Quince
años contaba Víctor Cúnsolo cuando el barco que lo traía junto a su familia
desde su Siracusa natal arribó una mañana del invierno de 1913 al puerto de La
Boca del Riachuelo. La tierra nueva y promisoria se le develó así; la impronta
de esas imágenes primeras adquiriría con los años la dimensión de un hecho
artístico. Desde la borda, frío, niebla, y una esperanza verde que se fue
diluyendo en los grises de una vida que acaso ya intuía breve.
Corta
fue la andadura porteña de los Cúnsolo, ya que no fueron más allá de la vecina
Barracas para radicar un taller de carpintería donde cada uno asumiría su rol
en la épica humilde y cotidiana del trabajo. Pero Víctor tenía colocado más
arriba el listón de su ambición y comenzó a frecuentar los cursos de arte de
Unione e Benevolenza y a participar en la rica vida cultural del barrio. En
1921 se integra al grupo El Bermellón, liderado por Juan del Prete.
Ya en
las primeras pinturas acomete el paisaje boquense, sus calles, barcas, muelles
y astilleros, pero el lenguaje, aún vacilante, se afirma más en ciertos desbordes
de color y expresivos efectos de luz que se apoyaban en una materia
generosamente administrada. No habría de ser éste su camino, y así pronto lo
advirtió.
Paisaje de Chilecito (1932) |
Paisaje de La Rioja (1937) |
Tarde Gris (1930) |
Tradición (1931) |
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