miércoles, 31 de octubre de 2018

La UBA entre las mejores de Latinoamérica

Nuevamente la UBA vuelve a mejorar su calificación en un ranking internacional, en el ranking que desde el 2014 realiza la "QS World University Rankings", en un artículo publicado en el portal Infobae:  "La UBA volvio a subir en un ranking y quedó entre las 10 mejores universidades de Latinoamérica".

Leemos en la nota: 

Otra vez, la Universidad de Buenos Aires volvió a destacarse en un ranking internacional. Según la clasificación regional que publicó hoy la consultora Quacquarelli Symonds, se ubicó en el octavo puesto de Latinoamérica.
En el "QS World University Rankings: Latin America", para la UBA, la tendencia es de crecimiento. La primera vez que se publicó, en 2014, se instaló en la posición 19. Después ascendió al 15, luego pasó al 11, al año siguiente subió al 9 y la última edición lo posiciona en su mejor escalafón hasta el momento.
En los rankings de QS se presenta una peculiaridad que no es nueva. Al igual que en años anteriores, la alta casa de estudios porteña se consolida como la mejor de Latinoamérica en la clasificación general, pero en el segmento de la región cae algunos puestos. Sucede que las metodologías que se aplican son diferentes.
 
(...) Su rector, Alberto Barbieri, señaló: "Cuatro pilares fundamentales explican en gran medida la evolución de la UBA en los rankings internacionales: la actualización de los planes de estudio, la inclusión de nuevas tecnologías, el fortalecimiento de la investigación y la internacionalización. Esto es un mensaje para toda la clase dirigente argentina. La universidad y el sistema científico requieren un constante aumento de la inversión para poder mantener su nivel de excelencia".

El crecimiento de la UBA es más bien una excepción si se las compara con las otras universidades argentinas. De las 39 instituciones locales que figuran en el ranking, solo 7 mejoraron este año.






Páginas consultadas:
"La UBA volvio a subir en un ranking y quedó entre las 10 mejores universidades de Latinoamérica"
https://www.lanacion.com.ar/2186949-la-universidad-de-buenos-aires-entre-las-primeras-10-mejores-de-america-latina

Para reflexionar: ¿Qué tipo de líder eres?



lunes, 29 de octubre de 2018

Conferencia Voces en el Fénix

Con motivo de la presentación del próximo número de la revista Voces en el Fénix, Pueblos Indígenas, Derechos sociales, Cultura y Territorio, se realizará una conferencia el próximo Viernes 2 de Noviembre de 2018 - 18 Horas - en el aula N° 212 - 2º Piso (edificio principal) de la Facultad de Económicas de la UBA.



Telxínoe: Haruki Murakami III

El cuento que presentamos, "Conitos" de Haruki Murakami (1949), incluido en el libro Sauce ciego, mujer dormida y escrito en 1996. El título original de la novela en japonés es "Tongariyaki no seisui". 




