En
su prólogo a las Aguafuertes, David Viñas observa que Roberto Arlt delineó perfiles,
caracteres y escenarios que luego serían la materia de su trama novelesca. Las
aguafuertes son un retablo de diversos oficios y tipos sociales, como el vago,
el estafador, el mantenido, el ladrón de poca monta, la jovencita en edad de
casarse, la mujer hipócrita, la malcasada, etc. Eran personajes, todos,
provenientes de la realidad de la época, que Arlt retrataba como un flanêur, el
escritor que ejercía “el placer de vagabundear” (así se llama una de las
aguafuertes más notables) para alimentar su obra.
Aspiro
a ser diputado
Señores:
Aspiro
a ser diputado, porque aspiro a robar en grande y a "acomodarme"
mejor. Mi finalidad no es salvar al país de la ruina en la que lo han hundido
las anteriores administraciones de compinches, sinvergüenzas; no señores, no es
ese mi elemental propósito, sino que, íntima y ardorosamente, deseo contribuir
al saqueo con que se vacían las arcas del Estado, aspiración noble que ustedes
tienen que comprender es la más intensa y efectiva que guarda el corazón de
todo hombre que se presenta a candidato a diputado. Robar no es fácil, señores.
Para robar se necesitan determinadas condiciones que creo no tienen mis
rivales. Ante todo, se necesita ser un cínico perfecto, y yo lo soy, no lo
duden señores.
En
segundo término, se necesita ser un traidor, y yo también lo soy, señores.
Saber venderse oportunamente, no desvergonzadamente, sino
"evolutivamente". Me permito el lujo de inventar el término que será
un sustitutivo de traición, sobre todo necesario en estos tiempos en que vender
el país al mejor postor es un trabajo arduo e ímprobo, porque tengo entendido,
caballeros, que nuestra posición, es decir, la posición del país no encuentra
postor ni por un plato de lentejas, créanlo
Abarquen la
magnitud de mi sacrificio y se darán cuenta de que soy un perfecto candidato a
diputado.
Cierto
es que quiero robar, pero ¿quién no quiere robar? Díganme ustedes quién es el
desfachatado que en estos momentos de confusión no quiere robar. Si ese hombre
honrado existe, yo me dejo crucificar. Mis camaradas también quieren robar, es
cierto, pero no saben robar. Venderán al país por una bicoca, y eso es injusto.
Yo venderé a mi patria, pero bien vendida. Ustedes saben que las arcas del
Estado están enjutas, es decir, que no tienen un mal cobre para satisfacer la
deuda externa; pues bien, remataré al país en cien mensualidades, de Ushuaia
hasta el Chaco boliviano, y no sólo traficaré al Estado, sino que me acomodaré
con comerciantes, con falsificadores de alimentos, con concesionarios;
adquiriré armas inofensivas para el Estado, lo cual es un medio más eficaz de
evitar la guerra que teniendo armas de ofensiva efectiva, le regatearé el
pienso al caballo del comisario y el bodrio al habitante de la cárcel, y
carteles, impuestos a las moscas y a los perros, ladrillos y adoquines
¡Lo que no robaré yo, señores!
¿Qué es lo que no robaré?,
díganme ustedes. Y si ustedes son capaces de enumerarme
una sola materia en la cual yo no sea capaz de robar, renuncio ipso facto a mi
candidatura
Piénsenlo aunque sea
un minuto, señores ciudadanos. Piénsenlo. Yo he
robado. Soy un ladrón, y si ustedes no creen en mi palabra, vayan al
Departamento de Policía y consulten mi prontuario. Verán
que performance tengo. He sido detenido en averiguación
de antecedentes como treinta veces; por portación de armas -que no tenía- otras
tantas, luego me regeneré y desempeñé la tarea de grupí, rematador falluto,
corredor, pequero, extorsionista, encubridor, agente de investigaciones; fui
luego agente judicial, presidente de comité parroquial, convencional, he
vendido quinielas, he sido, a veces, padre de pobre y madre de huérfanas, tuve
comercio y quebré, fui acusado de incendio intencional de otro bolichito que
tuve
Señores, si no me
creen, vayan al Departamento
verán
ustedes que yo soy el único entre todos esos hipócritas que quieren
salvar al país, absolutamente el único que puede
rematar la última pulgada de tierra argentina. Incluso, me propongo
vender el Congreso e instalar un conventillo o casa de departamentos en el
Palacio de Justicia, porque si yo ando en libertad es que no hay justicia,
señores
.
Discurso para ser Diputado - Roberto Arlt - Aguafuertes Porteñas (1933)
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