274 - Sistemas Administrativos
viernes, 28 de junio de 2019
jueves, 27 de junio de 2019
Huellas: Siguiendo el paso de los antilíderes
Nuevamente, Andrés Hatum en el programa "Comunidad de Negocios" que se emite por el Canal LN+, nos vuelve a introducir en la problemática de los antilíderes, aquellos jefes que recordamos no precesisamente por su performance positiva.
Leemos en la nota:
Cómo
son los jefes bestiales, los abusivos, los narcisistas y los maquiavélicos
Tener
un mal jefe parece algo casi inevitable a lo largo de una vida y, frente a esta
situación, hay quienes eligen renunciar al trabajo y los que se quedan por
distintas razones. Pero, en cualquier caso, conviene saber con lo que se está
lidiando y cómo puede llegar a actuar esa persona.
De
acuerdo con esto, el profesor de management y autor del libro "El Anti
Líder", Andrés Hatum, compartió en el programa "Comunidad de
Negocios" -que se emite por LN+ - una especie de taxonomía de los peores
jefes con los que uno se puede encontrar.
1.
El jefe bestial. De acuerdo con Hatum, lo bueno de este tipo de jefes es que se
exponen como lo hizo el CEO de una empresa española llamada Iberdrola, cuando,
en una presentación, se enojó con las personas que manejaban la luz y les
gritó: "¡Ejecuten, no piensen, ya piensan otros por ustedes!".
"La gente sabe que hacer cuando le toca un jefe así que es salir de la
mira de esa persona y conseguir los resultados que él quiere porque sino te
pasan estas cosas. Es terrible, pero es fácil darse cuenta de que es bestial.
Si tu jefe es el presidente de la compañía es una cosa, pero si te toca de
casualidad un jefe bestial y la empresa te gusta, entonces se puede tratar de
zafar porque los jefes cambian", aconsejó.
2.
El jefe abusivo. Para ilustrar este caso, el profesor de management utilizó al
personaje de Berlín en La Casa de Papel. "Un líder abusivo lo que hace es
intoxicar a la organización y cooptar a la gente lavándoles el cerebro y la
gente sigue a ese líder, está alineada a esa persona tóxica. Este ejemplo es
abusivo y narcicista", consideró.
3.
El jefe narcicista. Según Hatum es el peor que puede tocar porque ahí la única
salida es irse de la organización. "El jefe narcisista es aquel que de
tanto mirarse al espejo no puede ver lo que lo rodea. Generalmente eligen
equipos directivos de obsecuentes con poca calidad profesional. Nunca se puede
crecer con alguien así al lado y, si le haces sombra, te hace la vida
imposible. El abusivo a lo sumo te da una patada", describió.
4.
El jefe maquiavélico. Acá el ejemplo fue con la serie The Office. "El
juego de poder que hacen por detrás los jefes maquiavélicos es terrible. Te
dicen por delante que está todo bien y por atrás te clavan el puñal. No te das
cuenta enseguida cuanto tenes un jefe maquiavélico y psicópata", alertó.
Por
último, sumó un ejemplo más de líder maquiavélico con el personaje de J.K.
Simmons en la película Whiplash. "Acá lo ves en su función más toxica y
abusiva en la que le hace imposible la vida a la gente. No sabés qué hacer.
Porque poner en un curriculum que trabajaste con alguien así es fantástico,
pero te arruinó la vida. Tienen manejos muy turbios y en los trabajos es mejor
evitar a estos personajes", concluyó.
Páginas
consultadas:
miércoles, 26 de junio de 2019
martes, 25 de junio de 2019
Huellas: Las megaempresas y una historia de más de 400 años - artículo
Presentamos un artículo del artículo publicado en el Diario La Nación, sobre el tamaño de las organizaciones:
Las
megaempresas y una historia de más de 400 años
La
existencia de corporaciones gigantescas no es nueva en el capitalismo, pero hoy
su avance aviva la polémica; se teme que su poder pueda minar la libre
competencia
Sebastián Campanario
Cinco
de las seis empresas más valiosas del mundo en la actualidad tienen un modelo
de "plataforma" de acuerdo con un estudio reciente de tres académicos
de Harvard (David Yoffie, Annabelle Gawer y Michael Cusumano). Los autores
definen plataformas en un sentido amplio, que contempla asociar a terceras
empresas en distintos vectores de productos y servicios, con lo cual se
incluyen Google (con Android) y Apple (con el iPhone), además de Amazon,
Microsoft y Facebook.
