274 - Sistemas Administrativos
miércoles, 31 de mayo de 2017
martes, 30 de mayo de 2017
El poder informal dentro de las Organizaciones
¿Manejarías un avión sin
conocer su tablero de comando? Cuando se observan los estudios de varios
centros de investigación referidos al tema de liderazgo, se puede concluir en
lo relevante que es la construcción de vínculos y la capacidad para influenciar
a otros dentro de las organizaciones.
En este sentido, el Center
for Creative Leadership en uno de sus estudios denominado “A Look at Derailment
Today” (Lombardo) describe las 4 razones principales razones de “Por qué
fracasan los Líderes en las Empresas hoy”:
1. Incapacidad para
desarrollarse o adaptarse en los procesos de cambio.
2. Relaciones
interpersonales pobres.
3. Incapacidad de armar y
dirigir equipos.
4. Ambición desmedida.
La segunda y tercera causa
están íntimamente ligadas al tema de vínculos y relaciones con los otros. Para
describir la dinámica entre hacer las tareas en base a objetivos claros y
comprender quienes harán que las cosas pasen, los invito a que utilicemos la
metáfora del iceberg.
La parte simple, visible y
racional por la cual se mueven la mayoría de las conversaciones y decisiones
para la acción en las organizaciones tiene que ver con la definición de
objetivos, el establecimiento de puestos y la asignación de personas para hacer
las tareas que encomiendan jefes, clientes externos y/o internos, proveedores y
otros jugadores.
Ahora, el simple proceso
de la ejecución -y la gran diferencia en los resultados de las organizaciones
entre que las cosas ocurran o no-, dependerá sí y solo sí sabremos
relacionarnos con otros, sabremos construir y desarrollar vínculos sustentables
en el tiempo, sabremos rodearnos de las personas que tienen influencia y
liderazgo informal y natural sobre otros colaboradores.
Hemos comprobado que no alcanza con conocer el organigrama, con tener claros los objetivos o la visión de negocio, ni tampoco asignar las tareas correctas a las personas adecuadas. Sino, se trata de interpretar la trama de relaciones informales que se crean, regeneran y destruyen de manera cotidiana en las organizaciones. Si negamos observar esta realidad vital e invisible, estaremos queriendo manejar un avión con los controles de comando apagado, y ya sabemos cómo ese proceso termina.
El presente artículo de Ariel Castiglioni fue publicado en Together Business& Consulting
lunes, 29 de mayo de 2017
Telxínoe: Ernesto de la Cárcova (1866 - 1927)
Nació
en Buenos Aires en 1866 y falleció en el mismo lugar en 1927. Se inició en
pintura con Francisco Romero en la Asociación Estímulo de Bellas Artes. Viajó a
Europa y a su regreso expuso en el Salón del Ateneo de 1894 su obra más
célebre: Sin pan y sin trabajo. De fuerte contenido social y tratamiento
naturalista, esta pintura, que había sido esbozada en Italia y fue terminada en
Buenos Aires, sería más tarde, galardonada en la Exposición Universal de
Saint-Louis, Estados Unidos, en 1904. En Buenos Aires abandonó la temática
social acuñada en Europa y se dedicó a pintar paisajes, retratos y naturalezas
muertas con marcada impronta simbolista y paleta luminosa. A la par de su
trayectoria pictórica, realizó una importante labor en la gestión artística, como
la dirección de la Academia Nacional de Bellas Artes y la fundación de la
Escuela Superior de Bellas Artes, que actualmente lleva su nombre.
Ernesto de la Cárcova en su estudio de pintura |
Sin nombre |
Formas del cuerpo, ojos tristes |
viernes, 26 de mayo de 2017
Voces en el Fénix N° 60
Durante el transcurso de esta semana, se publicó en la web el número 60 de la Revista Voces en el Fénix, Las venas vacías de América Latina, sobre el problema que se plantea con el actual modelo de explotación minera en nuestro continente.
