274 - Sistemas Administrativos
lunes, 30 de noviembre de 2020
Telxínoe: Hernán Casciari VIII
sábado, 28 de noviembre de 2020
miércoles, 25 de noviembre de 2020
1960 - Diego Armando Maradona - 2020
Este ídolo generoso y solidario había sido capaz de cometer, en apenas cinco minutos, los dos goles más contradictorios de toda la historia del fútbol. Sus devotos lo veneraban por los dos: no sólo era digno de admiración el gol del artista, bordado por las diabluras de sus piernas, sino también, y quizá más, el gol del ladrón, que su mano robó.
Diego Armando Maradona fue adorado no sólo por sus prodigiosos malabarismos sino también porque era un dios sucio, pecador, el más humano de los dioses. Cualquiera podía reconocer en él una síntesis ambulante de las debilidades humanas, o al menos masculinas: mujeriego, tragón, borrachín, tramposo, mentiroso, fanfarrón, irresponsable.
Pero los dioses no se jubilan, por humanos que sean.
Él nunca pudo regresar a la anónima multitud de donde venía. La fama, que lo había salvado de la miseria, lo hizo prisionero.
Maradona fue condenado a creerse Maradona y obligado a ser la estrella de cada fiesta, el bebé de cada bautismo, el muerto de cada velorio.
Más devastadora que la cocaína es la exitoína. Los análisis, de orina o de sangre, no delatan esta droga".
martes, 24 de noviembre de 2020
lunes, 23 de noviembre de 2020
Telxíone: Honorio Bustos Domeqc
El siguiente es un cuento de Honorio Bustos
Domec, que no es ni más ni menos que el seudónimo que usaban Adolfo
Bioy Casares y Jorge Luis Borges, para
deleitarnos con unas excelentes piezas literarias: “Esse est percipi”, ese título
en latín significa “ser es ser percibido”, lo que nos quieren decir que sólo existen las cosas que percibimos. El cuento está incluido
en libro “Crónicas de H. Bustos Domecq” (1967),
ahora leído de la mano de Hernán Casciari.
domingo, 22 de noviembre de 2020
viernes, 20 de noviembre de 2020
jueves, 19 de noviembre de 2020
Huellas: Mi jefe me discrimina por misógino y machista (artículo)
miércoles, 18 de noviembre de 2020
martes, 17 de noviembre de 2020
lunes, 16 de noviembre de 2020
Telxínoe: Adolfo Bioy Casares VI
viernes, 13 de noviembre de 2020
jueves, 12 de noviembre de 2020
Un video que nos ayuda con Administración en una página
miércoles, 11 de noviembre de 2020
martes, 10 de noviembre de 2020
lunes, 9 de noviembre de 2020
Telxínoe: Julio Cortazar VIII
Hoy presentamos nuevamente un video de Hernán Casciari con un relato sobre un cuento de Julio Cortázar: Cartas a una señorita en Paris, es el segundo cuento publicado en su libro Bestiario.
viernes, 6 de noviembre de 2020
miércoles, 4 de noviembre de 2020
martes, 3 de noviembre de 2020
lunes, 2 de noviembre de 2020
Telxínoe: Jorge Luis Borges XI
Reproducimos ese hermoso texto póstumo del escritor:
Silvano
Acosta
Mi padre fue engendrado en la guarnición de Junín, a una o dos leguas del desierto, en el año de 1874. Yo fui engendrado en la estancia de San Francisco, en el departamento de Río Negro, en el Uruguay, en 1899. Desde el momento de nacer contraje una deuda, asaz misteriosa, con un desconocido que había muerto en la mañana de tal día de tal mes de 1871. Esa deuda me fue revelada hace poco, en un papel firmado por mi abuelo, que se vendió en subasta pública. Hoy quiero saldar esa deuda. Nada me costaría fantasear rasgos circunstanciales, pero lo que me ha tocado es lo tenue del hilo que me ata a un hombre sin cara, de quien nada sé salvo el nombre, casi anónimo ahora, y la perdida muerte.
Asesinado Urquiza, la montonera jordanista asedió a Paraná. Una mañana entraron a caballo en la plaza y dieron la vuelta golpeándose la boca y gritando algún sapucai para hacer burla de la tropa. No se les ocurrió apoderarse de la ciudad.
Para levantar el sitio, el gobierno envió al regimiento número dos de infantería de línea. Faltaban plazas y una leva recogió algunos vagos en las tabernas y en las casas malas del Bajo. Acosta fue apresado en esa redada, entonces común. Nada me costaría atribuirle una parroquia de Buenos Aires o un oficio determinado -peón de albañil o cuarteador- pero esa atribución haría de él un personaje literario y no el hombre que fue lo que fue. A la semana desertó del cuartel y se pasó a los montoneros. Tal vez pensó que la disciplina entre gauchos sería menos severa que en las filas de un ejército regular. Tal vez quería desquitarse de haber sido arrastrado a la guerra. Prosiguió la campaña y un Destacamento del Dos trajo prisioneros. Alguien reconoció al pobre Acosta. Era un desertor y un traidor. El coronel Francisco Borges, mi abuelo, firmó la sentencia de muerte con la buena caligrafía de la época. Cuatro tiradores la ejecutaron.
Yo nací
treinta años después. Un vago sentimiento de culpa me ata a ese muerto. Sé que
le debo una reparación, que no le llegará. Dicto esta inútil página el
diecinueve de noviembre de 1985.