En la
actualidad, en varias partes del mundo, se está buscando una alternativa
razonable a la dedicación que los distintos directivos le brindan al trabajo,
el modelo donde el ascenso en la jerarquía de una organización debía
acompañarse con la renuncia a una vida particular están terminando. Los empleados,
jefes y gerentes de muchas organizaciones reclaman una mejor calidad de vida,
que los aleje del estrés laboral y la posibilidad de poder pasar más tiempo en
compañía de sus familias. Está comprobado que las empresas que adoptan
políticas de personal que sean pro-familia, logran una mayor satisfacción de
los empleados, que se materializa en una menor rotación de personal, en la reducción
de los niveles de ausentismo y un mayor rendimiento en la productividad
laboral.
La
solución a estos planteos laborales podría ser el “trabajo compartido” o job
sharing que mediante una dedicación part time: dos empleados comparten la misma
posición en una compañía, dividiéndose los horarios, las tareas, el sueldo y
los beneficios de un trabajo full time. El resultado: dos empleados felices y
comprometidos, sin desgastes y sin sacrificar su vida personal por la
profesional, con un claro beneficio personal para ambos y concomitantemente un
mayor compromiso organizacional. El sueño hecho realidad, tanto para empleados
como para empleadores.
En el trabajo
compartido, desde el punto de vista de los empleados, no sólo se comparte
responsabilidad y el compromiso laboral, también se comparte la flexibilidad que
le permite a cada uno conquistar éxitos profesionales sin descuidar a la
familia. Para aquellas empresas que han optado por este sistema, redefine el
concepto solitario y costoso del éxito laboral, humaniza los lugares de trabajo,
y potencia las capacidades individuales y grupales de los individuos.
Para
que una organización pueda poner en marcha esta modalidad laboral, es necesario
encontrar la pareja ideal: personalidades compatibles, buena comunicación entre
ellos, tanta que no se note la transición entre uno y otro. Además de compartir
experiencia, habilidades y el mismo enfoque práctico hacia la resolución de los
problemas.
Leemos
en un artículo publicado en el diario El País de España, y levantado por el
diario La Nación, de la periodista Ana Carbajosa:
El sistema es el siguiente: dos personas se reparten las horas de un mismo puesto de trabajo en días o turnos consecutivos. Así por ejemplo un jefe como Pusey trabaja de lunes a miércoles y su compañera ocupa la misma jefatura de miércoles a viernes. La pareja de trabajadores pacta un sistema de organización y comunicaciones que se repite cada semana. En el caso de Pusey y McNaughton, los martes a última hora ambas mantienen una conversación telefónica fija de una hora. El miércoles es el día en que coinciden en la oficina y encadenan las reuniones de la semana. Y el jueves empieza el turno de McNaughton. Funcionan con una cuenta de correo conjunta, una sola mesa y un único número de teléfono fijo. Mantienen además un compromiso firme de respetar las decisiones de la otra mitad y nunca enviar órdenes contradictorias a los subordinados.
Pusey le ve muchas ventajas, también para su empleador. “Tiene dos cabezas pensando por el precio de una. Cuando hay problemas difíciles, somos dos perfiles distintos para solucionarlos. Además, cuando vuelvo el lunes a la oficina, estoy fresca y llena de energía para trabajar”. Evidentemente, su salario, de unos 95.400 euros al año se resiente de forma proporcional a las horas que deja de trabajar, pero Pusey asegura que le compensa, teniendo en cuenta lo que tendría que pagar a una persona que cuide de sus hijos esas horas sumado al precio de dejar de verlos.
Si bien
esta experiencia está empezando a tomar impulso en Europa, son pocas las compañías
que realizan esta modalidad laboral.
Seguimos
leyendo en el artículo:
La Administración británica promueve esta manera de trabajar y publica un manual en el que anima a los empleados del sector público a compartir puestos y les ayuda a presentar candidaturas conjuntas. Explica además cómo se llevan a cabo los procesos de selección, incluida la entrevista simultánea a los dos candidatos. “Compartir trabajo puede ser muy satisfactorio, pero requiere flexibilidad, confianza y buen trabajo en equipo”, concluye el manual. Tiene además una página web donde los candidatos pueden inscribirse para contactar con potenciales compañeros de puesto.
Esta
puede ser una solución a futuro para las organizaciones de cara a las nuevas
generaciones laborales, que están desarrollando un nuevo paradigma laboral que
le permita un desarrollo humano y profesional conjunto sin la necesidad de
sacrificios extremos, ni la privación de ver una familia crecer.
Caroline Pusey (izquierda) junto a Heather McNaughton, comparten su trabajo como directoras de personal del Ministerio de Defensa birtánico. EL PAÍS |
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