274 - Sistemas Administrativos
viernes, 31 de julio de 2020
Voces en el Fénix N° 80
Durante el transcurso de esta semana, se publicó en la web el último número de la Revista Voces en el Fénix, El empleo del tiempo - Futuro del Trabajo, donde se presentan distintas perspectivas respecto del empleo en la Argentina.
Como sabemos la revista es una publicación del Plan Fénix, este y todos los números anteriores pueden consultarse y descargarse en forma gratuita en el siguiente link: Voces en el Fénix.
miércoles, 29 de julio de 2020
martes, 28 de julio de 2020
Telxínoe: Liliana Heker (1943)
Liliana Heker nació en Buenos Aires un 9 de febrero de 1943,
es cuentista, novelista y ensayista, Su vocación literaria despertó desde muy
joven. "El poema es pésimo, pero
por la carta se nota que sos una escritora", le había dicho Abelardo
Castillo al leer los escritos que Heker le había hecho llegar cuando tenía 17
años. Fue entonces cuando Liliana Heker entró a trabajar en la revista
literaria El grillo de papel. Unos años después la publicación de Los que
vieron la zarza (1966) la consagraría, precoz y definitivamente, como una de
las grandes narradoras argentinas contemporáneas.
Sus cuentos completos han sido
traducidos al inglés y muchos de sus relatos se han publicado también en
Alemania, Rusia, Turquía, Holanda, Canadá y Polonia. Ha reunido todos sus
cuentos en el volumen Los bordes de lo real (1991). Su última novela, El fin de
la historia (1996), una desgarradora historia ambientada en los violentos años
'70, fue un suceso literario y cultural, desatando por igual la admiración y la
polémica.
Nuevamente de la mano de Hernán Casciari nos presenta el cuento “La
fiesta ajena”, vemos el video:
Páginas consultadas:
viernes, 24 de julio de 2020
miércoles, 22 de julio de 2020
martes, 21 de julio de 2020
lunes, 20 de julio de 2020
Telxínoe: Jorge Luis Borges X
Recurrimos nuevamente a Jorge Luis Borges, y volvemos de la mano de Hernán Casciari, esta vez para leernos y volver a inmortalizar "La forma de la espada".
sábado, 18 de julio de 2020
viernes, 17 de julio de 2020
miércoles, 15 de julio de 2020
martes, 14 de julio de 2020
lunes, 13 de julio de 2020
Telxínoe: Jorge Luis Borges IX
En esta ocasión, nuevamente, reproducimos un exquisito cuento del gran escritor Jorge Luis Borges, publicado originalmente en la prestigiosa Revista Sur (1944) y recopilado en su libro El Aleph (1949).
Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829 -1874)
I'm looking for
the face I had
before the world was made.
Yeats:
The winding stair.
El
seis de febrero de 1829, los montoneros que, hostigados ya por Lavalle,
marchaban desde el Sur para incorporarse a las divisiones de López, hicieron
alto en una estancia cuyo nombre ignoraban, a tres o cuatro leguas del
Pergamino; hacia el alba, uno de los hombres tuvo una pesadilla tenaz: en la
penumbra del galpón, el confuso grito despertó a la mujer que dormía con él.
Nadie sabe lo que soñó, pues al otro día, a las cuatro, los montoneros fueron
desbaratados por la caballería de Suárez y la persecución duró nueve leguas,
hasta los pajonales ya lóbregos, y el hombre pereció en una zanja, partido el
cráneo por un sable de las guerras del Perú y del Brasil. La mujer se llamaba
Isidora Cruz; el hijo que tuvo recibió el nombre de Tadeo Isidoro.
Mi
propósito no es repetir su historia. De los días y noches que la componen, sólo
me interesa una noche; del resto no referiré sino lo indispensable para que esa
noche se entienda. La aventura consta en un libro insigne; es decir, en un
libro cuya materia puede ser todo para todos (1 Corintios 9:22), pues es capaz
de casi inagotables repeticiones, versiones, perversiones. Quienes han
comentado, y son muchos, la historia de Tadeo Isidoro, destacan el influjo de
la llanura sobre su formación, pero gauchos idénticos a él nacieron y murieron
en las selváticas riberas del Paraná y en las cuchillas orientales. Vivió, eso
sí, en un mundo de barbarie monótona. Cuando, en 1874, murió de una viruela
negra, no había visto jamás una montaña ni un pico de gas ni un molino. Tampoco
una ciudad. En 1849, fue a Buenos Aires con una tropa del establecimiento de
Francisco Xavier Acevedo; los troperos entraron en la ciudad para vaciar el
cinto: Cruz, receloso, no salió de una fonda en el vecindario de los corrales.
