El presente es un artículo escrito por Werner
Vogels, en el diario El País de España: ¿El futuro del trabajo o el trabajo del futuro?
Transcribimos a continuación el artículo:
A
la hora de pensar en el trabajo del mañana, no es constructivo basar el diálogo
en las estructuras que existen hoy en día, señala Werner Vogels, director de
tecnología de Amazon
Ya
tenemos cierta noción de cómo la digitalización, y en particular tecnologías
nuevas, como el machine learning, el análisis de Big Data o el Internet de las
Cosas, van a revolucionar los modelos de negocio de las empresas y cómo los
están transformando ya a gran escala. Así pues, llegados a este punto, es
momento de examinar en mayor detalle las transformaciones a las que asistiremos
en nuestro entorno de trabajo y el papel que desempeñaremos en él nosotros, los
humanos.
Según
una encuesta realizada por Gallup, un 37% de los millennials se muestran
preocupados ante la perspectiva de perder su trabajo a manos de inteligencias
artificiales a lo largo de los próximos 20 años. Curiosamente, estudios como el
realizado por el instituto alemán ZEW (Zentrum für Europäische
Wirtschaftsforschung o Centro Europeo para la Investigación Económica) han
desvelado que las empresas que invierten en proyectos de digitalización generan
un número significativamente mayor de puestos de trabajo que las compañías que
no lo hacen.
¿Cuántas
de las profesiones que conocemos hoy en día seguirán existiendo en el futuro?
¿Qué actividades humanas pueden verse completamente automatizadas por máquinas
o sistemas de machine learning? ¿Qué labores nos quedarán a los humanos?
¿El futuro del trabajo?
Todas
estas preguntas son muy válidas. Sin embargo, “allí donde hay peligro, crece
también lo que nos salva”. El poeta alemán Friedrich Hölderlin ya lo tenía
claro en el S.XIX. Por lo que a mí respecta, me considero un optimista de lo
tecnológico: el uso de las nuevas tecnologías para fomentar una mayor comodidad
para el consumidor, como es el caso de las tiendas sin dependientes Amazon Go,
resultará en cambios en cómo y dónde se crea empleo. A la hora de pensar en el
trabajo del mañana, no es constructivo basar el diálogo en las estructuras que
existen hoy en día. Más bien, deberíamos preguntarnos una pregunta
completamente diferente, a saber: ¿qué está cambiando en el entorno de trabajo
actual, tanto a nivel organizativo como cualitativo?
Así,
en el ámbito de la producción industrial, por ejemplo, muchas de las tareas
realizadas por humanos han cambiado poco con los años, en lo que respecta a los
flujos de trabajo. Incluso las actividades de médicos, abogados o taxistas
apenas han cambiado en la última década, al menos en lo que respecta a sus
procesos fundamentales. Solo ciertos componentes de estos procesos han pasado a
ser realizados por máquinas, o cuando menos, complementados por máquinas. Sin
embargo, en la era de la digitalización, la gente hace mucho más que
simplemente hacer de engranaje entre una máquina y la siguiente.
Creo
que es posible volver a humanizar el trabajo, por así decir, y hacer de
nuestras destrezas únicas como seres humanos algo incluso más importante. Hasta
ahora, la principal limitación para el acceso a las tecnologías digitales era
la capacidad de las máquinas. Las interfaces de nuestros sistemas ya no están
determinadas por máquinas; en el futuro los humanos serán el punto de partida.
Gracias
a las nuevas posibilidades tecnológicas de las que disfrutamos y a la mayor
capacidad de computación de la que disponemos, el trabajo del futuro estará más
centrado en las personas y menos en las máquinas.
Redefiniendo la relación entre humanos y
máquinas
Los
avances en la interacción entre humanos y máquinas se están produciendo a un
ritmo fulgurante y sus repercusiones ya se están haciendo notar en cómo
trabajamos. En el futuro, la tecnología puede pasar a ser una parte mucho más
natural de nuestro entorno de trabajo y que podrá activarse mediante múltiples
métodos diferentes: comandos por voz, por vista, tacto e incluso el olfato.
