Presentamos un artículo publicado en la Revista
Forbes Argentina, leemos en el reportaje:
Diego
Mohadeb, CEO de Topper, cuenta los planes de la compañía a Forbes
La histórica empresa, que fabrica 4.5 millones de pares de zapatillas al
año, apostará a la cercanía con el consumidor local.
El
dato madre de todos los datos. En el mundo argentino de las zapatillas existe
un hecho poco conocido: la marca más vendida en la Argentina es argentina. “En
el país se venden alrededor de 27 millones de pares por año –llegaron a ser
30–, de los cuales unos 5,5 millones son de Topper”. La afirmación sale de la
boca de Diego Mohadeb, que tiene 50 años y es economista y CEO de Topper,
una empresa ya emancipada de la histórica Alpargatas, a donde llegó tras su
paso por Unilever. Y para él, aunque hay varias explicaciones para ese primer
lugar,
todo se resume a una palabra: cercanía.
¿Es
lo mismo vender cosméticos y limpieza que zapatillas?
Nada
que ver. Más allá del producto, uno lo que aprende es la dinámica y a
desarrollar un producto. La mayor diferencia está en cómo funciona una compañía
internacional y una que, a pesar de que se vende en el exterior, se maneja muy
localmente. Y esa es una de las cosas más lindas que tiene Topper: todo –desde
las campañas hasta los productos, pasando por la decoración de la oficina– es
producto del trabajo local. Todo salió de la cabeza y el corazón de una persona
que trabaja acá. Nada viene preformateado. Y esa es la mayor diferencia que
tenemos en este mercado.
Históricamente,
Topper estuvo asociada a Alpargatas. ¿Cuándo y por qué se produjo esa
división?
Alpargatas
Brasil es muy conocida por las Havaianas, y cuando ellos compraron Topper
estaban buscando una marca que pudieran llevar al resto de Latinoamérica. De
hecho, Topper en Brasil existe, pero es muy diferente de la que conocemos en
nuestro país, porque está focalizada en fútbol. En la Argentina, Alpargatas era
muy conocida por el calzado, pero también había una división textil y otra de
limpieza. En 2018 el grupo brasilero Sforza compró la marca Topper en Brasil y
un 20% de nuestra Topper. Y en 2020 adquirió el 80% restante. Parte de ese
acuerdo era comprar solo Topper y no las otras divisiones. Y el resto de los
negocios de Alpargatas encontraron los compradores adecuados. Hoy desde
Argentina manejamos Topper para toda América Latina, salvo Brasil.
¿Qué
cambió para Topper el hecho de ser una marca única de un grupo internacional y
no parte de otra empresa nacional?
Lo
bueno y lo malo sale de acá. La marca Topper es única en el mundo. La marca de
zapatillas más vendida en la Argentina es argentina. Generalmente, las marcas
más vendidas en el negocio deportivo son internacionales. Nike y Adidas dominan
en todos los países del mundo. La Argentina es el único país liderado por una
marca argentina desarrollada por argentinos. Y no es poco: tenemos 19 puntos de
participación en el mercado. Casi 1 de cada 5 zapatillas que se venden en
Argentina es Topper. Es un montón.
¿Hay
alguna explicación para ese fenómeno?
Hay
varias. Si lo tengo que simplificar, lo llamo “cercanía”. En todos los
aspectos. Primero, es un precio mucho más cercano o accesible. Ya sabemos cuál
es la situación en Latinoamérica, donde no todos pueden comprar marcas
internacionales, y encuentran en Topper una ecuación interesante: a un precio
accesible, una zapatilla de una calidad impresionante. Segundo, muchas marcas
internacionales deciden focalizarse en las grandes ciudades. Están en Buenos
Aires, Rosario, Córdoba y Mendoza, y nosotros tenemos una distribución muy
amplia, con alrededor de 1.500 puntos de venta que ofrecen Topper. Podés ir a
cualquier pueblo y en su tienda deportiva vas a encontrar Topper. Tercero, la
cercanía con el consumidor. Topper es una marca que trasciende las edades, y
mucha gente tiene afinidad porque es la misma marca que utilizaba de chico. El
localismo es uno de los conceptos que tratamos de explotar al máximo. No somos
la marca que usan las grandes estrellas de Hollywood, somos la marca de la
gente.