Como sabemos la revista es una publicación del Plan Fénix, este y todos los números anteriores pueden consultarse y descargarse en forma gratuita en el siguiente link: Voces en el Fénix.
jueves, 25 de mayo de 2017
miércoles, 24 de mayo de 2017
martes, 23 de mayo de 2017
lunes, 22 de mayo de 2017
Telxínoe: Adolfo Bioy Casares III
En
una artículo publicado en el portal Edu.ar referido al escritor Adolfo Bioy Casares
por Javier Hildebrandt, leemos:
A pesar del potente arsenal de imágenes que sugiere, la obra de Bioy no fue llevada al terreno audiovisual con la naturalidad que sugiere a simple vista. En nuestro país tuvimos las versiones fílmicas de Diario de la guerra del cerdo, titulada La guerra del cerdo y dirigida en 1975 por Leopoldo Torre Nilson; El sueño de los héroes (1997), de Sergio Renán, y la más reciente Dormir al sol (2010), de Alejandro Chomski.
Pero sin dudas, el suceso que convirtió a Bioy en el comentario obligado fue la serie Lost, y el fanatismo enfermizo que generó en los televidentes. Si fuéramos maliciosos diríamos que la serie abreva con un descaro casi juvenil en la obra del escritor: las referencias van desde el escenario principal de la isla perdida, hasta los juegos con el tiempo y los cruces de mundos paralelos. Sin embargo, los creadores se redimen ante el público cuando La invención… aparece en las manos del personaje Sawyer, lector arrinconado por el aburrimiento, que por su historia tranquilamente podría pasar por el protagonista de la novela. Suma también que las ventas del libro se desataran luego de este cameo, como solía ocurrir con todos los guiños literarios que los fans detectaban con precisión de relojero.
La obra de Bioy, fantástica en más de un sentido, puede resumirse en la de un autor apasionado por la literatura, pero también por la vida y sus misterios, a tal punto que se dedicó a prolongarla en sus escritos. Dijo alguna vez que un libro es una máquina compuesta de papel impreso y un lector. Cada día que se acciona uno de sus mecanismos, la propia magia de Bioy lo hace revivir para hablarnos, para estar entre nosotros, para ayudarnos a soñar.
El
mismísimo Bioy Casares en una entrevista realizada por José Tcherkaski reconoce
que "Dormir al Sol" es la novela que más le gusta de las que ha
escrito. También comenta sobre la adaptación de sus obras al cine. Al poco
tiempo conocerá a Alejandro Chomski y darían inicio al proyecto de filmar la película.
Películas
basadas en sus obras
El
crimen de Oribe, (1950) Basada en el cuento El perjurio de la nieve, realizada
por Leopoldo Torre Nilsson en codirección con su padre, Leopoldo Torres Ríos.
L'Année Dernière à Marienbad / El
año pasado en Marienbad, (1961) dirigida por Alain
Resnais guion de Alain Robbe-Grillet, basada en La invención de Morel, Francia.
Invasión,
(1969) Dirigida por Hugo Santiago en un guion escrito junto a Jorge Luis
Borges.
L'invenzione
di Morel / La invención de Morel, (1974) dirigida por Emidio Greco con guion de Andrea
Barbato, Italia.
Les
autres / Los otros, (1974) dirigida por Hugo Santiago ya radicado en Francia basado en otro
de los guiones escritos por Bioy Casares y Jorge Luis Borges, Francia.
La
guerra del cerdo, (1975), basada en la novela Diario de la guerra del
cerdo, dirigida por Leopoldo Torre Nilson.
Otra
esperanza, (1985) dirigida por Mercedes Frutos y estrenada en 1996, basada en un
cuento homónimo.
El
sueño de los héroes, (1997), dirigida por Sergio Renán. El mismo Bioy Casares,
cinéfilo confieso, celebró con entusiasmo la adaptación realizada por Renán.
