La presente entrada es una nota del diario La Nación, que quermos compartir con ustedes para la reflexión: El país robotizable: empleos, de cara al riesgo.
Un
informe del Banco Mundial dice que la Argentina es, en un listado de 40 países,
el lugar en el que más puestos podrían reemplazarse por máquinas; la educación
será el factor clave.
"El de Buenos Aires
debe ser el único subte del mundo que tuvo máquinas expendedoras de pasajes y
ya no", tuiteó un periodista la semana pasada, con el hashtag"#ludismo",
en alusión al movimiento que durante la Revolución Industrial se opuso a las
máquinas que restaban empleos. El tuit generó comentarios risueños en la red
social. Ese día, un informe elaborado por economistas del Banco Mundial tocó el
mismo tema, pero en un tono más dramático: de un total de 40 países de
desarrollo intermedio analizados, la Argentina resultó ser el que tiene más
riesgo de que sus empleos sean reemplazados por robots e inteligencia
artificial en el corto plazo.
"Desde un punto de
vista tecnológico, las dos terceras partes de los empleos del mundo en
desarrollo pueden automatizarse", sostiene un apartado del informe Los
dividendos digitales del BM, que luego aclara que este proceso demorará
más que en los países ricos, porque la base tecnológica para la adopción de
avances disruptivos está más atrasada, y porque los salarios bajos producen
incentivos para que muchas de las ocupaciones sigan siendo realizadas por
humanos durante un tiempo. En el análisis del organismo, la Argentina supera
por lejos en potencial de automatización (de más del 60% de su estructura de
empleo) a otros países como la India, Sudáfrica, Uruguay, China y el promedio
de todas las naciones de la OCDE.
"Tomamos la
metodología de varios autores internacionales, que determinaron para cada
ocupación cuál es el nivel de «rutinización» (asociada a la probabilidad de
reemplazo por máquinas), y luego se lo ajusta a la estructura de empleo de cada
país", cuenta a LA NACION una de las autoras del informe, Indhira Santos,
economista senior de Protección y Empleo del Banco Mundial.
En octubre pasado, un
trabajo de economistas y físicos de la firma Accenture llegó a un porcentaje
potencial de automatización del 49% en los próximos 15 años para la Argentina,
un índice grave, pero algo menos dramático que el del BM. Aquel estudio reveló
que las mujeres están mejor preparadas para los cambios que se vienen: "El
cambio tecnológico operará como «fuerza igualadora»: un 16% más de mujeres (con
respecto a los hombres) tienen trabajos que son altamente potenciables en la
era digital, en tanto que un 15% menos de mujeres se desenvuelven en empleos
que tienen probabilidades de ser automatizados", concluyó el relevamiento.
El programa Alpha Go superó la inteligencia humana; este año le ganó la partida del juego chino Go al campeón mundial Lee Sedol.Foto:AP/Lee Jin-Man |
A nivel internacional, el
debate por el futuro del empleo está al rojo vivo entre los economistas, con un
bando (el de los pesimistas) que viene ganando volumen sobre el de los
optimistas, a partir de novedades muy recientes sobre inteligencia artificial y
otras tecnologías exponenciales. En la Argentina, en lo que va del año, la alta
inflación y la negociación con los holdouts "tapó" lo que
probablemente sea la mayor debilidad estructural de la macro: su incapacidad de
generar empleos, lo cual vuelve a la polémica por la automatización muy
relevante para la agenda pública. Según el economista Eduardo Levy Yeyati, "en
la Argentina, en un contexto de estancamiento, con motores de crecimiento de
baja demanda relativa de empleo, la inevitable apertura tecnológica puede
profundizar la caída de la participación laboral y la concentración de ingresos
y riqueza".
El estudio del BM advierte
que la respuesta de políticas públicas al dilema pasa por dar educación de
mayor calidad y más ajustada a las necesidades, "en un ámbito donde las
reformas tardan muchos años en dar frutos". Tiempo, justamente, es lo que
no sobra.
Dos semanas atrás se conoció
una noticia que, por sus implicancias, podría cambiar el mercado laboral para
siempre. El programa de inteligencia artificial Alpha Go derrotó en 4 de 5
partidas a Lee Se-dol, tal vez el mejor jugador. "Por sus características
es un logro completamente distinto al de la victoria de Deep Blue en ajedrez
contra Garry Kasparov, o en el juego de preguntas y respuestas Jeopardy!",
cuenta a LA NACION José Luis Cordeiro, ingeniero, uno de los fundadores de
Singularity University, quien dio la semana pasada en Buenos Aires una charla
organizada por Aeropuertos Argentina 2000.
"Para empezar, el Go es más complejo, en varios
órdenes de magnitud, que el ajedrez o las damas. Se suele decir que tiene
tantas combinaciones de movimientos como átomos hay en el universo, pero la
verdad es que el número se queda corto. Tal problema no se puede atacar con
«fuerza bruta» computacional (como se hizo con Deep Blue), sino que se logró
mediante un proceso revolucionario, el deep learning (aprendizaje profundo),
con el cual el programa «juega» millones de partidas y va aprendiendo, en
muchos sentidos como aprendemos los seres humanos", sigue Cordeiro. El
ingeniero venezolano se reunió con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y le
dijo que "el futuro del trabajo... es que no habrá trabajo".