¿Y
en qué se reflejan estos cambios?
Cuando
llegué a la empresa teníamos una gran participación de ventas en vulcanizados y
PU, tecnologías que todavía están presentes, pero ahora combinadas con una
línea actualizada con lo que hoy se vende en el mundo. Detectamos qué pasa en
Asia, en EE.UU., en Europa, y acercamos eso al mundo de Topper. No es nuestra
idea desarrollar un calzado nuevo en el mundo, no es nuestra tarea, pero sí
acercarnos a lo que pasa ahí afuera.
Tampoco
es posible desarrollar productos de última tecnología, porque en la Argentina
no existe ese tipo de industria…
Exacto.
En la Argentina podemos encontrar zapatillas vulcanizadas –la clásica Topper de
lona que conoce todo el mundo, que se fabrica en nuestra planta de Tucumán–,
zapatillas de PU –también clásica, de cuero, normalmente usada en tenis, que
tiene producción local– y las cementadas, que generalmente se usan en el mundo
deportivo. En esta última categoría tenemos productos que vienen desde Asia y
otra parte que se ensambla en la Argentina. El 75% de nuestro volumen vendido
es fabricado en el país. Tenemos la mejor relación ventas/importados de la
Argentina, con solo un 25%.
El
gran problema de las marcas deportivas es ingresar productos importados. ¿Cómo
explotan esa ventaja comparativa?
Estamos
ganando participación de mercado. En 2019 peleábamos el liderazgo con Nike y
Adidas, y hoy Topper se separó fuertemente. Hay una cuestión con las
importaciones, pero también en que estas marcas decidieron focalizarse en un
segmento de precios más alto y en pocos clientes. Va más allá de un gobierno u
otro: ellos decidieron concentrarse en un negocio más chico. Entonces las
marcas que producimos en la Argentina (Topper, Grupo Dass y Puma) ganamos
participación de mercado.
La
moda de las zapatillas que empezó en 2015 se apoyó mucho en el consumo y en un
tipo de consumidor en particular, el sneakerhead. Topper no entró en ese
circuito. ¿Por qué? ¿Qué es lo bueno y lo malo de mirar la foto desde lejos?
Topper
es una marca única con un perfil único, que no quiere ser igual que Nike o
Adidas. No es su lugar. Yo quiero que ellos estén en el mercado, porque le hace
bien al mercado. Nike y Adidas van a ser las marcas que marquen tendencia y
tendrán a su grupo de consumidores que se desesperan por tener la última el
primer día que salga a la venta, esa zapatilla que cuesta US$ 300.
Nuestro
consumidor no es ese y no es el perfil de marca que queremos. No nos sentimos
cómodos haciendo ese tipo de zapatillas raras, ese lugar ya está bien cubierto
por ellos. Nuestra misión es democratizar la moda y el deporte en la Argentina.
No quiero hacer una zapatilla para que la tengan 500 o 1.000 personas, queremos
que las tengan todos.
¿Es
el mismo motivo por el que no están en fútbol?
Es
un mercado muy competitivo y ese lugar ya está ocupado por alguien. Muy bien
ocupado. Son dos marcones con los que competimos. Ellos hacen muy bien eso y
nosotros hay otra cosa que hacemos muy bien: la masividad, un calzado hermoso
del que nos sentimos orgullosos. A mí me gusta cuando me dicen: “Che, qué lindo
que está Topper ahora”.
¿Tiene
algo que ver el hecho de haber vuelto al viejo logo?
Es
lo que decíamos sobre la herencia, la nostalgia positiva sobre un producto que
nos acompañó. Discutimos mucho sobre si volver a utilizar o no el viejo logo y
por suerte tomamos la decisión de recuperarlo. Ahora estamos haciendo pruebas
para ver si se aplica solo al look casual o también al running.
Trabajaron
con diseñadores como Benito Fernández, Gustavo Samuelián, Valeria Pesqueira y
Martín Churba. ¿Para qué sirven esas colaboraciones y cómo resultaron?