Dormir
al sol, (2012), dirigida por Alejandro Chomski; parte de la novela publicada en
1973 y presenta una trama inquietante que se balancea entre la ciencia ficción
y la exploración psicológica de sus personajes.
viernes, 19 de mayo de 2017
Clase Liderazgo
En la clase de Liderazgo vimos los siguientes videos:
1. Venciendo tus pensamientos negativos
2. Equipos de alto desempeño
Clase Comunicación y Liderazgo
En la clase de Comunicación y Liderazgo vimos los siguientes videos:
1. La comunicación en la actualidad
2. Líderes - Aviso del programa Capitanes
1. La comunicación en la actualidad
2. Líderes - Aviso del programa Capitanes
miércoles, 17 de mayo de 2017
martes, 16 de mayo de 2017
Conferencia Voces en el Fénix
Con motivo de la presentación del próximo número de la revista Voces en el Fénix, África: el continente detrás del mito, se realizará una conferencia el próximo Martes 23 de Mayo de 2017 en el aula 212 - 2º Piso (edificio principal) de la Facultad de Económicas de la UBA.
lunes, 15 de mayo de 2017
Telxínoe: Adolfo Bioy Casares II
Nacido en una familia acomodada, Adolfo Bioy Casares, recibe una educación
esmerada y se interesa, desde bien joven, por la literatura. Su familia cuenta
con una gran biblioteca que le sirve para acercarse a la literatura argentina y
a los clásicos de la literatura universal, incluso en sus lenguas originales,
como el inglés y el francés.
Muchas de sus obras son llevadas al cine y sus novelas
y cuentos se traducen en numerosas lenguas. Se le considera el maestro del
cuento y de la literatura fantástica. La impecable construcción de sus relatos
y la claridad de su lenguaje son los rasgos más característicos de su
narrativa.
Retrato
del héroe
Algunos
al héroe lo llaman holgazán. Él se reserva, en efecto, para altas y temerarias
empresas. Llegará a las islas felices y cortará las manzanas de oro, encontrará
el Santo Graal y del brazo que emerge de las tranquilas aguas del lago
arrebatará la espada del rey Arturo. A estos sueños los interrumpe el vuelo de
una reina. El héroe sabe que tal aparición no le ofrece una gloriosa aventura,
ni siquiera una mera aventura -desdeña la acepción francesa del término- pero
tampoco ignora que los héroes no eluden entreveros que acaban en la victoria y
en la muerte. Porque no se parece a nuestros héroes criollos, no sobrevive para
contar la anécdota. ¿Quiénes la cuentan? Los sobrevivientes, los rivales que él
venció. Naturalmente, le guardan inquina y se vengan llamándolo zángano.
Postrimerías
Cuando
entró en el edificio, buscó las escaleras, para subir. Encontrarlas era
difícil. Preguntaba por ellas, y algunos le contestaban: “No hay.” Otros le
daban la espalda. Acababa siempre por encontrarlas y por subir otro piso. La
circunstancia de que muchas veces las escaleras fueran endebles, arduas y
estrechas, aumentaba su fe. En un piso había una ciudad, con plazas y calles
bien trazadas. Nevaba, caía la noche. Algunas casas -eran todas de tamaño
reducido- estaban iluminadas vivamente. Por las ventanas veía a hombres y
mujeres de dos pies de estatura. No podía quedarse entre esos enanos. Descubrió
una amplia escalinata de piedra, que lo llevó a otro piso. Éste era un
antecomedor, donde mozos, con chaqueta blanca y modales pésimos, limpiaban
juegos de té. Sin volverse, le dijeron que había más pisos y que podía subir.
