lunes, 5 de julio de 2021

Las 15 condiciones para lograr organizaciones innovadoras

Este texto tiene como objeto plantar un conjunto de ingredientes necesarios para lograr que las organizaciones públicas puedan ser innovadoras.
 
1. Autonomía de gestión. Es necesario que los organismos públicos o los distintos ámbitos de gestión posean un elevado nivel de autonomía para gestionar sus respectivos sectores. Sino se goza de autonomía de gestión es muy difícil incorporar nuevos sistemas de organización del trabajo y poder atender a las diferentes estrategias y lógicas innovadoras. Si no hay autonomía de gestión es difícil que existan incentivos para alcanzar los objetivos, e incluso para superarlos, para ser transparentes y rendir cuentas. La falta de autonomía diluye las responsabilidades y desincentiva la innovación. Autonomía de gestión no implica falta de planificación y de control por parte de una entidad superior o matriz. Hay que diseñar solidos sistemas de relación entre el organismo principal (decisión y control) y el organismo agente (ejecución) mediante contratos programas o contratos de gestión. Un elevado grado de autonomía es la condición necesaria para poder impulsar dinámicas innovadoras de gestión del conocimiento y mecanismos de inteligencia colectiva.
 
2. Priorizar para poseer una identidad robusta. Hay que priorizar las distintas actividades del organismos público o del ámbito de gestión para dotarle de una identidad más sólida y coherente que evite su disipación conceptual. Cualquier organismo público suele atender a varios objetivos y ámbitos de competencia y suele generarse de manera natural una dispersión a nivel de identidad debido a que se suelen confundirse los diversos objetivos entre ellos mismos y también con las distintas funciones. Por ello es necesario identificar claramente la misión de la organización vinculada a su objetivo más estratégico, jerarquizar el resto de los objetivos y evitar la confusión entre los medios y los fines.
 
3. Organización simple. La mayoría de modelos organizativos suelen  ser complejos y suelen diseñarse como sistemas matriciales de, al menos, dos entradas o vectores. Si se quiere optar por una organización variable y contingente por proyectos la departamentalización central debería ser muy sencilla y la organización funcional también (intentando evitar al máximo las fragmentaciones de carácter sectorial). En la medida de lo posible lo más acertado sería evitar los modelos matriciales de carácter estructural y optar por un modelo de departamentalización lo más sencillo posible (funcional o por sectores) y definir como sistema básico de trabajo la arquitectura variable vía gestión por proyectos.
 
4. Atender la complejidad territorial sin apriorismos. Los organismos con una importante implicación en el territorio deberían repensar su organización territorial ya que se trata de un vector organizativo muy proclive a la dispersión y a la fragmentación por representar una arena institucional en la que se manifiestan distintas tensiones políticas y organizativas. Las tecnologías emergentes reclaman una mayor centralización (necesidad de poseer una escala a nivel nacional -por ejemplo, big data-, colaboraciones estratégicas público-privadas, etc.) y, por otra parte, el acercamiento hacia los ciudadanos y los colectivos radicados en el territorio exigen una mayor descentralización en la toma de determinadas decisiones (los nuevos sistemas de codecisión y cogestión entre las instituciones y la sociedad requieren reducidas escalas y la descentralización territorial favorece). Dicho de otra manera: algunas tecnologías emergentes y los complejos sistemas de gestión requieren elevadas escalas y los sistemas complejos de participación y cogestión social necesitan reducidas escalas. Los proyectos más estratégicos y transversales deben también incluir a las unidades territoriales. Habría que realizar una jerarquización de proyectos: proyectos nacionales y proyectos territoriales intentando que sean lo más simples posible y procurar evitar interferencias entre las unidades centrales y los territorios.Es fácil de decir y difícil de diseñar pero el modelo de futuro para implicar al territorio debería ser un modelo confederal unitario sin plegarse a las reticencias naturales de recentralización, aprovechando las tecnologías emergentes, de dimensiones antes descentralizadas.
 

