La
historia de Corto Maltés
Me
llamo Corto, Corto Maltés.
Nací
en Malta el 10 de julio de 1887, o al menos eso me han contado.
De
mi primera infancia recuerdo una bandera llena de cruces y una barba roja, la
de mi padre. ¿Mi madre? Una gitana de Sevilla. Era tan hermosa que el pintor
Ingres se enamoró locamente de ella; no sé si será verdad, pues ella nunca
hablaba de estas cosas.
Recuerdo
una casa preciosa con su patio lleno de flores junto a la mezquita de Córdoba,
y recuerdo bien el día en que una amiga de mi madre me tomó la mano izquierda y
la miró con horror, pues me faltaba la línea de la suerte. No lo pensé mucho,
tomé una navaja de afeitar de mi padre y yo solo me tracé una, larga y
profunda. No creo que aumentase mi dosis de suerte, pero siempre he sido libre
y eso es suficiente.
Mi
padre desaparecía continuamente y volvía cada vez menos. Era oriundo de
Tintagel, en Cornualles, un lugar lleno de hadas y magos. Afirmaba ser nieto de
una bruja de Man que tenía un gato rojo, y decía una barbaridad de cosas cuando
se perdía entre las botellas.
Estudié
en la escuela judía de La Valeta y luego en Córdoba con el rabino Ezra
Toledano, que fue quien me inició en la Torá y me contó otras historias
ocultas.
En
cualquier caso, lo que mejor recuerdo fue el día en que salí de Malta y me
embarqué en el Vanidad Dorada, un magnífico buque de tres palos, y desde
entonces navego dando vueltas por el mundo.
Conocí
a Rasputín, a Jack London y a tantos otros, aprendí a bailar el tango en Buenos
Aires, en las Antillas y Brasil conocí a Esmeralda y los ritos del vudú. Y
luego fueron las Indias, la China, las islas del Caribe entre apacibles
verandas y tiroteos, y las del Pacífico, con Escondida, la más extraña de
todas, entre monjes y piratas. He visto un tren cargado de oro precipitarse en
un lago helado de Mongolia, he compartido los silencios del desierto con un
guerrero, el verde y las lágrimas con una hermosísima hada irlandesa, he
buscado joyas y sueños imposibles por los canales y sobre los tejados de
Venecia.
No
soy un héroe, me gusta viajar y no me gustan las reglas, pero respeto solo una,
la de no traicionar nunca a los amigos.
He
buscado muchos tesoros sin encontrar ninguno, pero siempre continuaré buscando,
podéis estar seguros, incluso un poco más allá…
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