Según Peter Drucker, en su
libro La gerencia: Tareas,
responsabilidades y prácticas; el cargo de administrador debe basarse en un
tarea sea imprescindible para alcanzar los objetivos de la empresa, debiendo ser
real y que realice una contribución efectiva. El administrador debe ser
dirigido y controlado por los objetivos de desempeño más que por su propio
jefe. Las actividades que deben ejecutarse y los aportes que es necesario realizar
para alcanzar los objetivos de la empresa deben determinar siempre cuales son los
cargos gerenciales necesarios.
En este sentido el cargo
de gerente existe porque la tarea de la empresa reclama su existencia. El cargo
debe tener su propia autoridad y responsabilidad, pues los administradores
deben administrar, debiendo implicar un desafío máximo, y resumir en sí mismo
la responsabilidad máxima y realizar la máxima contribución.
Errores usuales en el diseño de los cargos gerenciales
1.- Hacer un cargo tan
pequeño que un hombre apto no puede desarrollarse.
Cualquier cargo gerencial
será muy probablemente un cargo terminal, es decir que permanecerá hasta su
jubilación. Si el cargo diseñado es tan reducido que su ocupante puede aprender
todo lo necesario en pocos años, la mayoría de los administradores que se
encuentre en esa situación se sentirá frustrada, y experimentará la sensación
de que en realidad no trabaja. Se opondrá a cualquier cambio, a todo lo que
signifique una idea nueva, pues cualquier variación solo puede empeorar su situación
y amenazar su seguridad. Por consiguiente, es necesario diseñar los cargos
gerenciales de modo que permitan el que el ocupante crezca, aprenda y se
desarrolle por muchos años. En general un cargo diseñado con excesiva amplitud no
es muy perjudicial. El error se manifiesta pronto, y puede corregirse
fácilmente. Pero un cargo muy pequeño es un veneno que lentamente paraliza
tanto al hombre como a la organización. Los cargos deben aportar satisfacción en
el desempeño e implicar un reto y una recompensa. Si la principal satisfacción del
cargo es el ascenso, el cargo mismo ha perdido significado y sentido.
2.- Diseñar un cargo tan “estrecho”,
que en realidad configura un cargo “ayudante de”.
El cargo gerencial debe
tener objetivos específicos y un propósito y una función determinados. Un
gerente debe ser capaz de realizar un aporte identificable, y es necesario que pueda
llamárselo a rendir cuentas. Pero el ayudante no tiene un cargo que pueda realizar
un aporte; tampoco son identificables su función, su propósito y sus objetivos.
3.- El modo de diseñar un
cargo gerencial es combinar la administración con el trabajo.
La administración es trabajo,
pero en sí misma no es trabajo de dedicación plena. En general, el gerente debe
ser un administrador y al mismo tiempo un profesional de carrera. Un gerente
debe ser un “jefe que trabaja” más que un “coordinador”.
4.- En lo posible, el cargo gerencial
debe diseñarse de modo que pueda atenderlo un hombre con su propio trabajo y con
las personas pertenecientes a la unidad que él administra.
Es un error diseñar un
cargo de modo que requiera reuniones continuas y un esfuerzo permanente de cooperación
y coordinación. No es necesario ampliar el programa de relaciones humanas, ya
que por su naturaleza el cargo requiere más labor de relaciones humanas que la
que la mayoría de la gente puede atender. Un individuo puede trabajar o
reunirse, pero no hacer las dos cosas simultáneamente.
5.- Los títulos nunca deben
usarse como recompensas, y mucho menos para disimular la falta de función.
La regla debe ser: por el trabajo
de primera clase pagamos, y pagamos bien. Pero modificamos el título solo
cuando la función, la posición y la responsabilidad del individuo cambian. Los
títulos crean expectativas e implican rango y responsabilidad. Usarlos como
gestos vacíos (reemplazando el rango y la responsabilidad) es buscarse
problemas.
6.- Es necesario repensar y
reestructurar los cargos que son “productores de viudas”.
En muchas empresas hay cargos
que consiguen derrotar a una sucesión de hombres eficaces sin encontrar la razón.
Si un cargo ha derrotado a varios hombres que en sus actividades anteriores
eran eficaces, es necesario reestructurarlo; para evitar que el mismo se
constituya en el fracaso profesional de los postulados a esa función. En
general, cuando la organización ha tenido un antecesor en el cargo que ha sido
exitoso, las expectativas y resultados exigibles al nuevo reemplazante, no
están centrados en la tarea a realizar, sino en la persona y en las
contribuciones por este realizado.
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