5. Autonomía financiera y mayor competitividad. Los organismos públicos o ámbitos de gestión suelen posee poca autonomía y capacidad financiera para impulsar y reinventar estrategias y proyectos. Una mayor autonomía financiera  vinculada a un control por resultados facilitaría la innovación. También se requiere autonomía para implantar presupuestos plurianuales para que los proyectos innovadores sean de mayor ambición y posean un más recorrido más amplio. Los modelos instituciones complejos deberían incorporar sistemas regulados de competitividad entre los distintos organismos públicos en los que la financiación fuera un incentivo más y no solo vinculado a las habituales lógicas estables o incrementales de distribución financiera de las distintos departamentos, organismos u unidades.

 
6. Escapar de la tendencia de una excesiva insularidad. Los puntos anteriores presentar un modelo de descentralización funcional bastante intenso. Este modelo puede incentivar la creación artificial de organismos y ámbitos de gestión. La tendencia a la fragmentación excesiva es una de las patologías más recurrentes de los modelos organizativos públicos. Ante la clásica disyuntiva sobre si es mejor ser “cola de león o cabeza de ratón” la tendencia es el dominio de los pequeños roedores institucionales. Esta opción puede ser contraria a uno de los requisitos más básicos de la innovación que reside en que los ámbitos de gestión pública deben un tamaño mínimo para que puedan aprovechar sinergias colectivas y ser realmente innovadores. La innovación es difícil en las instituciones leoninas pero imposible en las instituciones roedoras. La opción intermedia sería la más proclive a ser permeable a la innovación.
 
7. Islas medianas pero hiperconectadas. Las organizaciones o ámbitos de gestión deben poseer una dimensiones medianas para ser innovadoras pero con la condición que estas islas institucionales estén conectadas en archipiélagos conceptuales de carácter variable. La gran mayoría de iniciativas innovadoras no surgen de lógicas institucionales autárquicas sino que son el resultado de intercambios de experiencias y sistemas de gestión entre diferentes organismos interrelacionados conceptualmente. El ámbito de servicios sociales puede innovar observando experiencias del ámbito sanitario y viceversa y también entre otros sectores tanto de forma bidireccional como multidireccional. La gran polinesia que es cada Administración pública y el conjunto de ellas a nivel nacional e internacional debe fomentar lógicas de observación, aprendizaje y colaboración que fomente la innovación que surge de las distintos catalizadores intersectoriales, interinstitucionales e intergubernamentales.
 
8. Tecnología y visión prospectiva como ingredientes transversales. Todos los organismos públicos deberían ser pioneros en tecnología. Esta dinámica debería contribuir a incorporar la Inteligencia artificial y la robótica de manera transversal e integral. Cualquier organismo público debería ser también pionero en análisis de prospectiva, gobernanza y gobernanza de datos. Para ello sería necesario incorporar las nuevas unidades de carácter superestructural: a) de estrategia y prospectiva; b) de gobernanza de datos e inteligencia artificial. Las unidades de prospectiva y de gobernanza de datos deberían estar conectados con unidades similares de otros organismos públicos y los de las unidades centrales o matrices de la Administración. Las redes intersectoriales de análisis de prospectiva y de gobernanza de datos deben ser los motores de la inteligencia institucional de las administraciones. Los organismos o administraciones de escasas dimensiones deben establecer alianzas con organismos y administraciones con características similares para compartir los datos. Una escala elevada es la condición imprescindible para poder beneficiarse del big data y poder alimentar los algoritmos de gestión o de toma de decisiones.
 