En
total, la investigación contó 43 empresas-plataformas listadas en oferta
pública, que generaron en los últimos 20 años la misma cantidad de ganancias
que las "no plataformas", con la mitad de los empleados y tasas de
crecimiento mucho más altas. El nuevo mundo corporativo, dicen los autores, es
definitivamente de las plataformas.
En
el denominado "Club Famga" o "GAFA" (por las iniciales de
los colosos que se incluyan) se pelean por consolidarse arriba del billón de
dólares de valuación (hoy están en carrera, pero por debajo). El iPhone de
Apple, por ejemplo, según algunos estudios, está considerado el producto más
exitoso de la historia, con 1600 millones de unidades vendidas hasta la fecha.
Si se incluyen otros dispositivos que usan el sistema operativo iOS, la cifra
asciende a 2200 millones de unidades.
En
un marco más general, el mercado con compañías ligadas a internet se multiplicó
por diez en la última década, según el emprendedor Elad Gil. "Con 3500
millones de personas online -de las cuales 3000 millones tienen celulares
inteligentes-estamos en presencia del mercado potencial más grande de la
historia", sostiene el empresario que le vendió su startup Mixer Labs a
Twitter. Solo este incremento absoluto hace que valuaciones de compañías que
hace una década estaban en US$10 millones hoy hayan visto crecer su valor a los
US$100 millones. "Lo interesante es que este aumento de la escala hace que
hoy para las start ups sea posible crecer más rápído que nunca", completa
Gil.
La
dinámica es global. Pasaron solo dos años desde que Mercado Libre superó en
valor a la petrolera YPF. Desde entonces, las trayectorias fueron divergentes y
en la actualidad la empresa de Marcos Galperín (que trabajó en YPF antes de
fundar MeLi) sextuplica la capitalización de la petrolera. De hecho, la firma
de comercio electrónico argentina vale más que Spotify y está en el entorno de
la valuación de Twitter.
Pero
aunque uno pueda impresionarse con estas comparaciones, lo cierto es que la
presencia de megacorporaciones de tamaño sideral no es nueva en la historia del
capitalismo. De hecho, en términos relativos, hubo firmas que llegaron a
superar largamente a las valuaciones que se ven hoy entre las corporaciones de
tecnología en la Bolsa de los Estados Unidos.
Un
informe que tuvo amplia repercusión en redes, replicado semanas atrás por
DutchReview y Visual Capitalist, actualiza el valor de grandes compañías del
pasado -en su pico de valuación- con resultados sorprendentes. El récord por
lejos lo tiene la Compañía Holandesa de Indias Orientales, que en el año 1637
llegó a valer el equivalente a casi 8 billones (millones de millones) de
dólares, más que todo el Club Famga actualmente sumado. La firma se fundó en
1602, tenía sus oficinas centrales en Amsterdam y se aseguró el monopolio del
comercio de especias por dos décadas con lo que hoy es Indonesia.
Fue
la primera empresa en emitir acciones y llegó a emplear 70.000 personas en
distintas partes de la ruta comercial, que por entonces tardaba en completarse
entre diez y doce meses. Su pico de valuación lo alcanzó con la "fiebre de
los tulipanes", y se derrumbó un siglo después de su fundación.
El
segundo puesto en este ranking de gigantes de todos los tiempos es para la
Mississippi Company en 1720 (6,5 billones de dólares). Grandes petroleras como
Saudi Aramco, Standard Oil y las mismas IBM y Microsoft en su apogeo llegaron,
en términos relativos, a valer más de lo que cuestan actualmente la empresas
del Club Famga. Consultado en Twitter al respecto, el historiador económico
Mauricio Drelichman (un experto en la economía europea de los siglos XVl y
XVll) afirmó que la metodología para armar estas actualizaciones le resultaba
dudosa.
Economía
de plataformas
Más
allá de la discusión metodológica y el debate por determinar cuál fue la
empresa más grande de la historia, lo cierto es que la polémica por un eventual
poder que mine la libre competencia por parte de estos gigantes está al rojo
vivo. En los Estados Unidos, su prioridad es uno de los pocos puntos de acuerdo
entre demócratas y republicanos, que debate si será necesario "romper"
Amazon, Google, Facebook, etc. El 9 de mayo pasado, en una nota muy comentada
del New York Times, uno de los fundadores de Facebook, Chris Hughes, publicó
una columna titulada: "Yo cofundé Facebook. Es hora de romperlo".