Pasó ahí muchos días, taciturno, durmiendo en la tierra, mateando, levantándose
al alba y recogiéndose a la oración. Comprendió (más allá de las palabras y aun
del entendimiento) que nada tenía que ver con él la ciudad. Uno de los peones,
borracho, se burló de él. Cruz no le replicó, pero en las noches del regreso,
junto al fogón, el otro menudeaba las burlas, y entonces Cruz (que antes no había
demostrado rencor, ni siquiera disgusto) lo tendió de una puñalada Prófugo,
hubo de guarecerse en un fachinal: noches después, el grito de un chajá le
advirtió que lo había cercado la policía. Probó el cuchillo en una mata: poro
que no le estorbaran en la de a pie, se quitó las espuelas. Prefirió pelear a
entregarse. Fue herido en el antebrazo, en el hombro, en la mano izquierda;
malhirió a los más bravos de la partida; cuando la sangre le corrió entre los
dedos, peleó con más coraje que nunca; hacia el alba, mareado por la pérdida de
sangre, lo desarmaron. El ejército, entonces, desempeñaba una función penal;
Cruz fue destinado a un fortín de la frontera Norte. Como soldado raso,
participó en las guerras civiles; a veces combatió por su provincia natal, a
veces en contra. El veintitrés de enero de 1856, en las Lagunas de Cardoso, fue
uno de los treinta cristianos que, al mando del sargento mayor Eusebio Laprida,
pelearon contra doscientos indios. En esa acción recibió una herida de lanza.
En
su oscura y valerosa historia abundan los hiatos. Hacia 1868 lo sabemos de
nuevo en el Pergamino: casado o amancebado, padre de un hijo, dueño de una
fracción de campo. En 1869 fue nombrado sargento de la policía rural. Había
corregido el pasado; en aquel tiempo debió de considerarse feliz, aunque
profundamente no lo era. (Lo esperaba, secreta en el porvenir, una lúcida noche
fundamental: la noche en que por fin vio su propia cara, la noche que por fin
oyó su nombre. Bien entendida, esa noche agota su historia; mejor dicho, un
instante de esa noche, un acto de esa noche, porque los actos son nuestro
símbolo.) Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad
de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es.
Cuéntase que Alejandro de Macedonia vio reflejado su futuro de hierro en la
fabulosa historia de Aquiles; Carlos XII de Suecia, en la de Alejandro. A Tadeo
Isidoro Cruz, que no sabía leer, ese conocimiento no le fue revelado en un
libro; se vio a sí mismo en un entrevero y un hombre. Los hechos ocurrieron
así:
En
los últimos días del mes de junio de 1870, recibió la orden de apresar a un
malevo, que debía dos muertes a la justicia. Era éste un desertor de las
fuerzas que en la frontera Sur mandaba el coronel Benito Machado en una
borrachera, había asesinado a un moreno en un lupanar; en otra, a un vecino del
partido de Rojas; el informe agregaba que procedía de la Laguna Colorada. En
este lugar, hacía cuarenta años, habíanse congregado los montoneros para la
desventura que dio sus carne a los pájaros y a los perros; de ahí salió Manuel
Mesa, que fue ejecutado en la plaza de la Victoria, mientras los tambores
sonaban para que no se oyera su ira; de ahí, el desconocido que engendró a Cruz
y que pereció en una zanja, partido el cráneo por un sable de las batallas del
Perú y del Brasil. Cruz había olvidado el nombre del lugar; con leve pero
inexplicable inquietud lo reconoció... El criminal, acosado por los soldados,
urdió a caballo un largo laberinto de idas y de venidas; éstos, sin embargo lo
acorralaron la noche del doce de julio. Se había guarecido en un pajonal. La
tiniebla era casi indescifrable; Cruz y los suyos, cautelosos y a pie,
avanzaron hacia las matas en cuya hondura trémula acechaba o dormía el hombre
secreto. Gritó un chajá; Tadeo Isidoro Cruz tuvo la impresión de haber vivido
ya ese momento. El criminal salió de la guarida para pelearlos. Cruz lo
entrevió, terrible; la crecida melena y la barba gris parecían comerle la cara.
Un motivo notorio me veda referir la pelea. Básteme recordar que el desertor
malhirió o mató a varios de los hombres de Cruz. Este, mientras combatía en la
oscuridad (mientras su cuerpo combatía en la oscuridad), empezó a comprender.
Comprendió que un destino no es mejor que otro, pero que todo hombre debe
acatar el que lleva adentro. Comprendió que las jinetas y el uniforme ya lo
estorbaban. Comprendió su íntimo destino de lobo, no de perro gregario;
comprendió que el otro era él. Amanecía en la desaforada llanura; Cruz arrojó
por tierra el quepis, gritó que no iba a consentir el delito de que se matara a
un valiente y se puso a pelear contra los soldados junto al desertor Martín
Fierro.
Escena de la obra Martín Fierro - Teatro Nacional Cervantes |
https://www.borges.pitt.edu/sites/default/files/1109.pdf
https://encasa.ecea.edu.ar/recursos/libros/Biografia-de-Tadeo-Isidoro-Cruz-de-Jorge-Luis-Borges.pdf
sábado, 11 de julio de 2020
jueves, 9 de julio de 2020
miércoles, 8 de julio de 2020
martes, 7 de julio de 2020
lunes, 6 de julio de 2020
Telxínoe: Haruki Murakari IV
En esta ocasión traemos de la mano de Hernán Casciari, un cuento del gran escritor japones Haruki Murakari, Sobre encontrarse con una chica cien por cien perfecta, que presentáramos oportunamente en esta sección hace dos años (Telxíone: Haruki Murakari).
Aquí el video del cuento:
Aquí el video del cuento:
viernes, 3 de julio de 2020
miércoles, 1 de julio de 2020
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