Hace
una semana fallecía el escritor Dalmiro Sáenz (1926 -2016) a los 90 años. Fue
uno de los grandes irreverentes de la literatura argentina, un escritor que,
lejos de encerrarse en la torre de marfil, le puso el cuerpo a todas las
discusiones y a todos los debates. Fue uno de los últimos representantes de un
estilo argentino de intelectual ilustrado y bon vivant, para quien la
incorrección política era un principio constructivo tanto en su vida como en su
obra. En ellas se animaba a tocar los temas que le interesaban: la religión, la
violencia, el absurdo, la moral, el sexo, el universo femenino, la
sensibilidad, el establishment, la historia.
Presentamos
un cuento breve, de su extensa obra:
El pastor mentiroso
El pastor mentiroso
En
realidad la versión oficial es la correcta. El pastor solía alarmar a los
vecinos gritando que venía un lobo para matarse después de risa diciendo:
-¡Ja!
¡Ja! ¡Ja! ¡No hay ningún lobo! Era una broma.
Un
día no fue broma. Un lobo apareció y cuando el pastor dio la alarma los vecinos
exclamaron:
-Qué
va. Debe ser otra de sus chanzas- y nadie vino en su auxilio y el lobo se comió
todas las ovejas.
Arrepentido,
el pastor pidió perdón a Dios e ingresó en una iglesia evangélica llegando con
los años a recibirse de Pastor. Pero su fama no lo abandonó. Los feligreses lo
seguían llamando el Pastor mentiroso y bastó que dijera en su primer sermón
desde el púlpito:
"Dios
existe" para que todos salieran ateos de la iglesia.
Dios,
desde el cielo, se dijo:
-Yo
mío, ¿qué hago con este pelotudo? Uno de sus asesores sugirió: -Un diluvio tal
vez.
Dios
sonrió y dijo:
-Apenas
me creen el otro.
-Algo
parecido a Sodoma y Gomorra tal vez. Dios volvió a sonreír y dijo: -Habeas
corpus.
Cualquier
cosa decía Dios a veces. Por fin decidió mandar un Ángel.
El
Ángel se presentó ante el Pastor y le dijo: -Vengo de parte de Dios.
El
Pastor lo miró y le preguntó:
-Pero
¿Dios existe? ¿En serio existe? Porque en el pueblo andan diciendo que no
existe.
-No
sólo existe -contestó el Ángel- sino que os manda a decir que vengáis al
pueblo, casa por casa, y pregonéis la noticia de que Dios no existe.
El
Pastor lo hizo. Golpeó cada puerta v dijo: -Dios no existe.
-¿Quién
lo dijo?
-Dios
-contestaba el muy pelotudo.
Entonces
el Ángel decidió dar a esos incrédulos una lección.
-Vamos
juntos -dijo el Ángel.
A
la primera puerta que golpearon los atendió una mujer:
-¿Qué
deseáis?
El
Pastor dijo:
-Traje
conmigo un ángel enviado por Dios.
La
noticia corrió de boca en boca. El Pastor mentiroso había traído a un Demonio
enviado por Lucifer, por lo tanto era evidente que Dios no existía, pero sí el
Demonio.
Las
primeras misas negras se organizaron en la plaza del pueblo. Se erigió una
estatua a Lucifer. Las santerías empezaron a vender barritas de azufre y
estampitas con la efigie del Diablo.
En
las escuelas se enseñaba que las virtudes eran malas y que los pecados eran
buenos y entre estos pecados la mentira era el más preciado.
Al
Pastor mentiroso se lo nombró Obispo y se construyó para él una basílica. La
maldad generó el progreso. Para defender la guerra se inventó la paz, para
incentivar el sexo se inventó la prohibición, Para que pudiera haber ladrones
se inventó la propiedad privada, para que existiera la soberbia se inventó la
humildad, para que persistiera el caos se instauró el orden, para que
existieran los dictadores se inventó la democracia, para resaltar el odio se
generó el amor, para preservar la injusticia se creó la justicia y para
justificar al Demonio se inventó a Dios.
El
Ángel retornó al Cielo y se presentó al Creador.
-Misión
cumplida -le dijo, y el Señor se regocijó con él.
Dalmiro
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