Llegó a una terraza con vastos parques crepusculares, hermosos, pero un poco
tristes. Una mujer, con vestido de terciopelo rojo, lo miró espantada y huyó
por el enorme paisaje, meciéndose la cabellera, gimiendo. Él entendió que
cuantos vivían allí estaban locos. Pudo subir otro piso. En una arquitectura
propia del interior de un buque, en la que abundaban maderas y hierros pintados
de blanco, halló una escalera de caracol. Subió por ella a un altillo donde
estaban los peroles que daban el agua caliente a los pisos de abajo. Dijo:
“Sobre el fuego está el cielo” y, seguro de su destino, se agarró de un caño,
para subir más. El caño se dobló; hubo un escape de vapor, que le rozó el
brazo. Esto lo disuadió de seguir subiendo. Pensó: “En el cielo me quemaré.” Se
preguntó a cuál de los horribles pisos inferiores debería descender. En todos
él se había sentido fuera de lugar. Esto no probaba que no fuese la morada que
le correspondía, porque justamente el infierno es un sitio donde uno se cree
fuera de lugar.
El
Amigo del Agua
El
señor Algaroti vivía solo. Pasaba sus días entre pianos en venta, que por lo
visto nadie compraba, en un local de la calle Bartolomé Mitre. A la una de la
tarde y a las nueve de la noche, en una cocinita empotrada en la pared,
preparaba el almuerzo y la cena que a su debido tiempo comía con desgano. A las
once de la noche, en un cuarto sin ventanas, en el fondo del local, se acostaba
en un catre en el que dormía, o no, hasta las siete. A esa hora desayunaba con
mate amargo y poco después limpiaba el local, se bañaba, se rasuraba, levantaba
la cortina metálica de la vidriera y sentado en un sillón, cuyo filoso respaldo
dolorosamente se hendía en su columna vertebral, pasaba otro día a la espera de
improbables clientes.
Acaso
hubiera una ventaja en esa vida desocupada; acaso le diera tiempo al señor
Algaroti para fijar la atención en cosas que para otros pasan inadvertidas. Por
ejemplo, en los murmullos del agua que cae de la canilla al lavatorio. La idea
de que el agua estuviera formulando palabras le parecía, desde luego, absurda.
No por ello dejó de prestar atención y descubrió entonces que el agua le decía:
“Gracias por escucharme”. Sin poder creer lo que estaba oyendo, aún oyó estas
palabras: “Quiero decirle algo que le será útil”. A cada rato, apoyado en el
lavatorio, abría la canilla. Aconsejado por el agua llevó, como por un sueño,
una vida triunfal. Se cumplían sus deseos más descabellados, ganó dinero en
cantidades enormes, fue un hombre mimado por la suerte. Una noche, en una
fiesta, una muchacha locamente enamorada lo abrazó y cubrió de besos. El agua
le previno: “Soy celosa. Tendrás que elegir entre esa mujer y yo”. Se casó con
la muchacha. El agua no volvió a hablarle.
Por
una serie de equivocadas decisiones, perdió todo lo que había ganado, se hundió
en la miseria, la mujer lo abandonó. Aunque por aquel tiempo ya se había
cansado de ella, el señor Algaroti estuvo muy abatido. Se acordó entonces de su
amiga y protectora, el agua, y repetidas veces la escuchó en vano mientras caía
de la canilla al lavatorio. Por fin llegó un día en que, esperanzado, creyó que
el agua le hablaba. No se equivocó. Pudo oír que el agua le decía: “No te
perdono lo que pasó con aquella mujer. Yo te previne que soy celosa. Esta es la
última vez que te hablo”.
Como
estaba arruinado, quiso vender el local de la calle Bartolomé Mitre. No lo
consiguió. Retomó, pues, la vida de antes. Pasó los días esperando clientes que
no llegaban, sentado entre pianos, en el sillón cuyo filoso respaldo se hendía
en su columna vertebral. No niego que de vez en cuando se levantara para ir
hasta el lavatorio y escuchar, inútilmente, el agua que soltaba la canilla
abierta.