Se
trató de aprovechar grandes cabezas creativas y traerlos hacia Topper. Buscamos
que nos aporten cosas diferentes y ellos nos acercan a otros nichos. Estamos
trabajando también con BAUMM, con Revólver y en una nueva edición con Benito.
¿Quién
y cómo es el consumidor típico de Topper?
Desde
el punto de vista de que vendemos 1 de cada 5 zapatillas, te diría que todo el
argentino. En niños trascendemos mucho más las fronteras socioeconómicas que en
cualquier otro segmento. Ahí la participación en el mercado es todavía más
grande, porque las madres y los padres saben que el pie de los chicos crece
rápido, y necesitan una propuesta de valor que les funcione. En adultos somos
muy fuertes en el interior, y siempre nos había costado más en Capital, algo
que cambió desde que también empezamos a crecer en esa zona.
¿Cómo
hacen para vender a los precios que venden? En primer lugar, las marcas
internacionales tienen márgenes de ganancia más grandes que los nuestros.
Segundo, cuando es uno mismo quien desarrolla el producto, nos preocupamos por
agregarles costo a las cosas que realmente valen la pena. Una de esas cosas es
la calidad, que no se negocia. Nuestras zapatillas pasan de hermano a hermano;
y, cuando se trata de cuestiones de moda o estéticas, tratamos de hacerlo en
aquello que sirve y aporta algo. Trabajamos con inteligencia.
¿A
cuánta gente emplean en la planta de Tucumán?
Damos
trabajo a alrededor de 1.300 personas en el país, de las cuales 1.000 trabajan
en la planta de Aguilares. De ellas, 250 se incorporaron durante la pandemia.
¿El
consumo se retrajo pero el personal aumentó?
Y
tenemos previsto incorporar más en 2023. El mercado creció respecto de 2019 y
2020, y está llegando a los niveles récord que tiene que llegar.
¿Se
produce exclusivamente calzado?
Siempre
estuvo focalizada en calzado, y la fabricación de indumentaria estaba
tercerizada con distintos proveedores de la Argentina o de Asia. El año pasado
decidimos empezar a producir indumentaria, principalmente de algodón, aunque en
breve quizás incluyamos poliéster. Lo bueno también es que producimos con las
tres tecnologías –vulcanizado, cementado y PU– y en base a la demanda podemos
definir si hace falta frenar con la fabricación de uno y aumentar la de otro.
El personal está capacitado para producir con cualquiera de las tres. Para 2022
tenemos proyectado fabricar alrededor de 4,5 millones de pares.
¿Y
cuánto se consume efectivamente de esa producción?
La
Argentina tiene 44 millones de habitantes y el promedio es de 0,7 por habitante
por año, es decir, menos de un par por año, lo que es un promedio que está en
línea con el consumo global. Somos un mercado de 30 millones de pares. El ritmo
en los chicos es más rápido, el ritmo en los adultos es más lento. Obviamente
hay gente que se compra más que eso, pero es una media.
¿Por
qué hay tan pocos productos de básquet en el país, si es un deporte popular?
Hay
un faltante de básquet muy grande. Las marcas internacionales tienen productos
muy buenos a nivel internacional, pero acá están focalizadas en running y
training. Topper tiene dos productos muy buenos, pero estamos cortos, porque
vienen de Asia. La pandemia complicó mucho el abastecimiento, porque ante el
mínimo rebrote de Covid se cierra todo. Y, aunque uno no compre directamente a
China, ellos son los mayores productores de materias primas.
¿Cuál
es el mercado más fuerte hoy: el deporte o la moda?
Hay
dos grandes segmentos. Por un lado, el del casual, la inspiración deportiva,
que constituye el 35-38% del mercado; y por el otro el de running/training, con
el 32-33%. Este tipo de zapatillas se usa mucho para estar cómodo o en casa, no
necesariamente para correr. Entre los dos hacen el 70%. El tercer segmento en
la Argentina es el de tenis, no porque haya tanta gente que practique ese
deporte, sino porque se utiliza mucho en el ámbito escolar. Fútbol debe ser un
8-10% del mercado.
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