9. La importancia de picar piedra mediante la gobernanza de datos. La dinámica de incorporación de los organismos públicos a las tecnologías emergentes (básicamente la inteligencia artificial) debería seguir por orden las tres fases siguientes: a) digitalizar todos los ámbitos de gestión: aquí no se trata solo de implementar una Administración sin papeles que, sin duda, contribuye al bienestar planetario sino realizarlo por motivos de mejora de la gestión y de la organización. Es imprescindible, digitalizar la gestión para que sea posible el trabajo a distancia, para almacenar digitalmente los datos y para fomentar dinámicas colaborativas vinculadas a la gestión del conocimiento. b) Incrementar las capacidades institucionales para la gobernanza de datos: poseer una administración digital con datos digitales no es suficiente ya que es importante que los datos sean sistematizados, ordenados, estén disponibles en todo tipo de sistemas o aplicativos para que puedan ser utilizados en la gestión ordinaria y en la gestión extraordinaria para poder automatizar procesos y para mejorar los métodos de toma de decisiones. c) Aquellos organismos que no posean información con una elevada escala deberían asociarse con otros organismos similares y configurar un big data de carácter sectorial que les permita trabajar con sistemas de inteligencia artificial. Por tanto, los organismos que trabajen con small data deben buscar e incorporar en sus sistemas un big data consistente. d) Incorporar la inteligencia artificial: introducir algoritmos para secuenciar sistemas complejos de procedimientos y de toma de decisiones y que estos algoritmos puedan entrenarse y operar con la información previamente digitalizada, ordenada y de calidad.
 
10. Uso intensivo de la Inteligencia artificial en la gestión pública. La gran mayoría de las políticas y los servicios públicos están abiertos a la mejora por la vía de la inteligencia artificial y de la robótica. Los tres pilares del bienestar (educación, sanidad y servicios sociales) son ámbitos muy susceptibles de incrementar su eficacia y eficiencia por la vía de la inteligencia artificial y la robótica. Son sectores con una tendencia incremental en su nivel de demanda social y las tecnologías emergentes deberían aportar un notable incremento de la eficacia y un enorme incremento de la eficiencia. La inteligencia artificial y la robótica correlacionan claramente con el incremento de la productividad. Se trata de una tecnología que a medida que vaya madurando será muy asequible tanto en el acceso como en los costes económicos. Es, por tanto, un error partir del principio que la inteligencia artificial es onerosa económicamente ya que seguramente sucederá justo lo contrario (actualmente ya se pueden adquirir en la red de forma gratuita o con costes marginales algoritmos especializados en distintos ámbitos de gestión pública y bases de datos que pueden ser utilizados como sistemas de entrenamiento). Por otra parte, los pilares del Estado en su acepción de soberanía y de aportar seguridad jurídica a la sociedad también son permeables a la inteligencia artificial (justicia, seguridad, autorización de actividades, regulación y disciplina pública). Lo mismo puede decirse del resto de ámbitos sectoriales y de los diversos círculos de gestión interna de las administraciones públicas.
 
11. Dirección pública profesional más allá del gerencialismo. Conformar un equipo de directivos profesionales (planes de capacitación en competencias de gestión) qua agrupe a los responsables de los distintos sectores sociales, a los directores territoriales y a los jefes de proyecto. Las nuevas estrategias organizativas (organizaciones ambidiestras, holacráticas y organizaciones que asuman la complejidad mediante la sinergia entre distintos tipos de inteligencias (individuales, colectiva y artificial) requieren nuevos modelos de liderazgo que van más allá de las competencias gerenciales. La formación y selección de nuevos líderes con estas competencias será una estrategia crucial.
 
12. Gestión del conocimiento. El elevado nivel profesional de los empleados públicos es usual en la mayoría de los organismos públicos y posibilita la introducción de nuevos modelos organizativos multidisciplinares, con un funcionamiento holacrático que fomente la inteligencia colectiva como mecanismo básico de gestión del conocimiento.
 
13. La innovación debería iniciarse en los procesos de selección. Los nuevos mecanismos de selección de los futuros empleados públicos va a ser una de las estrategias más cruciales para lograr organizaciones públicas innovadoras. Hay que incorporar en la gestión pública a profesionales vinculados a nuevos perfiles profesionales (diseñadores de algoritmos, entrenadores de algoritmos, especialistas en minería de datos, etc.). Pero no hay que olvidar que el perfil profesional que debe dominar en la Administración pública es el de gestor 4.0 que es el motor para innovar las políticas, los servicios y los modelos de gestión. La inteligencia artificial va a contribuir de manera decisiva a responder de forma más ágil y robusta científicamente a las preguntas y para contribuir en este aspecto hacen falta los nuevos perfiles antes anunciados. Pero no hay que perder de vista que el gran salto conceptual que puede aportar la inteligencia artificial es la posibilidad de formularse nuevas preguntas (nuevas políticas y servicios y nuevos modelos de gestión) y para ello es imprescindible asegurar perfiles profesionales gestores con visión multidisciplinar y competencias polivalentes, con capacidad de gestión cooperativa para alentar dinámicas de inteligencia colectiva. Estos nuevos perfiles deben ser seleccionados de manera adecuada con pruebas de inteligencia, de personalidad y de competencias para conectar diversas variables, para trabajar en equipo y para interaccionar con los datos y con la inteligencia artificial.
 
