Hace unos días atrás, en clase, comentamos la problemática que tienen muchos empresarios al momento de tomar decisiones, en focalizar los problemas en función de su implicancia a futuro. Cómo la resolución de problemas en el corto plazo, podía afectar el mediano y largo plazo, y lo que es peor condicionar a futuro el cumplimiento de los objetivos organizacionales.
En el ejemplo utilizado, hablamos de las discusiones entre los taxistas y el servicio Uber; tratándonos de imaginar como sería el servicio en la próxima década en función de los últimos inventos o investigaciones en la materia.
Hoy podemos leer en esta nota, publicada en el diario digital Infobae, Uber ya subió la apuesta, ya experimenta su servicio con vehículos autónomos, leemos en la nota:
Uber no cesa en su rebeldía a la hora de plantear su unidad de negocio en la Argentina y alrededor del globo. Resistido por los servicios de transporte tradicionales, persiste en su comportamiento desafiante con un contraataque directo: experimentar el rendimiento de sus propios coches autónomos. Uber eclosionó en Argentina provocando una intensa y actual confrontación con los taxis porteños, una disputa que se extendió por varios países donde ejecutó su plan de servicio de traslado de pasajeros online. Ahora refuerza su carácter innovador con la incorporación a su flota móvil vehículos automatizados, inteligentes, sin conductores.La conducción autónoma, aquella que prescinde de la condición humana, es el eje de las grandes compañías tecnológicas y automovilísticas para abrirle las puertas al futuro. Pittsburgh, Pennsylvania, Estados Unidos, es el sitio donde Uber ha estado testeando su tecnología de inteligencia automatizada. La intención es, durante un tiempo de prueba, recolectar todo tipo de información funcional a los efectos de medir el rendimiento del vehículo.
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