Las
propiedades que deben caracterizar a los sistemas son varias, pero de ellas
algunas poseen un interés indudable ya que sin que existan no puede hablarse de
sistema propiamente dicho. Estas características de las que deben goza todo
sistema son:
Estabilidad (homeostasis):
La
estabilidad es la cualidad por la cual el sistema permanece en funcionamiento
eficaz, frente a las acciones de los factores externos al mismo. Es por tanto
la cualidad de conservarse estructuralmente apto para realizar su objeto, absorbiendo
los efectos de agentes negativos para su integridad; lógicamente la estabilidad
se conserva dentro de márgenes determinados, y el sistema se diseña para conservar
su estructura en cierto tipo de actuaciones.
Esta
característica se encuentra, por lo tanto, íntimamente ligada con el concepto
de retroalimentación de los sistemas abiertos.
Adaptabilidad:
Es la
cualidad que debe poseer el sistema, mediante la cual es capaz de evolucionar dinámicamente
con arreglo a su entorno, de manar que atraviese diferentes estados en los que
conserve su eficacia y su orientación al objetivo que constituye su finalidad.
La
cualidad de adaptable define al sistema como un conjunto evolutivo, que es capaz
de poner en juego la equifinalidad.
Eficiencia:
Podemos
señalar le eficiencia como la cualidad por la cual el sistema atiende a su
objetivo con economía de medios, poniendo en juego procesos que le permite ser
adaptable y equilibrado.
Sinergia:
Es la
cualidad por la cual la capacidad de actuación del sistema es superior a las de
sus componentes sumados individualmente.
Bibliografía
Del
Pozo Navarro, La Dirección
por Sistemas, Editorial Limusa, México,
1992.
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