14. Inteligencia artificial y gestión de personal. Establecer un modelo flexible para la introducción de la inteligencia artificial: Un organismo público debería incorporar de manera proactiva la utilización de la inteligencia artificial y de todas sus potencialidades para automatizar procesos administrativos en la medida que se den las condiciones suficientes de seguridad e incremento evidente de la eficacia y de la eficiencia. Pero también los organismos públicos deberían garantizar que los empleados públicos no sean expulsados de la función pública ante este proceso de transformación. La guía de actuación de los organismos públicos en esta materia debería ser la siguiente:
 
Bajo ningún concepto optar a demorar el proceso de automatización de procesos y de incorporación de la inteligencia artificial por su supuesto impacto laboral.
 
Incrementar las capacidades de planificación para evitar convocar nuevas ofertas de perfiles de empleados públicos que puedan considerarse susceptibles de ser automatizados o sustituidos a corto y medio plazo por las tecnologías emergentes. En el caso que estas tareas sean imprescindibles en el corto plazo habría que intentar hacer una reingeniería o redimensionamiento interno de los efectivos de personal para cubrir estas tareas transitorias y provisionales. En los casos excepcionales en que esta opción sea imposible contratar personal con carácter estrictamente temporal que no dé lugar a ningún tipo de derecho para permanecer como fijo o indefinido en la organización. Una buena planificación de los relevos intergeneracionales pueden hacer que el proceso de renovación tecnológica sea lo más suave posible a nivel social y laboral.
 
El principio general debería ser que ningún empleado público sea expulsado del sistema debido a la incorporación de la inteligencia artificial y la automatización de los procesos. Para ello sería necesario poseer un sistema suficientemente flexible que permita adecuar, transformar y renovar los contenidos del trabajo de los empleados públicos que sus funciones sean sustituidas por las tecnologías emergentes.  Por tanto, los empleados públicos deberían tener la obligación de cambiar de perfiles profesionales y hacer todos los esfuerzos de reciclaje necesarios para ello cuando la organización lo considere necesario. Por otra parte, la organización tendría que hacer el esfuerzo de hacer aflorar nuevos perfiles profesionales que sean objetivamente necesarios y que sea profesionalmente posible la adecuación de los empleados susceptibles de automatización.
 
15. Una gestión pública abierta al conocimiento social. Los organismos públicos deberían estar más abiertos a la sociedad no solo para legitimar sus políticas y servicios sino para incorporar el conocimiento social intuitivo y experto. Es evidente que la gestión del conocimiento no solo tiene un carácter interno ya que debe integrar también al conocimiento externo a las instituciones públicas. El progreso tecnológico, al facilitar el conocimiento empíricamente más robusto de las situaciones sociales y más idóneo para las decisiones públicas, facilita también una gobernanza pública y colaborativa con la ciudadanía. La gestión del conocimiento facilita un tipo de gobierno con asociaciones con el capital social. (Aguilar, 2020). Los desarrollos tecnológicos posibilitan una auténtica gobernanza de carácter político y social basadas en el empoderamiento de los ciudadanos (como expertos especializados o como expertos intuitivos) tanto a título individual como colectivo para participar en la toma de decisiones. No olvidemos que los ciudadanos a nivel agregado o individual `pueden aportar ideas, reflexiones y propuestas sobre ámbitos muy técnicos desde el sentido común (el conocimiento social intuitivo puede ejercer de buen corrector al conocimiento experto que suele tender a idealizar sus planteamientos).

El presente es un artículo de Carles Ramió publicado en El Blog del esPúblico  





 
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