Conitos

Estaba hojeando distraídamente el periódico de la mañana cuando, en una esquina, descubrí el siguiente anuncio: “Famosos Pasteles Conitos. Concurso para la creación de los Nuevos Conitos. Gran sesión informativa”. No tenía ni idea de qué diablos eran aquellos Conitos. Pero lo de “famosos pasteles” hacía suponer que se trataba de algún tipo de dulce. Yo soy un poco quisquilloso en lo que a los dulces se refiere. Y, como no tenía nada que hacer, decidí asomar las narices por la “gran sesión informativa”.
La “gran sesión informativa” se celebra en el salón de un hotel e incluso ofrecían té y pasteles. Los pasteles eran, ¡cómo no!, Conitos.
Probé uno, pero su sabor no me entusiasmó precisamente. Lo encontré empalagoso y la corteza me pareció demasiado reseca. No podía creer que a los jóvenes de mi generación les gustara un dulce semejante.
Sin embargo, a la sesión informativa únicamente se presentaron chicos de mi edad, o incluso más jóvenes. A mí me asignaron el número 952 y, después, llegaron todavía unas cien personas más; es decir, que debieron de asistir a la reunión más de mil personas. Lo que no es poco.
A mi lado estaba sentada una chica de unos veinte años, llevaba unas gafas de muchas dioptrías. No era guapa, pero parecía tener buen carácter.
-Oye, ¿tú habías comido alguna vez Conitos? –le pregunté.
-Pues, claro –respondió ella-. Son muy famosos.
-Sí, pero no valen mucho la pe… -La chica me dio una patada en la espinilla y no me dejó acabar la frase. Los individuos a mi alrededor me lanzaron una mirada despectiva. ¡Qué mal ambiente! Pero yo puse cara de inocente tipo Pooh, el osito barrigón, y dejé pasar la tormenta.
-¿Tú eres tonto o qué? –me susurró la chica al oído poco después-. ¿Cómo se te ocurre venir aquí a criticar los Conitos? Mira que si te agarran los Cuervos Conitos, no sales de ésta con vida.
-¿Los Cuervos Conitos? –grité sorprendido-. ¿Y qué son…?
-¡Chist! –dijo la chica. La sesión informativa ya había empezado.
La abrió el presidente de “Confiterías Conitos” para hablar de la historia de los Conitos. Según uno de aquellos relatos de verdad incierta debías remontarte a la Era Heian* para encontrar a no sé quién que hizo no sé qué a resultas de lo cuál nació  el primer Conito. El hombre llegó a decir que en el Kokinshu** figuraba un poema sobre los Conitos. Al oír semejante barbaridad estuve a punto de echarme a reír, pero, a mi alrededor, todo el mundo escuchaba con una cara tan seria que me contuve. También influyó el miedo que me inspiraban los Cuervos Conitos.
La explicación del presidente de la compañía se alargó durante una hora. Aburridísima. Lo único que quería decir era, en definitiva, que los Conitos eran pasteles con historia. Pues podía haber acabado con una sola línea.
Luego, salió el director general y nos informó sobre el concurso para la creación del nuevo producto. Ni siquiera los Conitos, unos pasteles famosos en todo el país que se enorgullecían de su larga historia, podían prescindir de la incorporación de savia nueva que hiciera posible un desarrollo dialéctico apto para responder a las exigencias de las distintas generaciones. Eso sonaba muy bien, pero lo que quería decir, en definitiva, era que el gusto de los Conitos estaba pasado de moda y que habían bajado las ventas, por lo cual querían ideas nuevas de la gente joven. Podía haberlo dicho así, tal cual.
Al terminar nos dieron las bases del concurso. Elaborar un pastelito tomando como base los Conitos y presentarlo al cabo de un mes.
El importe del premio ascendía a dos millones de yenes. Con esos dos millones podía casarme con mi novia y mudarme a un departamento nuevo.
Y decidí hacer el Nuevo Conito.
Tal como he dicho antes, soy un poco quisquilloso en lo que respecta a los dulces. Pasteles de anko***, crema u hojaldre puedo prepararlos de todos los tipos  imaginables. Para mi era pan comido hacer en un mes el Nuevo Conito de la Edad Contemporánea. El día en que expiraba el plazo hice dos docenas de Conitos y los llevé a Confiterías Conitos.
-¡Mmmm! ¡Qué buena pinta tienen! Parecen buenísimos –me dijo la chica de recepción.
-Son buenísimos –aseguré yo.
Un mes después recibí una llamada de Confiterías Conitos diciendo que me apersonara en la empresa al día siguiente. Me puse una corbata y salí para allá. Hablé con el director general de la sala de visitas.
-El pastel Nuevo Conito que usted ha presentado ha tenido una excelente acogida en la compañía –dijo el director-. Ha recibido muy buenas críticas, especialmente, ¡ejem!, entre el sector joven de la empresa.
-Muchas gracias –le dije.
-Por otra parte, ¡ejem!, entre lo miembros de más edad hay quien dice que su pastel no es un Conito. En definitiva, ¡ejem!, que cabe hablar de confrontación de ideas.
