lunes, 30 de diciembre de 2019

Telxínoe: Jorge Luis Borges VII

Hoy presentamos un cuento de Jorge Luis Borges:

Episodio del enemigo

“Tantos años huyendo y esperando y ahora el enemigo estaba en mi casa. Desde la ventana lo vi subir penosamente por el áspero camino del cerro. Se ayudaba con un bastón, con un torpe bastón que en sus viejas manos no podía ser un arma sino un báculo. Me costó percibir lo que esperaba: el débil golpe contra la puerta. Miré, no sin nostalgia, mis manuscritos, el borrador a medio concluir y el tratado de Artemidoro sobre los sueños, libro un tanto anómalo ahí, ya que no se griego. Otro día perdido, pensé. Tuve que forcejear con la llave. Temí que el hombre se desplomara, pero dio unos pasos inciertos, soltó el bastón, que no volví a ver, y cayó en mi cama, rendido. Mi ansiedad lo había imaginado muchas veces, pero sólo entonces noté que se parecía, de un modo casi fraternal, al último retrato de Lincoln. Serían las cuatro de la tarde.

Me incliné sobre él para que me oyera.

–Uno cree que los años pasan para uno –le dije–, pero pasan también para los demás. Aquí nos encontramos al fin y lo que antes ocurrió no tiene sentido.
Mientras yo hablaba, se había desabrochado el sobretodo. La mano derecha estaba en el bolsillo del saco. Algo me señalaba y yo sentí que era un revólver.
Me dijo entonces con voz firme:

–Para entrar en su casa, he recurrido a la compasión. Le tengo ahora a mi merced y no soy misericordioso.

Ensayé unas palabras. No soy un hombre fuerte y sólo las palabras podían salvarme. Atiné a decir:

–En verdad que hace tiempo maltraté a un niño, pero usted ya no es aquel niño ni yo aquel insensato. Además, la venganza no es menos vanidosa y ridícula que el perdón.

–Precisamente porque ya no soy aquel niño –me replicó–, tengo que matarlo. No se trata de una venganza, sino de un acto de justicia. Sus argumentos, Borges, son meras estratagemas de su terror para que no lo mate. Usted ya no puede hacer nada.

–Puedo hacer una cosa le contesté.

–¿Cuál? –me preguntó.

–Despertarme.

Y así lo hice”.




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martes, 24 de diciembre de 2019

Nochebuena - Eduardo Galeano


Fernando Silva dirige el hospital de niños, en Managua.

En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar. Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo quedaba en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón: se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba detrás. En la penumbra, lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedía permiso.

Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:

–Decile a… –susurró el niño–. Decile a alguien, que yo estoy aquí.

[Eduardo Galeano - De El libro de los abrazos]

Navidad en Managua - (foto: el19digital.com)

Felices Fiestas


Frases


lunes, 23 de diciembre de 2019

Telxíone: Alejandro Burdisio (Burda) VI


Es uno de los responsables de crear esos mundos fantásticos y personajes épicos que vemos en las películas o en los videojuegos. Alejandro Burdisio o “Burda”, como le decían en el cole sus compañeros, a los dibujaba de adolescentes mientras se aburría en la clase, es hoy un inspirador, un intérprete y un artista de sueños, lugares, personajes y fantasías difíciles de describir: amalgamas de conceptos propias de un observador de la realidad, exquisito.











Acompañando las grandes ilustraciones de Alejandro Burdisio (Burda) subimos un reportaje donde nos cuenta sus origines y su historia.