En esta oportunidad presentamos un artículo publicado en la Revista Forbes, Rodrigo Abete al CEO de SEIQ Group, una empresa de insumos que provee productos de limpieza para higiene y sanitización de industria e instituciones.
Fue
futbolista profesional y creó una empresa de productos de limpieza que factura
$ 95 millones por mes
Rodrigo Abete fundó
SEIQ Group con su padre. El año que viene planea duplicar las ventas y exportar
a países limítrofes.
La
carrera de Rodrigo Abete como futbolista estaba encaminada.
Después de su paso por Almirante Brown, en Argentina, se había ido a México,
donde llevaba un año jugando. Pero un problema familiar lo hizo volver a la
Argentina para acompañar a su papá químico, que había tenido una
mala experiencia con un socio. La solución, entonces, fue unirse y lanzar su
propio negocio. Era el año 2011 y, desde cero, con una fábrica de 300
metros cuadrados en Caseros, nació SEIQ Group, hoy consolidada como
empresa de insumos que provee productos de limpieza para higiene y sanitización
de industria e instituciones.
"Mi
oficina era un tambor de 200 litros con una computadora. Hacíamos de todo. Mi
papá fabricaba y yo aporté la pata comercial: visitaba clientes, facturaba. En
el camino nos dimos cuenta que había muchísimas posibilidades de crecimiento,
así que empezamos a invertir en maquinaria y personal", recuerda Abete. "Me
gusta mucho viajar para buscar nuevas tendencias de limpieza, sobre todo porque
Argentina es un país que tiene muy arraigado limpiar con lavandina y cloro.
Pero se puede llevar profesionalismo a la limpieza", añade.
En una
primera etapa, trabajaban con clientes directos, como restaurantes, bares y
colegios. "Era un buen nicho, pero sin volumen de operaciones. Así
que decidimos volcarnos al distribuidor mayorista, lo que nos
obligó a nosotros también a profesionalizarnos y sumar, por ejemplo bidones de
5 litros, certificaciones e instrucciones. Ahí fue cuando empezamos a
crecer", cuenta Abete, quien agrega que ese crecimiento fue "en
espiral" y con una fuerte pata en el interior -tienen un representante en
cada provincia. Hoy, tienen 25 empleados y un predio de fabricación y
depósito de 2.500 metros cuadrados en Moreno, a donde se mudaron en plena
pandemia.
El portfolio
de 200 productos incluye soluciones de limpieza para higiene y
sanitización, desde un desinfectante, detergente y cera para el piso a
productos para pileta, cosmética de automotor o detergentes para cocina.
Esto, además, se adapta según el cliente -no es igual para el sector hotelero,
el gastronómico o la industria. "En la pandemia vimos una reconversión del
mercado. El usuario buscaba comprar productos más profesionales, así que
adaptamos los envases al consumo masivo. De hecho, el mes pasado sumamos
una máquina para producir envases en pequeños volúmenes para poder llegar a
minoristas", revela Abete. Y añade: "Estamos muy enfocados en el
cuidado del medioambiente. Buscamos que no haya derroches y trabajamos con el
concepto de las tres R (reutilizar, reducir, reciclar)".
Con
una facturación de $ 95 millones mensuales, el próximo paso es
comenzar a exportar. "Es un proceso largo y complicado, que exige
mucha constancia. No solo por las normas de seguridad e higiene que hay que
cumplir, sino que por la cotización del dólar, un día sos competitivo y al otro
ya no", admite Abete. Hace cuatro años que están en negociaciones
con Paraguay, que podrían concretarse este año. El segundo país
es Bolivia, donde ya tiene distribuidor. Y en una etapa más
avanzada, el objetivo es llegar a Chile.
La
coyuntura, muchas veces, pone freno sobre un crecimiento que podría ser mayor.
"Como argentinos tenemos la gimnasia de poder adaptarnos a un montón de
cambios bruscos y eso marca la diferencia", dice Abete, para quien,
hoy, la principal traba está en la falta de insumos. "Por más
que actuemos como reemplazo de importaciones, en un proceso productivo tenés
entre por lo menos 10 y 12 insumos. Y algunos, como los adhesivos de la
etiqueta o el plástico del bidón, dependen de la importación. Eso es lo que más
daño nos genera", revela. Y agrega: "Es difícil cuando querés apuntar
al comercio exterior, porque a pesar de tener un buen producto, precio y
calidad, es un freno". Y el segundo gran problema, añade, es la carga
impositiva.
Sin
embargo, tiene más proyectos. Por un lado, seguirá impulsando su otro
emprendimiento, porque Abete se juntó con un socio y armó un papelera con la
que atienda a los mismos clientes, "que en tres años logró lo que SEIQ en
diez". Además, adquirieron un predio para ampliar la capacidad
productiva. "Vamos a sumar mayor innovación tecnológica, maquinaria y
empleados para el sector de la producción. El año que viene planeamos
duplicar la capacidad productiva y la facturación", concluye.
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