-¡Ah! –dije. No tenía ni idea de adónde quería ir a parar.
-En consecuencia, la junta directiva ha acordado pedirles la opinión a los señores Cuervos Conitos.
-¡Los Cuervos Conitos! –exclamé-. ¿Y que son los Cuervos Conitos?
El director general me miró con expresión atónita.
-¿Usted se ha presentado al concurso sin saber quiénes son los señores Cuervos Conitos?
-Lo siento mucho. Nunca me entero de qué va el mundo.
-¡Menudo problema! –exclamó el director y sacudió la cabeza-. Con que ni siquiera conoce a los señores Cuervos Conitos… Bueno, ¡en fin!, sígame.
Salí de la habitación en pos de él, caminé por el pasillo, subí al sexto piso en ascensor y, luego, avancé por otro pasillo. Al fondo había un gran portalón de hierro. Cuando el director llamó al timbre, apareció un fornido guarda y, después de pedirle al director que se identificara, dio la vuelta a la llave y nos abrió la gran puerta. Unas medidas de seguridad extremas.
-Aquí dentro se encuentran los señores Cuervos Conitos –me explicó el director-. Los señores Cuervos Conitos son una familia de cuervos especiales que vienen alimentándose exclusivamente de Conitos desde tiempos inmemoriales.
Sobraba cualquier otra explicación. Dentro de la estancia, había más de cien cuervos. Se trataba de una habitación vacía, parecida a un almacén, de más de cinco metros de altura, con un montón de palos horizontales que iban de pared a pared y en los que estaban posados, unos al lado de otros, los Cuervos Conitos. Eran más grandes que los cuervos ordinarios y los mayores debían de medir un metro de largo.
Incluso los más pequeños alcanzaban los sesenta centímetros. Al fijarme bien descubrí que no tenían ojos. En lugar de eso, sólo tenían pegado un bulto blanco de grasa. Además, sus cuerpos estaban tan embotados que parecían a punto de reventar.
Al oírnos entrar, los Cuervos Conitos empezaron a graznar a coro mientras batían las alas. Al principio creí que eran simplemente graznidos, pero cuando se me habituó el oído, comprendí que gritaban: “¡Conitos! ¡Conitos!”. Sólo de mirar a aquellos pajarracos se te helaba la sangre en las venas.
El director sacó algunos Conitos de una caja que llevaba y los fue arrojando al suelo. Cien cuervos se abalanzaron a la vez sobre los pasteles.
Y en su búsqueda desesperada de Conitos se daban picotazos los unos a los otros en las patas, incluso en los ojos. ¡Uf! ¡Con razón se habían quedado ciegos!
Acto seguido, el director fue esparciendo por el suelo unos pasteles, parecidos a los Conitos, que sacó de otra caja.
-Mire. Éstos son los pasteles de uno de los participantes que ha sido eliminado del concurso.
Los cuervos se arrojaron, como antes, sobre los pasteles, pero en cuanto se dieron cuenta de que no eran Conitos los vomitaron y empezaron a graznar con irritación. Gritaban:
-¡Conitos!
-¡Conitos!
-¡Conitos!
Sus graznidos retumbaban en el techo hasta clavarse en los oídos.
-¡Mire! Sólo comen Conitos auténticos –dijo el director, convencido-.
Las imitaciones ni las tocan.
-¡Conitos!
-¡Conitos!
-¡Conitos!
-Y, ahora, vamos a ofrecerles los pasteles que usted ha elaborado.
Si se los comen, será usted eliminado.
“¡A ver cómo va!”, pensé inquieto. No sé por qué, pero tenía un mal presentimiento. Era un error hacerles decidir a aquellos bichos el resultado del concurso. Pero el director, haciendo caso omiso de mis opiniones, esparció profusamente por el suelo los Nuevos Conitos que yo había presentado a concurso. Los cuervos volvieron a abalanzarse sobre los pasteles. Y, acto seguido, empezó el jaleo. Algunos cuervos se los comían satisfechos, otros los escupían gritando: “¡Conitos!”. A continuación, los cuervos que no habían podido coger ninguno clavaban excitadísimos el pico en la garganta de los que se los acababan de tragar.
La sangre se esparcía por todas partes. Un cuervo cogió el pastel que otro había vomitado, pero otro cuervo gigantesco, al grito de “¡Conitos!”, lo atrapó y le abrió el vientre en canal. Y, de este modo, empezó una batalla sin cuartel. La sangre llamaba a la sangre, el odio llamaba  al odio. Se trataba sólo de unos insignificantes pasteles, pero éstos lo eran todo para los cuervos. Para ellos era cuestión de vida o muerte si los Conitos eran auténticos o no.
-¡Mire lo que ha conseguido! –Le espeté al director-. Arrojárselos de ese modo, tan de repente, ha sido un estímulo demasiado poderoso.
Luego salí solo de la estancia, bajé en ascensor y abandoné el edificio de Confiterías Conitos. Perder los dos millones de yenes era una verdadera lástima, pero no quería ni oír hablar de vivir el resto de mis días acompañado de unos pajarracos como aquéllos.
Yo sólo hago la comida que yo quiero comer y me la como yo.
Y los cuervos; ¡qué se mueran todos pegándose picotazos los unos a los otros!




