Mucho
dijimos en clase sobre la importancia que tiene la comunicación para los
líderes de una organización, la posibilidad cierta de saber comunicar a los demás
los propios anhelos y puntos de vista para convocarlos a realizar sus tareas
que le permitirán a la organización llegar al cumplimiento de sus objetivos.
Sin embargo, muchas veces el lenguaje de los CEO, desde la autoridad impuesta
por la organización parecen no cumplir con lo antedicho, ¿Qué es lo que nos
hacen seguir a “líderes” en sus discursos vacíos de contenidos y lleno de
frases comunes? En el siguiente artículo publicado en la Sección Comunidad de Negocios,
del diario La Nación, podemos reflexionar sobre este tema.
La
ironía cobra vida
El
Gurú llegó temprano y se ubicó en las primeras filas de un auditorio colmado.
Iban a desfilar por el escenario varios CEO para hablar de sus compañías. Se
propuso una meta, se podría decir, modesta. Tomó un lápiz y, como si contara
los puntos de un partido de truco, anotó las veces que los ejecutivos
pronunciaron dos palabras: oportunidad y desafío.
"Prácticamente
todas las frases tenían una de las dos palabras. No me imagino cómo podría
haber sido el discurso si se prohíbe pronunciar esas palabras", resumió
después. No es una cuestión que sólo se dé en el management, sino en la mayoría
de los lenguajes, pero los hombres de negocios han vaciado de contenido estos
dos términos.
Días atrás, en un encuentro sectorial que se realizó en un hotel cinco
estrellas porteño, un CEO entrevistaba a otro CEO. Obviamente sentados en
sillones minimalistas, los ejecutivos hablaban animadamente. Uno, el
entrevistador, preguntaba lejos de los parámetros periodísticos y el otro, el
entrevistado, repartía conceptos casi copiados de un caso práctico de un media
training. Así funcionaba la inocua entrevista. Centros perfectos y cabezazos al
ángulo. Por ahí, el CEO entrevistador tiraba alguna pregunta filoperiodística.
Y entonces, el CEO entrevistado iniciaba la respuesta. "Para nosotros. es
una oportunidad y representa un desafío.", y seguía. La gran mayoría de
los oyentes ya estaba con la cara luminosa mientras miraba el celular. Ya no
importaba lo que seguía, la utilización de oportunidad y desafío en una sola
oración tornaba inocuo todo lo que venía después. Los problemas gremiales eran
una oportunidad para encarar el desafío del cambio; la caída de las ventas
también era una oportunidad para tomar el desafío de aumentarlas, la
competencia con otros colegas era una fantástica oportunidad para ponerse a
trabajar en el desafió de ser los mejores. Y la lista puede seguir.
El
asunto es una anécdota menor que sucedió hace pocas semanas en Buenos Aires,
pero sirve para mostrar cómo los lenguajes corporativos vacían de contenidos
ciertos términos remanidos como pocos. En realidad, los CEO están preparados
para las respuestas. Reciben instrucciones precisas de qué decir y en qué
momento hacerlo. Y claro está, los latiguillos se utilizan como agua para salir
del paso rápido. El problema es que el abuso está al corriente.
Más allá de la gestión y de los números que muestren, los CEO que caen
bien son los que hablan fácil. Los que pueden cambiar el tono, o jugar una
humorada a tiempo, son aplaudidos a raudales en los encuentros de management.
La razón es simple: tienen una pátina de hombres duros y estructurados;
entonces, cuando se los ve llanos y directos, encantan.
El
Gurú terminó con la libretita llena de palitos en cuadrados cruzados con una
diagonal. Anotó ocho veces oportunidad y seis desafíos. Bastante. "Le
propongo una cosa y va a ver que no miento. Póngase a escuchar a un número uno
de una firma y lo va a comprobar. Les resulta muy difícil obviarlas",
dijo. Y entonces me vienen a la mente varios empresarios que repiten como loros
un título que los hermana y que generalmente empieza con "los desafíos
para.".
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