miércoles, 18 de octubre de 2017

Nuestras creencias limitan nuestro potencial

Se presenta a continuación el artículo presentado en clase por la Lic. Lucila Beccaria.

NUESTRAS CREENCIAS LIMITAN NUESTRO POTENCIAL

Lamentablemente o afortunadamente, según el caso, aquello en lo que crees te limita o te potencia.


Si crees que la gente es tonta, actuarás en consecuencia y obtendrás resultados. Si crees que la gente no es tonta, sino todo lo contrario, actuarás en consecuencia y obtendrás otros resultados.
Evaluar tus creencias acerca de la gente, de la sociedad, de la vida en sí misma, puede ayudarte a cambiar los resultados que estás obteniendo, por el simple hecho de comenzar a actuar de forma diferente.
Hace unos años, un talentoso diseñador con el que trabajé – que no estaba consiguiendo los resultados que pretendía – me explicaba que cuando cualquier cliente le pedía una cotización por un proyecto, su reacción nunca era las más servicial. Le pregunté por qué hacía eso, y me respondió que – en su fuero más íntimo – creía que todos los clientes eran “unos hijos de puta”. Su creencia lo hacía actuar de esa manera. Le pregunté si no creía posible que su comportamiento fuese lo que alejaba a los clientes, o que los clientes respondieran de mala forma por sus modos…es decir, que el comportamiento de los clientes fuese efecto del suyo y no la causa de su reacción. Me respondió con un tibio “…puede ser…”.

¿Sabes cómo adiestran a las pulgas?

Se coloca a una pulga en un frasco o recipiente cerrado con una tapa. La pulga salta varias veces hacia “su techo” (la tapa) y luego de chocar con ella un tiempo, “aprende” (y a partir de ese momento sabe) que al saltar hasta allí puede chocar nuevamente. Por eso, comienza a saltar menos, un poco antes de su “techo”.

A partir de ese momento, el “adiestrador de pulgas” abre el frasco, saca la tapa y lo deja abierto. La pulga seguirá saltando hasta un poco antes de donde estaba la tapa y hasta ahí llegará, porque se ha adiestrado. Estará saltando el resto de sus días por debajo de lo que realmente puede saltar.

Nuestro techo es imaginario y aprendido. Y el miedo es el perro guardián que utiliza el ego para que nada salga de su corral.

Todos hemos sido adiestrados, por mandatos familiares, por el sistema educativo, por la moral religiosa, por los se puede/no se puede y por los se debe/no se debe. Desaprender para reaprender es nuestra tarea para desprogramar los paradigmas que nos limitan.

No hay límites, solo creencias que nos quitan poder.

Fernando Del Vecchio



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