Tomemos como ejemplo las tecnologías de comandos por voz, un ámbito que está
viviendo una auténtica revolución. Los sistemas actuales de comandos por voz
son capaces de comprender, interpretar y responder en conversaciones de una
forma completamente profesional, lo que hace que muchos procesos profesionales
sean mucho más fáciles de llevar a cabo. Así, a finales de 2018, los comandos por
voz habrán transformado significativamente nuestra forma de desarrollar
dispositivos y aplicaciones. Uno ya puede hacerse cierta idea de en qué se
traduce esto con cierto detalle.
Por
ejemplo, la NASA ha puesto a Amazon Alexa al cargo de programar el uso de sus
salas de reuniones. Así, quienquiera que necesite usar una tan solo tendrá que
pedírselo a Alexa y el resto sucede automáticamente. Los comandos por voz
permiten también aumentar enormemente la productividad de las teleconferencias.
El servicio AWS Transcribe, por ejemplo, permite ir creando transcripciones de
las reuniones al momento, que posteriormente se envían a todos los
participantes.
El
proveedor de software FME, por su parte, utiliza tecnologías de comandos por
voz para ofrecer a sus clientes innovadoras aplicaciones. Así, por ejemplo, los
usuarios pueden recurrir a Alexa para que les explique tareas de OpenText
Documentum. Este es un recurso del que las empresas pueden valerse para
acelerar y abaratar el proceso de incorporación de nuevos empleados. En la
compañía farmacéutica AstraZeneca ya encontramos un planteamiento similar, ya
que también recurre a Alexa para sus procesos de producción: los trabajadores
pueden realizar preguntas a Alexa sobre procesos rutinarios y así confirmar qué
es lo que tienen que hacer a continuación.
Por
supuesto, las responsabilidades y organigramas de las empresas irán cambiando
como fruto de estas tecnologías. Y también es posible utilizar estos recursos
para tareas administrativas y transformarlos en actividades que vayan en
beneficio del cliente. En el futuro probablemente necesitemos muchos más
“arquitectos”, “desarrolladores”, “creativos”, “expertos en relaciones”,
“especialistas en plataformas” y “analistas” y cada vez menos gente que tiene
que realizar tareas siguiendo pasos predeterminados, así como menos
“administradores”. Al transformarse en algo que conecte mejor con la necesidad
de los seres humanos de crear y dar forma a las cosas, el trabajo del futuro
podría convertirse en algo que podamos disfrutar más y que nos haga sentir más
realizados.
Expandiendo el mundo digital
Este
nuevo paradigma de interrelación entre máquinas y humanos tiene otra
consecuencia importante: incrementará significativamente el número de personas
que pueden participar en la creación de valor digital: ancianos, usuarios que
actualmente no tiene acceso a ordenadores ni smartphones, usuarios que
encuentran los smartphones demasiado complejos y usuarios no alfabetizados en
países en vías de desarrollo.
Un
buen ejemplo de este último caso es el de los productores de arroz que trabajan
con el International Rice Research Institute (o Instituto Internacional para
Investigación sobre el Arroz), una organización con sede en Manila, en
Filipinas. Esta institución tiene como misión combatir la pobreza, el hambre y
la malnutrición, haciendo más llevaderos el trabajo y la vida de los
productores de arroz. Así, los productores de arroz pueden acceder a
información a la que normalmente no tendrían acceso por su cuenta. Todas las
aldeas cuentan con un teléfono y, a través de él, los granjeros pueden acceder
a estos conocimientos y seleccionar su dialecto en un menú y describir el tipo
de cultivo que tienen a su cargo. Este servicio está basado en un sistema de
machine learning. El servicio genera recomendaciones sobre cuánto fertilizante
hace falta y cuál es el mejor momento para la siembra.
Hasta
ahora no hemos hecho sino ver un atisbo de las posibilidades que estas
tecnologías traen consigo para el mundo laboral. Sin embargo, ya han dejado
claro que lo más probable es que la calidad de nuestro trabajo vaya en aumento
y que la tecnología nos permita realizar múltiples actividades que hoy nos
resultan inimaginables. En un futuro, la humanidad podrá realizar sus
actividades de una forma que se aproxime mucho más a nuestra naturaleza
creativa que los métodos que empleamos actualmente. Creo que si realmente
queremos hacer justicia al analizar las posibilidades de las tecnologías para
el futuro, deberíamos hacer como Hölderlin y tener fe en algo que nos salvará,
al tiempo que minimizamos los riesgos buscando comprender y canalizar mejor los
cambios que traerán consigo.
Werner
Vogels es CTO de Amazon.com
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