Páginas consultadas
viernes, 12 de mayo de 2017
miércoles, 10 de mayo de 2017
Para reflexionar: Los 10 mandamientos de Jack Ma
El empresario chino dejó
tras su paso por la Argentina una serie de consejos, claves e ideas para que
emprender sea visto de otra forma.
Jack Ma, el creador de
Alibaba, generó un revuel en el mundillo emprendedor argentino tras su paso por
el país. Y si bien en su charla en el Centro Cultural de la Ciencia dejó varios
títulos -y trató sobre una gran número de temas-, Ma dejó una especie de Biblia
para el emprendedor, o mejor dicho, un decálogo anti-frustración, porque como
el mismo resaltó: "Fracasar es no intentarlo".
La Biblia de Jack Ma
1. No creo en los libros que
hablen de nosotros. Y si un día escribo un libro sobre Alibaba será sobre los
1001 fracasos que tuve.
2. El emprendedor tiene que
tener presente que hoy todo puede ser malo pero en dos días será maravilloso.
3. Reunir dinero es difícil,
pero contratar gente es aún más complicado. Pero sepan esto: la mejor persona
es la que ya está en la empresa.
4. No importa lo que hablen
de nosotros sino lo que nos critiquen.
5. Para nosotros, el cliente
es el número uno; luego viene el inversor. Esto es porque si el cliente te
elige, y elige pagarte el sueldo, se va a quedar toda la vida; el inversor
jamás se queda mucho tiempo en el mismo barco.
6. Mi sueño es que en 30
años, el personaje emblema de la revista Time sea un robot elegido como mejor
CEO.
7. Está lleno de estúpidos,
eso ya lo sé, no hay que dejarse desanimar.
8. Las oportunidades están
en el lugar donde hay una queja.
9. Hay que ser optimista,
intentarlo, equivocarse y arriesgarse pese a que en el en torno no esté todo
listo. No se preocupen: tendrán inestabilidad social por sus riesgos pero luego
todo pasará.
10. Es muy difícil convencer
a una persona exitosa de que te ayude. Te suelen decir: "Yo ya hice dinero
de esta manera, ¿por qué tendría que ayudarte?".
Nota publicada en la revista Apertura: Los 10 mandamientos de Jack Ma, el creador de Alibaba
martes, 9 de mayo de 2017
lunes, 8 de mayo de 2017
Telxínoe: Adolfo Bioy Casares (1914 - 1999)
Adolfo Bioy Casares nació en Buenos Aires el 15 de
septiembre de 1914 en el seno de una familia acomodada. Escribió Ingresó y dejó las carreras de
Derecho, Filosofía y Letras, tras la decepción que le significó el ámbito
universitario. En 1932, Victoria Ocampo le presentó a Jorge Luis Borges
quien en adelante se convertiría en su mejor amigo y con quien colaboró en la
escritura varios relatos policiales con el seudónimo de Honorio Bustos Domecq.
En 1940, Bioy Casares se casó con Silvina Ocampo, hermana de Victoria,
también escritora. Por ese entonces publicó la novela La Invención de Morel, su obra más famosa y un clásico de la literatura contemporánea.
Bioy Casares fue propulsor del género fantástico y el
rescate del relato por sobre lo descriptivo. Defensor del género policial por
su interés en la trama en sí.
Fue premiado en numerosas ocasiones, entre otros recibió el Premio de la SADE (1975) la Legión de Honor francesa (1981), fue
nombrado ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires (1986) y el Premio Cervantes (1990).
Murió en Buenos Aires el 8 de marzo de 1999.
Oswalt Henry, Viajero
El viaje había resucitado agotador para el hombre
(Oswalt Henry) y para la máquina. Por una falla del mecanismo o por un error
del astronauta, entraron en una órbita indebida, de la que ya no podrían salir.
