En estos días la noticia de la
muerte de un operario en una planta de Volkswagen en Alemania, ha despertado
las peores pesadillas relacionadas con la robótica: por un lado, la posibilidad
muy remota de que máquinas con capacidad para tomar decisiones puedan hacer
daño a seres humanos de forma voluntaria, por otro, la creciente presencia, muy
real, de robots en las plantas industriales y en la agricultura, que acaben
reemplazando a los trabajadores humanos.
Esta apretada síntesis que leemos
en el artículo El robot letal de la planta de coches, del diario El País de España, refleja una discusión que hace tiempo nos plantea los límites de la
aplicación de la inteligencia artificial en nuestra labor diaria. El hecho, en
plena investigación, que puede haberse producido por una falla o error humano,
no escapa a estos interrogantes.
Es así que Isaac Asimov, uno de
los más grandes escritores de ciencia ficción, ha establecido una serie de
leyes de la robótica que tienen que ser cumplidas, por los robots, para evitar
dañar al ser humano.
1º Ley: Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño.
2º Ley: Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si esas órdenes entrase en conflicto con la primera ley.
3º Ley: Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esa protección no entre en conflicto con la primera o la segunda ley.
Estas leyes aparecieron en el
cuento Círculo Vicioso (Runaround, título original en inglés) publicado en el
año 1942; qué paradójicamente transcurre en el año 2015 en una explotación
minera de selenio abandonada en el planeta Mercurio.
Link para leer el artículo completo:
El robot letal de la planta de coches
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