En
Inglaterra, país que suele estar a la vanguardia en este tipo de regulaciones,
el Reporte Furman recomendó una mayor intervención estatal, la creación de una
unidad especial que promueva la libre competencia en mercados digitales y un
mayor control de las adquisiciones (aunque se abstuvo de sugerir
"romper" estas grandes plataformas). El grupo Alphabet (Google), por
ejemplo, viene comprando una startup cada 18 días en la última década, en tanto
que las cinco empresas más grandes del mundo adquirieron 400 en total en el
mismo período.
En
los Estados Unidos, Amazon está comprando a precio de ganga los grandes
shoppings que el comercio electrónico contribuyó a fundir, dado que sus
extensas superficies resultan ideales como centros de distribución, cerca del
consumo de los núcleos urbanos. Este elegante "golpe de gracia" se
parece a la estrategia que en ajedrez usaba el armenio Tigran Petrosian,
campeón mundial entre 1963 y 1969: la de la "boa constrictor" que
ahogaba lentamente a sus rivales para forzar finales ganadores donde bastaba
con sólo "soplar" al adversario para que se cayera.
"Estamos
en un nuevo territorio, con mapas que recién se están armando y reglas nunca
vistas en la historia del capitalismo: el de la economía de las
plataformas", sostuvo en su newsletter semanal Exponential View el
futurista Azeem Azhar. "Estas empresas hoy se volvieron una pieza clave de
la infraestructura pública: buena parte de nuestro acceso a bienes, servicios y
recursos está intermediado por estas grandes plataformas, que a su vez hoy
parecen ser las únicas para resistir ciberataques a gran escala".
El
debate está recién en una etapa inicial. En la nueva economía de plataformas,
como dice un cartel del Colegio de Agrimensores en la ruta 2, camino a la
costa, "El tamaño sí importa".
Páginas consultadas:
lunes, 24 de junio de 2019
Huellas: Los Centennials y su relación con el trabajo - artículo
El
presente es un artículo publicado en el diario La Nación, de la periodista
Marilina Esquivel.
Los
centennials y su relación con el trabajo: cuáles son sus expectativas
La
mayoría manifiesta que lo que más le molesta de una empresa es que "le
paguen poco"; cuatro de cada diez vivieron el desempleo de sus padres
Los
jóvenes argentinos de entre 18 y 24 años ven en el trabajo una posibilidad de
progreso, desarrollo y aprendizaje pero también lo consideran solo un medio
para tener dinero o lograr objetivos. Los datos parten de un estudio realizado
por la compañía argentina Combo Marca Empleadora entre 5531 jóvenes de
Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela, México y Panamá
(1006 respuestas fueron de nuestro país) y se presentó en el marco de un
encuentro realizado por el IAE Business School, Bumeran y Combo.
Para
los centennials argentinos, la cuestión laboral es vivida como un deseo tanto
como un obstáculo. El 86% de los jóvenes argentinos encuestados de entre 18 y
24 años dice que su plan concreto a futuro es trabajar (el dato supera la media
latinoamericana de 77%) y el 81%, estudiar. Sin embargo, más allá de la
expectativa, tres cuartas partes dice que la falta de empleo y de dinero es el
factor más limitante en su vida, seguido por la inexperiencia laboral, que fue
mencionada por la mitad de los entrevistados.
Es
más: los jóvenes argentinos ven en el trabajo una posibilidad de progreso,
desarrollo y aprendizaje pero también lo consideran solo un medio para tener
dinero o lograr objetivos: así lo indica 36% y el 26%, respectivamente. El 20%
considera que trabajar brinda satisfacción y dignidad y el 19% autonomía e
independencia.
"Hay
primero que entenderlos y aceptarlos, para generar luego prácticas y políticas
que los incluyan. Se trata de escucharlos permanentemente, adaptar redes y
formas de trabajar y organizarse para llegar mejor al cliente pensando en ambas
experiencias: las del cliente y las del colaborador", dijo en el encuentro
Rafael Bergés, gerente de Desarrollo Organizacional y Recursos Humanos de Banco
Galicia, donde trabajan 945 centennials, 463 mujeres y 482 varones.
