
situaciones de crisis y catástrofes.
Para
estos autores, las organizaciones creadas por actos intencionales, y la lógica
y racionalidad están presentes en las acciones individuales, las que dentro del
marco de un sistema particular, son congruentes con las pautas de interacción
instaladas en ese sistema y con sus rasgos de identidad. Vale decir, excluyen
totalmente la idea de una naturaleza espontánea de los procesos
organizacionales.
En tanto, para el prolífico y fundamental
autor Peter Drucker (1993) una organización es un grupo humano, compuesto de
especialistas que trabajan juntos en una tarea común. Así, la diferencia de los
conceptos sociales tradicionales (sociedad, familia comunidad) una organización
está diseñada a propósito y no se basa en la naturaleza psicológica del hombre
ni en su necesidad biológica. Está pensada para que dure, tal vez no
eternamente, pero sí por un período prolongado.
Para este autor una organización es siempre
especializada: se define por su contenido. En tanto sociedad y comunidad, por
el contrario, se definen por un lazo que mantiene unidos a seres humanos, ya
sea por la lengua, la cultura, la historia o la geografía. Una organización sólo
es eficaz si se concentra en una única labor: una orquesta no trata de curar
enfermos, toca música, y el hospital cuida enfermos, pero no trata de tocar una
obra de Beethoven. La escuela se concentra en enseñar y aprender, las empresas
en producir y vender productos y servicios; los tribunales en impartir
justicia; los militares en hacer la guerra. La sociedad, la comunidad, la
familia, son; las organizaciones, hacen.
Las personas se incorporan y retiran
(normalmente) en forma voluntaria de las organizaciones. Por lo que, a
diferencia de la sociedad, la comunidad y familia, las organizaciones están
compitiendo para lograr un recurso que les resulta esencial: personas
inteligentes, calificadas y con capacidad de entrega y trabajo. Por lo tanto,
las organizaciones deben tratar de vender la pertenencia a ellas, sea como
empleado, voluntario o comulgante, de una forma tan completa como venden sus
productos y servicios (y tal vez más). Tienen que atraer a las personas,
retenerlas, mostrarles reconocimientos y recompensarlas, incentivarlas,
servirlas y satisfacerlas.
Material consultado:
Organizaciones, Procedimientos y Estructuras - Volpentesta, Jorge Roberto - Ediciones Osmar D. Buyatti - 2000