lunes, 23 de julio de 2018

Telxínoe: Víctor Cúnsolo II

Quince años contaba Víctor Cúnsolo cuando el barco que lo traía junto a su familia desde su Siracusa natal arribó una mañana del invierno de 1913 al puerto de La Boca del Riachuelo. La tierra nueva y promisoria se le develó así; la impronta de esas imágenes primeras adquiriría con los años la dimensión de un hecho artístico. Desde la borda, frío, niebla, y una esperanza verde que se fue diluyendo en los grises de una vida que acaso ya intuía breve.

Corta fue la andadura porteña de los Cúnsolo, ya que no fueron más allá de la vecina Barracas para radicar un taller de carpintería donde cada uno asumiría su rol en la épica humilde y cotidiana del trabajo. Pero Víctor tenía colocado más arriba el listón de su ambición y comenzó a frecuentar los cursos de arte de Unione e Benevolenza y a participar en la rica vida cultural del barrio. En 1921 se integra al grupo El Bermellón, liderado por Juan del Prete.

Ya en las primeras pinturas acomete el paisaje boquense, sus calles, barcas, muelles y astilleros, pero el lenguaje, aún vacilante, se afirma más en ciertos desbordes de color y expresivos efectos de luz que se apoyaban en una materia generosamente administrada. No habría de ser éste su camino, y así pronto lo advirtió.





 
Niebla en la Isla Maciel (1931)

Paisaje de Chilecito (1932)

Paisaje de La Rioja (1937)

Tarde Gris (1930)

Tradición (1931)

 
Desde mi estudio (1931)


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