En 1776, Adan Smith publica “La riqueza de las naciones”
donde analiza las ventajas económicas que obtendrían los países con la
división internacional del trabajo. Este concepto, posteriormente, fue
trasladado a las empresas.
Se entiende por División del Trabajo a la fragmentación o
descomposición de una actividad
productiva en sus tareas más elementales y su reparto
entre diferentes personas, según su fuerza física, habilidad y conocimientos.
El aumento de la producción
que se deriva de la puesta en práctica del principio
de la división
del trabajo
se debe,
según Adam Smith, a tres causas principales:
1) aumenta la habilidad y destreza de los trabajadores;
2) ahorra la pérdida
de tiempo
de pasar de una tarea a otra;
3) facilita el uso de grandes máquinas
que facilitan considerablemente el trabajo
y le permiten a un hombre realizar
la labor de muchos.
Como producto de la Revolución Industrial,
las organizaciones sustentan la división del trabajo en dos procesos:
Delegación: mecanismo por el cual un miembro transfiere a otro de la
organización una o más funciones.
Departamentalización: consiste en agrupar tareas o funciones en
conjuntos homogéneos para el cumplimiento de las actividades fundamentales de
una empresa (producción, ventas por ejemplo) a fin de alcanzar las metas u
objetivos organizacionales.
La departamentalización es un medio para obtener la
homogeneidad operativa dentro de una organización, dicho en otras palabras: es
el proceso por el cual se busca establecer las modalidades para el agrupamiento
de las tareas y funciones de una organización. Las mismas pueden ser:
- por Funciones
- por Producto o Servicio
- por Localización Geográfica
- por Clientes
- por Procesos
- por Proyectos
- por Tiempo
- por combinación de distintos tipos