Sarmiento
tuvo muchas particularidades, una de ellas era su denuncia de la corrupción que
imperaba en su época, así como nos indican sus historiadores, llegó a inventar
el verbo "Atalivar", así leemos que el historiador y autor de “Yo, Sarmiento”,
Ricardo De Titto, revela que fiel a su espíritu, el ex presidente Domingo Faustino Sarmiento inventó
una palabra para denominar a aquellas situaciones relacionadas con las irregularidades
en la obra pública:
“Sarmiento
no tenía pelos en la lengua, de lo que estaba convencido lo peleaba. Era un
abanderado y un apasionado de la democracia republicana, y cuando veía acuerdos
por arriba, los denunciaba“.
Según
explicó el historiador, cuando Sarmiento tenía 75 años, editó el
periódico “El Censor” para criticar los negocios de Julio Argentino Roca y, en
especial, los de su hermano Ataliva, Ministro del Interior en aquel entonces. Alli surgió el verbo que representaría
a los negocios corruptos:"Atalivar" .
Así
el historiador nos comenta:
En
1885, el sanjuanino denunció la Campaña del Desierto como “un pretexto para
levantar un empréstito enajenando la tierra fiscal a razón de 400 nacionales la
legua, a cuya operación, la Nación ha perdido 250 millones de pesos oro ganados
por los Atalivas, Goyos y otras estrellas del cielo del presidente Roca.
No
hay razón –insistía– (…) para que tal empréstito continúe hoy abierto... para
los amigos del general Roca (…). Es necesario llamar a cuentas al presidente y
a sus cómplices en estos fraudes inauditos. ¿En virtud de qué ley, el general
Roca, clandestinamente, sigue enajenando la tierra pública a razón de 400
nacionales la legua que vale 3.000? El presidente Roca, haciendo caso omiso de
la ley, cada tantos días remite (…) órdenes directas (…) para que suscriba a
los agraciados, que son siempre los mismos, centenares de leguas”.
Para
concluir: “Al paso que vamos, dentro de poco no nos quedará un palmo de tierra
en condiciones de dar al inmigrante y nos veremos obligados a expropiar lo que
necesitamos, por el doble del valor, a los Atalivas”.
Otro
caso: cuando Alvear, intendente de Buenos Aires, ideó un suntuoso bouvelard en
la avenida Callao, Ataliva compró terrenos que serían revaluados de inmediato:
“Aquello es Buenos Aires, desde el Callao afuera y al Norte. Ya están ubicados
los jesuitas que no han errado tiro de lazo nunca y los Atalivas que se hacen
rastra donde se abajan”. Con ironía, Sarmiento decía que así… Roca, “un lince”,
guardaba “pal despuecito”.
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