"Hay
compañías que dicen que se siguen adaptando a los millennials, ¡pero hoy
alguien de esa generación puede tener 39 años! El gran desafío es la brecha
entre el management y estos chicos. Si bien hay millennials que van a liderar
centennials y son cercanos porque ambas generaciones están atravesadas por la
tecnología, los centennials implican una gran irrupción", dice Carolina
Borracchia, directora de Combo Marca Empleadora.
"Buscan
que la comunicación sea auténtica entre sus pares, superiores y de la
organización con su entorno", dice Tomás Farchi, profesor de IAE Business
School. "En un péndulo, si la Generación X marcó un extremo y la
Generación Y otro, los centennials no siguieron yendo más allá", gráfica y
agrega que, a diferencia de los millenials, estos jóvenes "son menos
individualistas y piensan más socialmente, como parte de un colectivo",
explicó.
Según
datos presentados por Bumeran, la centennial es una generación que muestra
preocupación por sus opciones laborales y una actitud más realista que la
anterior, piensan más a largo plazo, entienden que para salir adelante es
necesario un título universitario y prefieren trabajos full time. En contraposición
a las tendencias globales sobre empleo de los últimos años, los centennials se
alejan de las "carreras del futuro" (tecnologías de la información,
robótica, biotecnología, ingeniería ambiental) y tienden a elegir aquellas
consideradas como tradicionales como administración, abogacía e ingeniería.
Consultados
sobre de qué depende que les vaya bien en el futuro, el 91% de los jóvenes dice
que la clave está en su propio esfuerzo (de hecho, si bien el 35% prefiere
aprender mediante la práctica y con profesores, el 19% menciona la importancia
de aprender por su cuenta). El 73% cree que influirán sus estudios, el 55%
tener un buen empleo y el 47% su entorno y contactos. Solo el 22% confía en la
suerte y el 9% descansa en la ayuda de sus padres. El 2% menciona "alcanzar
cierta popularidad en las redes sociales".
Sobre
los planes a corto plazo, además de trabajar y estudiar, los jóvenes quieren
viajar por el mundo (53%), irse a vivir solos (37%), comprarse un auto (34%),
salir y divertirse con sus amigos (34%) y comprar su primera casa (32%). Acerca
de los obstáculos que ven en su vida -además de la falta de empleo y el
dinero-, se refieren a tener que pedirle plata a sus padres (32%) y la
incertidumbre general sobre su futuro (27%).
Para
los centennials gozar de su vida es clave. En ese sentido, es lógico que cuando
se les pregunta por un trabajo atractivo el 40% quiera trabajar "en
cualquier lugar pero pudiendo disfrutarlo" (poco menos de la mitad
considera que sus padres disfrutan o disfrutaron de su trabajo). El 29%
prefiere una multinacional que le permita hacer carrera en el exterior, el 16%
quiere tener un emprendimiento propio, el 13% trabajar en una empresa que le
permita manejar sus propios tiempos y el 2% en una ONG.
Por
el contrario, que el lugar de trabajo no sea cómodo es la principal razón de
rechazo seguido por la falta de oportunidades para aprender: opciones marcadas
por el 79% y el 63%. El 56% dice que lo que más le molestaría es que le paguen
poco y 46% que le pidan hacer algo poco ético.
"Las
compañías están emperradas en mostrar su marca empleadora como el lugar
perfecto para trabajar; los millenials ya no les creían y estos chicos son
hackers sociales. Son realmente astutos y desconfiados. Han tenido infancias y
adolescencias despojadas de ingenuidad. Compran cuando pueden ver la
imperfección. Valoran la vulnerabilidad y la barrera de credibilidad está mucho
más alta. A los centennials no les importa que les hablen de una compañia sino
sobre cómo va a ser su experiencia de trabajo allí", comenta Borracchia.
Admiración
y referentes
Las
personas que más admiran los centennials argentinos no son aquellos con grandes
logros laborales sino personales. El 59% se siente inspirado por quienes
disfrutan de la vida y el 36% por aquellos que logran formar una familia unida.
El 32% admira a quienes viajan por el mundo y el 27% a las personas que
alcanzan logros académicos. Solo el 18% mencionó a quienes consiguen un buen
puesto de trabajo y el 11% a quienes consiguen ser millonarios o trabajan en
una empresa importante.
