jueves, 4 de julio de 2019

Hacia una nueva organización


En verdad, el concepto organización está sufriendo cambios profundos. La primera definición –lo que se podría llamar la primera teoría- de organización deriva de cómo el rey prusiano Federico el Grande, a mediados del siglo XVIII, definió su invención del ejército moderno. “Un ejército tiene tres partes –dijo-: la infantería camina; la caballería cabalga; la artillería es arrastrada.” Dicho de otra manera, la organización se define por la manera de realizar los trabajos. Esta era la concepción básica subyacente de todas las organizaciones militares hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Pero esta concepción también sirvió de base al primer intento de definir las organizaciones empresariales: la teoría de la empresa manufacturera desarrollada por el ejecutivo francés Henri Fayol, presidente de lo que era entonces la compañía minera de carbón más grande de Europa. El propósito de la organización es realizar la tarea. Para ello se requiere una estructura que coloca las tareas afines –de ingeniería, de fabricación, de ventas- en departamentos. Después de la Primera Guerra Mundial y la reorganización de la General Motors Corporation por Alfred Sloan (proceso que culminó en la década de 1950 con la descentralización de la norteamericana General Electric), superpusimos sobre el modelo de Fayol una estructura llamada la “unidad empresaria”. Esta trata de equilibrar el interés interno de realizar la tarea con el externo de servir al mercado. Sigue siendo el enfoque más aceptado, que subyace detrás de la discusión en curso sobre la necesidad de equilibrar las “aptitudes centrales” con la “concentración en el mercado” además del interés actual por la reestructuración.

Ahora está surgiendo un enfoque totalmente distinto, que lejos de reemplazar a los anteriores, se superpone sobre ellos: según éste, el propósito de las organizaciones es obtener resultados exteriores, es decir, rendir bien en el mercado. Con todo, la organización es más que una máquina como la estructura de Fayol. Es más que una entidad económica definida por sus resultados en el mercado. La organización es ante todo social. Es la gente. Por eso su objetivo debe ser volver eficientes las aptitudes de las personas y anular sus debilidades. En realidad, esa es la única tarea que sólo la organización puede realizar: es el motivo por el cual la tenemos y la necesitamos.

Pero estos cambios en la teoría de la organización y las consiguientes modificaciones estructurales, con ser importantes, no lo son tanto como el hecho de que abandonemos rápidamente la idea de que debe haber una sola teoría y una sola estructura ideal, sea la del ejército de Federico el Grande, la “empresa manufacturera típica” de Fayol o las unidades empresariales de la General Motors de Sloan y la General Electric de Jack Welch. (Peter Drucker, 1998)



La presente entrada fue extraída del libro: La Organización del Futuro - Frances Hesselbein, Marshall Goldsmith, Richard Beckhard (compiladores) - Editorial Granica – Buenos Aires - 1998 


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