Entonces el astronauta oyó que lo llamaban para el desayuno, se encontró en su
casa, comprendió que la situación en la que se había visto era solamente un
sueño angustioso. Reflexionó: Había soñado con su próximo viaje, para el que
estaba preparándose. Tenía que librarse cuanto antes de esas imágenes que aún
volvían a su mente y de la angustia en que lo habían sumido, porque si no le
traerían mala suerte. Esa mañana, tal vez por la terrorífica experiencia del
sueño, valoró como es debido el calor del hogar que le ofrecía su casa.
Realmente le pareció que su casa era el hogar por antonomasia, el hogar
original, o quizá la suma de cuanto tuvieron de hogareño las casas en que vivió
a lo largo de su vida. Su vieja niñera le preguntó si algo le preocupaba y lo
estrechó contra el regazo. En ese momento de supremo bienestar, Henry, el
astronauta, entrevió una duda especulativa que muy pronto se convirtió en un
desconcertante recuerdo; su vieja niñera, es claro, había muerto. "Si esto
es así, pensó, "estoy soñando". Despertó asustado. Se vió en la
capsula y comprendió que volaba en una órbita de la que ya no podría salir.
Un tigre y su domador
Soy hija de una prestidigitadora y de un acróbata.
Nací, y viví siempre, en el circo. Estoy casada con un domador de fieras.
Tengo un don probablemente excepcional. Basta que
alguien se acerque a mí, para que yo lea su pensamiento. Me resigno, sin
embargo, a que mi actuación en el circo donde trabajo sea aún mas modesta que
la de los payasos: ellos, al fin y al cabo, pretenden provocar la risa. Yo, por
mi parte, con falda corta y muy largas medias blancas, al compás de la música,
ejecuto pasos de baile ante la indiferencia del público, mientras a mi
alrededor jinetes, equilibristas o domadores se juegan la vida.
De chica fui vanidosa. Para mí no había halago
comparable al de ser admirada por mi don. Pronto, demasiado pronto, sospeché
que por ese mismo don la gente me rehuía, como si me temiera. Me dije: "Si
no lo olvidan quedaré sola". Oculté mi don; fue un secreto que no revelé a
nadie, ni siquiera a Gustav, mi marido.
De un tiempo a esta parte Gustav trabaja con un solo
tigre. Hace poco nos enteramos de que un viejo domador, famoso entre la gente
del gremio por tratar a las fieras como si fueran humanos, se jubilaba y vendía
un tigre. Gustav fue a verlo y, tras mucho regateo, lo compró.
La primera tarde en que Gustav ante el público trabajó
con el tigre, yo bailaba en el centro de la pista. De pronto, sin proponérmelo,
me puse a leer pensamientos. Cuando me acerqué a mi marido, toda lectura cesó;
pero cuando me acerqué al tigre, cuál no sería mi sorpresa, leí fácilmente su
pensamiento, que se dirigía a mi marido y ordenaba: "Dígame que
salte", "Dígame que dé un zarpazo", "Dígame que ruja".
Obedeció mi marido y el tigre saltó, dio un zarpazo y rugió con ferocidad.
El último piso
La comida sería a las nueve y media, pero me
encarecieron que llegara un rato antes, para que me presentaran a los otros
invitados.
Llegué apresuradamente, sobre la hora, y, ya en el
ascensor, apreté el botón del último piso, donde me dijeron que vivían.
Llamé a la puerta. La abrieron y me hicieron pasar a
una sala en la que no había nadie. Al rato entró una muchacha que parecía
asombrada de mi presencia.
- ¿Lo conozco? -me preguntó
- No lo creo -dije-. ¿Aquí viven los señores Roemer?
- ¿Los Roemer? -preguntó la muchacha, riendo-. Los
Roemer viven en el piso de abajo.
- No me arrepiento de mi error. Me permitió conocerla
-aseguré.
- ¿No habrá sido deliberado? -inquirió la muchacha, muy
divertida.
- Fue una simple casualidad -afirmé.