"Son
digitales, lo que se demuestra en su espontaneidad. Son más activos, y al mismo
tiempo escapan de la rutina. Les gustan los desafíos cortos con resultados más
inmediatos que a los millennials. Son más pragmáticos. Esta característica
también hace que sea una generación que tiene que aprender del trabajo con y
para otros, en la interacción personal" dijo durante el encuentro
Florencia Tiscornia, gerente de Recursos Humanos de YPF, que tiene 650
centennials en su staff y 360 pasantes.
Cuatro
de cada 10 centennials vivieron el desempleo de su padre o madre. Tal vez ese
hecho influya en la respuesta a '¿A qué persona admirás?' En la respuesta, todo
queda en familia: el 48% menciona a sus padres y el 19% a otros familiares. Las
razones son su capacidad para superar obstáculos, el esfuerzo, el logro de
metas, 'hacerse de abajo'; en menor medida se refieren a los logros materiales.
Entre
sus referentes, el 17% señala personalidades públicas: entre los artistas y
comunicadores, Marley y Lali Espósito; entre los deportistas, Lionel Messi y
Diego Maradona; entre los emprendedores, Bill Gates y Elon Musk; entre los
escritores y científicos, Nikola Tesla y J.K. Rowling, entre otros.
En
línea con su foco de admiración, para los jóvenes, el reconocimiento más
valorado es que su entorno cercano lo considere referente en el algún tema
específico. Así lo vive el 69% mientras que un 40% dice que la felicitación de
sus padres los hace sentir estimados. El entorno laboral recién entra en tercer
lugar: el 31% ve el mejor reconocimiento en ganar un premio en la escuela, la
universidad o el trabajo. Recibir mensajes de sus amigos (29%), que su pareja
los felicite (24%) y recibir likes en las redes sociales (10%) son otros
factores valorados.
Páginas consultadas:
https://www.lanacion.com.ar/economia/empleos/los-centennials-y-su-relacion-con-el-trabajo-cuales-son-sus-expectativas-144-x-139-cms-nid2260395Telxínoe: Julio Cortázar V
En esta ocasión acercamos otro cuento de Julio Cortázar, publicado originalmente en el libro Queríamos tanto a Glenda.
Graffiti
A
Antoni Tàpies
Tantas cosas que empiezan y acaso acaban
como un juego, supongo que te hizo gracia encontrar un dibujo al lado del tuyo,
lo atribuiste a una casualidad o a un capricho y sólo la segunda vez te diste
cuenta que era intencionado y entonces lo miraste despacio, incluso volviste
más tarde para mirarlo de nuevo, tomando las precauciones de siempre: la calle
en su momento más solitario, acercarse con indiferencia y nunca mirar los
grafitti de frente sino desde la otra acera o en diagonal, fingiendo interés por
la vidriera de al lado, yéndote en seguida.
Tu propio juego había empezado por
aburrimiento, no era en verdad una protesta contra el estado de cosas en la
ciudad, el toque de queda, la prohibición amenazante de pegar carteles o
escribir en los muros. Simplemente te divertía hacer dibujos con tizas de
colores (no te gustaba el término grafitti, tan de crítico de arte) y de cuando
en cuando venir a verlos y hasta con un poco de suerte asistir a la llegada del
camión municipal y a los insultos inútiles de los empleados mientras borraban
los dibujos. Poco les importaba que no fueran dibujos políticos, la prohibición
abarcaba cualquier cosa, y si algún niño se hubiera atrevido a dibujar una casa
o un perro, lo mismo lo hubieran borrado entre palabrotas y amenazas. En la
ciudad ya no se sabía demasiado de que lado estaba verdaderamente el miedo;
quizás por eso te divertía dominar el tuyo y cada tanto elegir el lugar y la
hora propicios para hacer un dibujo.
Nunca habías corrido peligro porque sabías
elegir bien, y en el tiempo que transcurría hasta que llegaban los camiones de
limpieza se abría para vos algo como un espacio más limpio donde casi cabía la
esperanza. Mirando desde lejos tu dibujo podías ver a la gente que le echaba
una ojeada al pasar, nadie se detenía por supuesto pero nadie dejaba de mirar
el dibujo, a veces una rápida composición abstracta en dos colores, un perfil
de pájaro o dos figuras enlazadas. Una sola vez escribiste una frase, con tiza
negra: A mí también me duele. No duró dos horas, y esta vez la policía en
persona la hizo desaparecer. Después solamente seguiste haciendo dibujos.
