Adolfo Kaminsky, un luchador de la resistencia y experto en falsificación, pasó treinta años de su vida falsificando documentos para salvar vidas. Durante la Segunda Guerra Mundial, mientras elaboraba sellos para hacer tarjetas de identidad, Kaminsky descubrió la fotografía.
Después de la guerra, Kaminsky tomó miles de fotografías artísticas. Con su claroscuro su visión del mundo, sus temas favoritos eran los trabajadores, los amantes de los secretos, los comerciantes, los modelos y maniquíes, las muñecas rotas y los hombres errantes con barba. De los mercadillos de Saint-Ouen a Pigalle, capturó miradas, siluetas solitarias, luces, elegantes y oprimidos, todo lo que constituía su mundo.
A lo largo de su vida, las actividades clandestinas de Kaminsky lo obligaron a sacrificar sus ambiciones artísticas. Ni una sola de sus fotografías fue expuesta antes de 2011.
En 2009, este hombre sombrío finalmente accedió a romper su silencio a pedido de su hija Sarah, quien escribió una biografía sobre él, Adolfo Kaminsky, vida de un falsificador.
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