- Señor... -dijo. Ni siquiera sé cómo se llama.
- Bioy -le dije-. ¿Y usted?.
- Margarita. Señor Bioy, ya que de una manera u otra
llegó a mi casa, no me dirá que no, si lo convido a tomar una copita.
- ¿Para brindar por mi error? Me parece muy bien.
Brindamos y conversamos. Pasamos un rato que no
olvidaré.
Llegó así un momento en que miré el reloj y exclamé
alarmado:
- Tengo que dejarla. Me esperan, para comer, los Roemer
a las nueve y media.
- No seas malo -exclamó.
- No soy malo. !Que mas querría que no dejarte nunca!,
pero me esperan para comer.
- Bueno, si preferís la comida no insisto. Has de tener
mucha hambre.
- No tengo hambre -protesté- pero prometí que llegaría
antes de las nueve y media. Los Roemer estarán esperándome.
- Perfectamente. Corra abajo. No lo retengo aunque le
aclaro: no creo que vuelva a verme.
- Volveré -dije-. Le prometo que volveré.
Podría jurar que antes nos habíamos tuteado. Pensé que
estaba enojada, pero no tenía tiempo de aclarar nada. La besé en la frente,
solté mis manos de las suyas, y corrí abajo.
Llegué a las nueve y treinta al octavo piso. Comí con
los Roemer y sus otros invitados. Hablamos de muchas cosas, pero no me
pregunten de qué, porque yo sólo pensaba en Margarita. Cuando pude me despedí.
Me acompañaron hasta el ascensor.
Cerré la puerta y me dispuse a oprimir el botón del
noveno piso. No existía ese botón. El de mas arriba era el octavo.
Cuando oí que los Roemer cerraban la puerta de su
departamento, salí del ascensor para subir por la escalera. Sólo había allí
escalera para bajar. Oí que había gente hablando en el palier del sexto piso.
Bajé por la escalera y les pregunté como podía subir al noveno piso.
- No hay noveno piso- me dijeron.
Empezaron a explicarme que en el octavo vivían los
Roemer, que eran, seguramente, las personas a quienes yo quería ver... Murmuré
no sé qué y sin escuchar lo que me decían me largué escaleras abajo.
ENLACES
http://www.literatura.org/Bioy/Bioy_Casares.html
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/bioy/abc.htm
http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/Narrativa/BioyCasares/index.asp
viernes, 5 de mayo de 2017
miércoles, 3 de mayo de 2017
martes, 2 de mayo de 2017
lunes, 1 de mayo de 2017
Telxínoe: Emilio Pettoruti III
El día que nació Emilio Pettoruti
su padre destapó su mejor botella y lo bañó en vino. Un festejo "a la
italiana", que duró ocho días. Pero además, dicen que Giuseppe, su abuelo
materno, profetizó:"Será un grande artista".
Podemos leer en su
biografía, que al volver a la Argentina:
"(…) en 1924, quedan atrás los años en que sobrevivió cosiendo bolsas con arena para enviar a las trincheras. El plato de polenta por día como única comida, porque no había otra cosa. El dibujar sobre cualquier papel porque nada era accesible. La decisión de raparse para no salir a la calle y obligarse a pintar sin respiro. Once años después de haber partido lo espera en Buenos Aires su primera muestra en el país. Será en la prestigiosa galería Witcomb.
Es difícil saber cuáles eran sus expectativas al volver. Pero es seguro que no imaginó nunca lo que finalmente pasó. El día de la inauguración fue una batalla campal. Gritos, trompadas, bastonazos, insultos al por mayor, escupitajos contra los cuadros. Loco, farsante y mamarracho fue lo menos que le dijeron. En medio de un escándalo, inédito en Argentina, el grupo Martín Fierro sale en su defensa. No es un gesto menor porque los integrantes de ese grupo son, entre otros, Jorge Luis Borges y el poeta de vanguardia Oliverio Girondo."
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