Hoy le traemos un artículo de la Lic. Carolina Raffo, publicado en Linkedin, donde nos presenta interrogantes surgidos a partir de la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA) en las organizaciones.
Leemos en el artículo:
IA, Automatización y el Gran Vacío Humano: ¿Estamos resolviendo problemas o fabricando nuevos?
Vivimos tiempos donde los titulares suenan a sentencia: “millones de empleos serán reemplazados por la Inteligencia Artificial”. En redes sociales, empresas y universidades, la conversación gira siempre alrededor de lo mismo: la irrupción de la IA y sus consecuencias.
Pero en la vida cotidiana lo que observo es otra realidad.
Soy una persona que abraza la tecnología: uso apps, IA, bots, plataformas digitales. Y aun así, me encuentro constantemente con situaciones que me dejan un sabor amargo. Intento resolver un trámite simple en una app o con un bot de WhatsApp… y me frustro. Y eso que soy tecnológicamente amigable.
Escucho personas que hacen terapia con IA o se entretienen creando parejas virtuales. Pero cuando converso con colegas, estudiantes o clientes, aparece la verdadera postal de este tiempo: personas cada vez más solas, más vacías, más desconectadas de sí mismas.
¿Qué problema estamos resolviendo… o creando?
Desde mi rol como profesora de evaluación de proyectos siempre digo lo mismo: todo proyecto debe nacer de un problema real a resolver. Y me pregunto: ✅ ¿Cuál es el problema real que resuelve la IA? ✅ ¿A quién le resuelve problemas? ✅ ¿Qué problemas nuevos está generando?
La IA promete eficiencia, velocidad, reducción de costos. Pero lo que veo es que la gente no tiene más tiempo libre ni menos estrés; tiene menos vínculos, menos paciencia, menos creatividad.
Es como el viejo dilema ecológico: llevamos ranas para eliminar mosquitos, y terminamos generando otro problema. Con la IA estamos en el mismo riesgo: resolver un problema funcional pero abrir una crisis emocional, social y cognitiva.
Empresas desconectadas, personas cada vez más solas
Las empresas tampoco escapan a este dilema. Automatizaron procesos para acercarse a sus clientes, pero terminaron alejándolos. La atención se volvió impersonal, las soluciones cada vez más genéricas, y la verdadera experiencia del cliente se diluyó detrás de un bot o un proceso automático.
Prometimos que la IA nos haría la vida más fácil, pero lo que estamos viendo es una creciente automatización de la vida: menos conversaciones reales, menos pensamiento crítico, menos contacto con los sentidos.
Y lo más peligroso: más consumo de respuestas prefabricadas que debilita nuestra capacidad de resolver problemas y crear soluciones genuinas. Lo que debería aliviar el esfuerzo intelectual, termina provocando un empobrecimiento de nuestras propias ideas.
Una advertencia y una oportunidad
El peligro no es sólo perder trabajos, es perder habilidades humanas: empatía, creatividad, pensamiento crítico, resolución de problemas.
El riesgo es convertirnos en personas pasivas y desconectadas, como en aquella película de WALL-E, donde los humanos flotan en naves, sin moverse, sin pensar, consumiendo sin pausa mientras las máquinas lo hacen todo.
Pero también hay una oportunidad: usar la tecnología como aliada, no como sustituta. No es un tema de IA “sí o no”; es un tema de cómo integramos la IA a nuestras vidas y organizaciones, sin renunciar a lo que nos hace humanos.
Nuestra propuesta desde IMPACTAR
En IMPACTAR, trabajamos desde esta convicción: la tecnología puede mejorar procesos, hacerlos más ágiles, más ordenados, más eficientes… pero nunca debe reemplazar el corazón de las organizaciones: su cultura y su gente.
Creemos en organizaciones que integran tecnología para liberar tiempo para lo importante, no para reemplazar la conversación o despersonalizar el vínculo.
Creemos que la innovación real es la que sirve a las personas. Desde servir un café con amabilidad, otorgar un turno de salud con empatía, vender ropa con cercanía o exportar limones con compromiso, el propósito final siempre es el mismo: mejorar la vida de las personas.
Trabajamos con empresas que buscan modernizarse sin perderse, que entienden que la tecnología es un medio, pero la humanidad es el fin.
Porque los negocios exitosos no son los que sólo generan eficiencia, sino los que construyen relaciones, mejoran la experiencia humana y dejan huellas positivas en la sociedad.
La pregunta que nos hacemos (y que te proponemos hacerte)
No se trata de cuánto podemos automatizar, sino de qué queremos potenciar como humanos.
¿Estamos usando la IA para empoderar nuestras capacidades o para atrofiarlas? ¿Estamos generando mejores vínculos o más soledad? ¿Estamos mejorando el trabajo para las personas o simplemente eliminando personas del trabajo?
Nosotros elegimos trabajar para empresas que tengan clara su respuesta: mejorar la vida de las personas siempre debe ser el norte.
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