El robot con forma humana de Boston Dynamics es capaz de hacer varias tareas manuales.Foto:Boston DynamIcs |
En rigor, en dos de las
cuatro categorías en las que se puede dividir el empleo ya se viene perdiendo
la batalla contra la automatización desde hace más de dos décadas: las
"rutinarias manuales" y las "rutinarias cognitivas". Lo que
el "aprendizaje profundo" puede afectar son los otros dos motores del
empleo que hasta ahora permanecían a salvo: los trabajos "no
rutinarios" (manuales y cognitivos). El poder de esta revolución reside en
que alimentando a las computadoras con cantidades masivas de datos (big data),
éstas pueden aprender sin recibir instrucciones precisas de funcionamiento.
Desde la preparación de hamburguesas (que, dicho sea de
paso, para Cordeiro serán hechas en laboratorios de acá a no más de tres años,
eliminando por completo la necesidad de un sector ganadero para producirlas)
hasta la atención en salud, la cantidad de tareas que están pasando a ser
realizadas por robots crece día a día. Uno de los ejemplos más recientes y
resonantes fue el del programa Amelia, creado por IPsoft, que reemplaza
empleados de los call centers, habla 20 idiomas y va aprendiendo sobre la
marcha. En la primera semana implementado en una empresa realiza el 10% de los
contactos telefónicos correctamente. En la segunda, el 60%. Por esta propiedad
se estima que Amelia (su nombre desató protestas de activistas de género,
porque las firmas de tecnología eligen nombres de mujer para los
programas-asistentes) tiene el potencial de reemplazar 250 millones de empleos
a nivel global.
Cocina
de autor
En el debate por el futuro del empleo hay un autor
fetiche para los economistas: el estadounidense David Autor es, para el
economista argentino y director del Cedlas Guillermo Cruces, "quien mejor
viene estudiando esta área temática". Autor defiende una hipótesis de
"polarización del empleo": los trabajos que más están cediendo a
favor de la automatización son los "intermedios" en la distribución
de habilidades. Esta es una de las explicaciones para que la Argentina ocupe el
primer puesto en redundancia de empleo del Banco Mundial: nuestra estructura
laboral está muy concentrada en el medio: proporcionalmente, alta incidencia de
personas con secundario completo. En este segmento entra buena parte del empleo
público, trabajo administrativo, telemarketing, bancario, de seguros, etcétera.
Ésta parece ser la parte más frágil de la cadena, aunque en los Estados Unidos
y Europa, advirtió Autor, desde hace un par de años el tsunami de destrucción
tecnológica de empleos también llegó a las categorías menos calificadas.
"Sin exagerar el optimismo, hace siglos
(¿milenios?) que enfrentamos revoluciones tecnológicas que afectan el trabajo y
la productividad, desde la rueda, el arado y la domesticación de animales hasta
la imprenta, la máquina de vapor y la electricidad. Tal vez por cierto y
natural narcisismo generacional sentimos que la amenaza que se cierne sobre
nosotros, esta vez sí, cambiará todo", explica Cruces. Y agrega:
"Pero lo que aprendimos en milenios de modernidad es que eventualmente nos
reconvertimos y nos adaptamos a la nueva realidad tecnológica, y en la mayoría
de las ocasiones esto sucede incrementando nuestro nivel de vida como sociedad
por el salto en productividad que implican estos cambios".
Para el economista del Cedlas, "si bien este
escenario (el que describe el Banco Mundial) no es la antesala de una distopía
de desempleo tecnológico masivo en la Argentina en el largo plazo, la evidencia
presentada es un insumo clave para quienes piensan e implementan políticas de
desarrollo y transformación productiva. Este insumo debería ayudarnos a
identificar las áreas con mayor potencial de crecimiento, y a la vez, las áreas
en que más bajas se producirán, para ayudar a reconvertir y compensar a los
trabajadores desplazados. Asimismo es fundamental repensar las políticas de
protección social, reduciendo la dependencia en la seguridad social
contributiva de la era prerrobótica y adaptándola a las nuevas realidades del
empleo, que venimos experimentando hace más de dos décadas, sin que haya
existido una invasión de robots. En este aspecto, por lo menos, el futuro llegó
hace rato y la adaptación de la protección social a la nueva realidad del
empleo no avanzó a la par de estos cambios".
Mientras tanto, los tiempos pasan. Una semana antes del
inicio del match que ganó Alpha Go, los expertos en el juego predecían que el
campeón europeo no tenía chances de perder una sola partida. Se esperaba que un
programa pudiera derrotar a un humano en estas lides para 2020. Pocas metáforas
tan poderosas para describir la singularidad.
Mientras en el debate gana protagonismo la idea de
lidiar con mayores tasas de desempleo mediante un ingreso universal (era un
concepto "romántico" hace seis meses, ahora hay al menos media docena
de premios Nobel de Economía que se pronunciaron a favor), el informe del Banco
Mundial llama a la cautela con los pronósticos: ya se equivocaron especialistas
de la talla de John Maynard Keynes, que en la década del 30 predijo que para
fines del siglo XX la jornada laboral sería de quince horas semanales.
Días atrás, en el Instituto Baikal se abrió una
discusión sobre cómo será el "maestro mayor de obras" de la nueva era
laboral. En otras palabras, se sabe que habrá demanda de científicos de datos,
pero eso es un segmento muy pequeño de la población. El desafío es, en un muy
corto plazo, diseñar programas que den herramientas de interacción con la
inteligencia artificial y que puedan ser aplicadas a los segmentos que
tradicionalmente generaron más mano de obra. En el Baikal son igualmente
escépticos con los pronósticos y suelen repetir una frase del inversor Warren
Buffett al respecto: "Las predicciones dicen más sobre el predictor que
sobre el futuro".
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