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jueves, 25 de octubre de 2018

Huellas: 9 rasgos que identifican al Antilíder


En un artículo publicado en el Cronista: Qué son los “antilíderes” y cómo reconocerlos en la empresa, Daniel Colombo nos presenta una serie de rasgos que nos permiten identificar a un antilíder.

Leemos en un extracto de la nota: 


Existen en todas las empresas, y muchas veces están en posiciones acomododas. Llegaron por el favoritismo, o puestos a dedo, o, simplemente, para amedrentar o ser una usina de miedo y pasar chismes a los dueños.

Es el antilíder, una persona que representa lo opuesto de los atributos que se esperan en un puesto de conducción de personas. Son aquellos que, carente de valores y con creencias bastantes distorsionadas respecto respecto a cómo hacer funcionar una empresa de cualquier tipo, no durarían en hacer cualquier cosa sin escrúpulos.

También hay antilíderes sin tener puestos de relevancia: son aquellos que ponen palos en la rueda; tienen el “no se puede” como lema, y su principio activo es hacer lo mínimo posible.

Son tan nocivos dentro de la empresa que, si no se los encauza a tiempo, pueden aniquilar cualquier proyecto por más bueno que sea. La recomendación es apartarlos de inmediato de todo tipo de proyectos; aunque, justo es reconocerlo, en muchas empresas se los mantiene por obsecuencia con el directorio, y por la funcionalidad para resguardar en forma aparente los intereses de la organización.

9 rasgos para reconocer a un antilíder

  • Actúa por encima de los demás. Pedante, soberbio y hasta hostigador en forma permanente, se siente superior y con atribuciones para denostar a los demás, a quienes considera súbditos.

  • Se adjudica los méritos de otros. Jamás reconoce un trabajo bien hecho; felicitar no entra dentro de sus parámetros; y toma la delantera atribuyéndose el lucimiento. De paso, deja más abajo a los demás.

  • Ejerce presión sin sentido. Como el único que le interesa es sentirse en control, el antilíder pondrá en marcha todos sus mecanismos para tener a todo el mundo a su alrededor en un estado de tensión y nervios permanentes.

  • Hace aportes irrelevantes. Sin embargo, obliga a los demás a escucharlo con atención, y, frente a los superiores, éstos lo destacan como un ejemplo de entrega y dedicación.

  • Abusa del poder. El mobbing es cada vez más frecuente en las organizaciones. Un anti líder puede pedir cualquier cosa con tal de que su presencia se note. Tiene una mirada fría y calculadora, aún utilizando palabras dulces. Es un lobo disfrazado de cordero.

  • Odia a quienes pueden hacerle sombra. En lugar de esforzarse por destacar sus méritos, se coloca en posición de víctima; ve conspiraciones donde no existen (si no, las inventa) y atenta contra el equilibrio del ecosistema laboral.

  • Asumen distintos personajes. Como actores que viven diferentes roles, pueden disfrazarse de oportunistas, controladores, entrometidos, sabelotodo, el narcisista, instigador, calculador-frío, mentiroso, parlanchín, cortante, o de bromista. Según el caso, también actúa como matón rencoroso y autoritario, víctima sombría y condenada por todos, maniático del control, chismoso, apuñalador de dos caras, bromista desubicado, y de crítico acusador. Esta clasificación pertenece a la autora Lilian Glass (“Toxic people).

  • Es un sinvergüenza disfrazado de persona ética e invulnerable. Puede ser capaz de hacer las cosas más atroces con tal de sostener su posición de falso liderazgo.

  • Se victimiza y sienten que todos están contra él. Cuando se detecta un antilíder, situación frecuente por lo evidente de su proceder, los equipos suelen andar con guantes de seda y aislarlo, incluso tratándose de un superior. En este caso, este personaje empezará a tejer su ardid de venganza apelando a todo tipo de argucias con tal de salirse con la suya.



Enlace del artículo:
Qué son los “antilíderes” y cómo reconocerlos en la empresa