lunes, 21 de mayo de 2018

Telxínoe: Marta Minujin III

En un articulo del Diario La Nación, Marta Minujin nos cuenta: 

"La Menesunda fue una ruptura total en el arte contemporáneo. En el 65 había pura pintura, puras galerías de arte en las que encontrabas pintura y eso fue romper con todo, la vanguardia brutal en el mundo. Fue la primera vez que puse un aparato de televisión en una obra de arte, la primera vez que la gente entró en una obra y tuvo diferentes situaciones, no como espectador sino como participante, con sorpresas, una obra de arte con olores. Encontrabas todas las cosas que después pasaron en el arte contemporáneo, fue premonitoria y de vanguardia absoluta, romper con todos los conceptos del arte y abrir las puertas para la instalación, el site specific, el video arte, el arte conceptual, para todo, y en ese entonces nadie se dio cuenta", dice Minujín, que para subrayar su vigencia anuncia que en 2017 La Menesunda estará en el MoMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York).

Quien la acompañó codo a codo en aquella mezcolanza en el Centro de Artes Visuales del Instituto Torcuato Di Tella, dirigido por Jorge Romero Brest, fue el artista Rubén Santantonín. También colaboraron Pablo Suárez, David Lamelas, Rodolfo Prayón, Floreal Amor y Leopoldo Maler. La "cosa", como le gustaba a Santantonín llamar a las obras, trataba de un laberinto que era recorrido por el público, con once situaciones diferentes pensadas para generar estímulos sensoriales.


Cuando se inauguró en el Di Tella, La Menesunda consistió en un circuito compuesto por dieciseis ambientes que el espectador/participante debía recorrer en grupos de ocho personas por vez. Al atravesarlos, se enfrentaba a diversas situaciones y experiencias. Un túnel de luces de neón conducía a una sala con diez televisores encendidos a todo volumen. Luego se pasaba por una habitación en la que una pareja se hallaba semi desnuda recostada en una cama. Otro túnel inundado por sonidos callejeros llevaba a una escalera de cuyo pasamano cubierto por esponjas emanaba un fuerte perfume. Posteriormente, el público ingresaba en una estructura gigante que representaba el interior de una cabeza de mujer, donde una maquilladora le aplicaba sus productos. Una vez más, un túnel conducía al espectador hasta otro ambiente. Su aroma imitaba al de un consultorio odontológico, del cual sólo se podía salir si se marcaba el número correcto en un dial gigante. Finalmente, el espectador atravesaba una cámara frigorífica en la que podía sentir el cambio de temperatura para luego llegar a un espacio con espejos que se oscurecía cuando éste ingresaba y en el que ventiladores hacían volar papel picado. Por último, un olor a fritura acompañaba su salida.

La Menesunda, fue recreada a 50 años de su creación en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Buenos Aires, entre marzo a mayo de 2016, presentamos un video de ese homenaje:

Marta Minujin en La Menesunda (1965)


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