Mañana,
29 de Julio, se cumplen 50 años de un hecho trágico en la historia de
la Universidad y la educación argentina, la denominada Noche de los Bastones Largos, donde el gobierno de facto del General Onganía, quien había derrocado al Presidente Illia
días antes, decide la intervención de la Universidad y la "normalización"
de todas las casas de estudio; ante esta medida los alumnos y profesores toman las universidades en franco descontento, el gobierno responde con la intervención policial, el desalojo violento de las mismas, y la detención de centenares de estudiantes y profesores; poniendo fin a la denominada Autonomía Universitaria. Este hecho provocó la renuncia y exilio
de 700 de los mejores científicos y académicos, verdaderos referentes intelectuales,
docentes y académicos de las distintas carreras universitarias y parte
importante de la comunidad científica argentina de ese entonces.
Carta del profesor Warren A. Ambrose
Carta del profesor Warren A. Ambrose
Buenos Aires, Argentina, 30 de julio de 1966
Carta al Editor
The New York Times
New York, N.Y.
Estimados señores:
Quisiera describirles un brutal incidente ocurrido anoche en la
Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires y pedir que los
lectores interesados envíen telegramas de protesta al presidente Onganía.
Ayer el Gobierno emitió una ley suprimiendo la autonomía de la
Universidad de Buenos Aires y colocándola (por primera vez) bajo la
jurisdicción del Ministerio de Educación. El Gobierno disolvió los Consejos
Superiores y Directivos de las universidades y decidió que de ahora en adelante
la Universidad estaría controlada por los Decanos y el Rector, que funcionarían
a las órdenes del Ministerio de Educación. A los Decanos y al Rector se les dio
48 horas de plazo para aceptar esto. Pero los Decanos y el Rector emitieron una
declaración en la cual se negaban a aceptar la supresión de la autonomía
universitaria.
Anoche a las 22, el Decano de la Facultad de Ciencias, Dr.
Rolando García (un meteorólogo de fama que ha sido profesor de la Universidad
de California en Los Ángeles), convocó a una reunión del Consejo Directivo, de
la Facultad de Ciencias (compuesto de profesores, graduados y estudiantes, con
mayoría de profesores) e invitó a algunos otros profesores (entre los que me
incluyo), a asistir al mismo. El objetivo de la reunión era asistir al mismo.
El objetivo de la reunión era informar a los presentes sobre la decisión tomada
por el Rector y los Decanos, y proponer una ratificación de la misma. Dicha
ratificación fue aprobada por 14 votos a favor, con una abstención (proveniente
de un representante estudiantil).
Luego de la votación, hubo un rumor de que la policía se dirigía
hacia la Facultad de Ciencias con el propósito de entrar, que en breve plazo
resultó cierto. La policía llegó y sin ninguna formalidad exigió la evacuación
total del edificio, anunciando que entraría por la fuerza al cabo de 20 minutos
(las puertas de la Facultad habían sido cerradas como símbolo de resistencia
–aparte de esta medida no hubo resistencia). En el interior del edificio la
gente (entre quienes me encontraba) permaneció inmóvil, a la expectativa. Había
alrededor de 300, de los cuales 20 eran profesores y el resto estudiantes y
docentes auxiliares. (Es común allí que esa hora de la noche haya mucha gente
en la Facultad porque hay clases nocturnas, pero creo que la mayoría se quedó
para expresar su solidaridad con la Universidad).
Entonces entró la policía. Me han dicho que tuvieron que forzar
las puertas, pero lo primero que escuché fueron bombas, que resultaron ser
gases lacrimógenos. Al poco tiempo estábamos todos llorando bajo los efectos de
los gases. Luego llegaron soldados que nos ordenaron, a los gritos, pasar a una
de las aulas grandes, donde nos hizo permanecer de pie, con los brazos en alto,
contra una pared. El procedimiento para que hiciéramos eso fue gritarnos y
pegarnos con palos. Los golpes se distribuían al azar y yo vi golpear
intencionalmente a una mujer –todo esto sin ninguna provocación. Estoy
completamente seguro de que ninguno de nosotros estaba armado, nadie ofreció
resistencia y todo el mundo (entre quienes me incluyo) estaba asustado y no
tenía la menor intención de resistir. Estábamos todos de pie contra la pared
–rodeados por soldados con pistolas, todos gritando brutalmente (evidentemente
estimulados por lo que estaban haciendo –se diría que estaban emocionalmente
preparados para ejercer violencia sobre nosotros). Luego, a los alaridos, nos
agarraron a uno por uno y nos empujaron hacia la salida del edificio. Pero nos
hicieron pasar entre una doble fila de soldados, colocados a una distancia de
diez pies entre sí, que nos pegaban con palos o culatas de rifles y que nos
pateaban rudamente en cualquier parte del cuerpo que pudieran alcanzar. Nos
mantuvieron incluso a suficiente distancia uno de otro de modo que cada soldado
pudiera golpear a cada uno de nosotros. Debo agregar que los soldados pegaron
tan brutalmente como les era posible y yo (como todos los demás) fui golpeado
en la cabeza, en el cuerpo, y en donde pudieron alcanzarme. Esta
humillación fue sufrida por todos nosotros –mujeres, profesores distinguidos,
el Decano y Vicedecano de la Facultad, auxiliares docentes y estudiantes. Hoy
tengo el cuerpo dolorido por los golpes recibidos pero otros, menos afortunados
que yo, han sido seriamente lastimados. El profesor Carlos Varsavsky, director
del nuevo Radio observatorio de La Plata, recibió serias heridas en la cabeza,
un ex secretario de la Facultad (Simón) de 70 años de edad fue gravemente
lastimado, como asimismo Félix González Bonorino, el geólogo más eminente del
país.
Después de esto, fuimos llevados a la comisaría seccional en
camiones, donde nos retuvieron un cierto tiempo, después del cual los
profesores fuimos dejados en libertad sin ninguna explicación. Según mi
conocimiento, los estudiantes siguen presos. A mí me pusieron en libertad
alrededor de las 3 de la mañana, de modo que estuve con la policía alrededor de
cuatro horas.
No tengo conocimiento de que se haya ofrecido ninguna
explicación por este comportamiento. Parece simplemente reflejar el odio para
mí incomprensible, ya que a mi juicio constituyen un magnífico grupo, que han
estado tratando de construir una atmósfera universitaria similar a la de las
universidades norteamericanas. Esta conducta del Gobierno, a mi juicio, va a
retrasar seriamente el desarrollo del país, por muchas razones entre las cuales
se cuenta el hecho de que muchos de los mejores profesores se van a ir del
país.
Atentamente,
Warren Ambrose
Profesor de Matemáticas en
Massachussets Institute of Technology
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