Cuando el otro apareció al lado del tuyo
casi tuviste miedo, de golpe el peligro se volvía doble, alguien se animaba
como vos a divertirse al borde de la cárcel o algo peor, y ese alguien como si
fuera poco era una mujer. Vos mismo no podías probártelo, había algo diferente
y mejor que las pruebas más rotundas: un trazo, una predilección por las tizas
cálidas, un aura. A lo mejor como andabas solo te imaginaste por compensación;
la admiraste, tuviste miedo por ella, esperaste que fuera la única vez, casi te
delataste cuando ella volvió a dibujar al lado de otro dibujo tuyo, unas ganas
de reír, de quedarte ahí delante como si los policías fueran ciegos o idiotas.
Empezó un tiempo diferente, más sigiloso,
más bello y amenazante a la vez. Descuidando tu empleo salías en cualquier
momento con la esperanza de sorprenderla, elegiste para tus dibujos esas calles
que podías recorrer de un solo rápido itinerario; volviste al alba, al
anochecer, a las tres de la mañana. Fue un tiempo de contradicción
insoportable, la decepción de encontrar un nuevo dibujo de ella junto a alguno
de los tuyos y la calle vacía, y la de no encontrar nada y sentir la calle aún
más vacía. Una noche viste su primer dibujo solo; lo había hecho con tizas
rojas y azules en una puerta de garage, aprovechando la textura de las maderas
carcomidas y las cabezas de los clavos. Era más que nunca ella, el trazo, los
colores, pero además sentiste que ese dibujo valía como un pedido o una
interrogación, una manera de llamarte. Volviste al alba, después que las
patrullas relegaron en su sordo drenaje, y en el resto de la puerta dibujaste
un rápido paisaje con velas y tajamares; de no mirarlo bien se hubiera dicho un
juego de líneas al azar, pero ella sabría mirarlo. Esa noche escapaste por poco
de una pareja de policías, en tu departamento bebiste ginebra tras ginebra y le
hablaste, le dijiste todo lo que te venía a la boca como otro dibujo sonoro,
otro puerto con velas, la imaginaste morena y silenciosa, le elegiste labios y
senos, la quisiste un poco.
Casi en seguida se te ocurrió que ella
buscaría una respuesta, que volvería a su dibujo como vos volvías ahora a los
tuyos, y aunque el peligro era cada vez mayor después de los atentados en el
mercado te atreviste a acercarte al garage, a rondar la manzana, a tomar
interminables cervezas en el café de la esquina. Era absurdo porque ella no se
detendría después de ver tu dibujo, cualquiera de las muchas mujeres que iban y
venían podía ser ella. Al amanecer del segundo día elegiste un paredón gris y
dibujaste un triángulo blanco rodeado de manchas como hojas de roble; desde el
mismo café de la esquina podías ver el paredón (ya habían limpiado la puerta
del garage y una patrulla volvía y volvía rabiosa), al anochecer te alejaste un
poco pero eligiendo diferentes puntos de mira, desplazándote de un sitio a
otro, comprando mínimas cosas en las tiendas para no llamar demasiado la
atención. Ya era noche cerrada cuando oíste la sirena y los proyectores te
barrieron los ojos. Había un confuso amontonamiento junto al paredón, corriste
contra toda sensatez y sólo te ayudó el azar de un auto dando vuelta a la
esquina y frenando al ver el carro celular, su bulto te protegió y viste la
lucha, un pelo negro tironeado por manos enguantadas, los puntapiés y los
alaridos, la visión entrecortada de unos pantalones azules antes de que la
tiraran en el carro y se la llevaran.
Mucho después (era horrible temblar así,
era horrible pensar que eso pasaba por culpa de tu dibujo en el paredón gris)
te mezclaste con otras gentes y alcanzaste a ver un esbozo en azul, los trazos
de ese naranja que era como su nombre o su boca, ella así en ese dibujo
truncado que los policías habían borroneado antes de llevársela; quedaba lo
bastante como para comprender que había querido responder a tu triángulo con
otra figura, un círculo o acaso un espiral, una forma llena y hermosa, algo
como un sí o un siempre o un ahora.
Lo sabías muy bien, te sobraría tiempo para
imaginar los detalles de lo que estaría sucediendo en el cuartel central; en la
ciudad todo eso rezumaba poco a poco, la gente estaba al tanto del destino de
los prisioneros, y si a veces volvían a ver a uno que otro, hubieran preferido
no verlos y que al igual que la mayoría se perdieran en ese silencio que nadie
se atrevía a quebrar. Lo sabías de sobra, esa noche la ginebra no te ayudaría
más a morderte las manos, a pisotear tizas de colores antes de perderte en la borrachera
y en el llanto.
Sí, pero los días pasaban y ya no sabías
vivir de otra manera. Volviste a abandonar tu trabajo para dar vueltas por las
calles, mirar fugitivamente las paredes y las puertas donde ella y vos habían
dibujado. Todo limpio, todo claro; nada, ni siquiera una flor dibujada por la
inocencia de un colegial que roba una tiza en la clase y no resiste el placer
de usarla. Tampoco vos pudiste resistir, y un mes después te levantaste al
amanecer y volviste a la calle del garage. No había patrullas, las paredes estaban
perfectamente limpias; un gato te miró cauteloso desde un portal cuando sacaste
las tizas y en el mismo lugar, allí donde ella había dejado su dibujo, llenaste
las maderas con un grito verde, una roja llamarada de reconocimiento y de amor,
envolviste tu dibujo con un óvalo que era también tu boca y la suya y la
esperanza. Los pasos en la esquina te lanzaron a una carrera afelpada, al
refugio de una pila de cajones vacíos; un borracho vacilante se acercó
canturreando, quiso patear al gato y cayó boca abajo a los pies del dibujo. Te
fuiste lentamente, ya seguro, y con el primer sol dormiste como no habías
dormido en mucho tiempo.
Esa misma mañana miraste desde lejos: no lo
habían borrado todavía. Volviste al mediodía: casi inconcebiblemente seguía ahí.
La agitación en los suburbios (habías escuchado los noticiosos) alejaban a la
patrulla de su rutina; al anochecer volviste a verlo como tanta gente lo había
visto a lo largo del día. Esperaste hasta las tres de la mañana para regresar,
la calle estaba vacía y negra. Desde lejos descubriste otro dibujo, sólo vos
podrías haberlo distinguido tan pequeño en lo alto y a la izquierda del tuyo.
Te acercaste con algo que era sed y horror al mismo tiempo, viste el óvalo
naranja y las manchas violetas de donde parecía saltar una cara tumefacta, un
ojo colgando, una boca aplastada a puñetazos. Ya sé, ya sé ¿pero qué otra cosa
hubiera podido dibujarte? ¿Qué mensaje hubiera tenido sentido ahora? De alguna
manera tenía que decirte adiós y a la vez pedirte que siguieras. Algo tenía que
dejarte antes de volverme a mi refugio donde ya no había ningún espejo,
solamente un hueco para esconderme hasta el fin en la más completa oscuridad,
recordando tantas cosas y a veces, así como había imaginado tu vida, imaginando
que hacías otros dibujos, que salías por la noche para hacer otros dibujos.
Páginas consultadas:
http://planlectura.educ.ar/wp-content/uploads/2016/01/Graffiti-en-Queremos-tanto-a-Glenda-Julio-Cort%C3%A1zar.pdf
http://www.literaberinto.com/CORTAZAR/graffiti.htm
Páginas consultadas:
http://planlectura.educ.ar/wp-content/uploads/2016/01/Graffiti-en-Queremos-tanto-a-Glenda-Julio-Cort%C3%A1zar.pdf
http://www.literaberinto.com/CORTAZAR/graffiti.htm
viernes, 21 de junio de 2019
jueves, 20 de junio de 2019
miércoles, 19 de junio de 2019
Para reflexionar: Zona de Confort
¿Qué es la zona de confort?
Podemos decir que la zona de
confort es ese estado mental en el que nos encontramos situados con placidez y
tranquilidad, donde controlamos prácticamente todo lo que ocurre a nuestro alrededor,
nos sentimos seguros y conocemos cada centímetro de este confortable territorio.
Salir de nuestra zona de
confort es bastante complicado. Debido a que nuestra zona de confort nos da
abrigo y nos hace sentir seguros. Dejar atrás nuestra zona de confort nos
llevará a navegar por nuestro particular océano de desarrollo personal.
Una vez que se abandona la
zona de confort, lo habitual es que la persona se sienta miedo, hasta que comienza una etapa de aprendizaje, y que una vez superada lo llevará a una zona de crecimiento personal. Mientras va atravesando las distintas etapas, cada persona se sentirá más realizada por las
nuevas experiencias y situaciones que está viviendo. Por tanto, en principio la
mayoría de profesionales que logran salir de su burbuja se sentiran satisfechos.
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