miércoles, 22 de junio de 2016

Comunicación: Los CEO y sus palabras vacias



Mucho dijimos en clase sobre la importancia que tiene la comunicación para los líderes de una organización, la posibilidad cierta de saber comunicar a los demás los propios anhelos y puntos de vista para convocarlos a realizar sus tareas que le permitirán a la organización llegar al cumplimiento de sus objetivos. Sin embargo, muchas veces el lenguaje de los CEO, desde la autoridad impuesta por la organización parecen no cumplir con lo antedicho, ¿Qué es lo que nos hacen seguir a “líderes” en sus discursos vacíos de contenidos y lleno de frases comunes? En el siguiente artículo publicado en la Sección Comunidad de Negocios, del diario La Nación, podemos reflexionar sobre este tema.

La ironía cobra vida

El Gurú llegó temprano y se ubicó en las primeras filas de un auditorio colmado. Iban a desfilar por el escenario varios CEO para hablar de sus compañías. Se propuso una meta, se podría decir, modesta. Tomó un lápiz y, como si contara los puntos de un partido de truco, anotó las veces que los ejecutivos pronunciaron dos palabras: oportunidad y desafío.

"Prácticamente todas las frases tenían una de las dos palabras. No me imagino cómo podría haber sido el discurso si se prohíbe pronunciar esas palabras", resumió después. No es una cuestión que sólo se dé en el management, sino en la mayoría de los lenguajes, pero los hombres de negocios han vaciado de contenido estos dos términos.

Días atrás, en un encuentro sectorial que se realizó en un hotel cinco estrellas porteño, un CEO entrevistaba a otro CEO. Obviamente sentados en sillones minimalistas, los ejecutivos hablaban animadamente. Uno, el entrevistador, preguntaba lejos de los parámetros periodísticos y el otro, el entrevistado, repartía conceptos casi copiados de un caso práctico de un media training. Así funcionaba la inocua entrevista. Centros perfectos y cabezazos al ángulo. Por ahí, el CEO entrevistador tiraba alguna pregunta filoperiodística. Y entonces, el CEO entrevistado iniciaba la respuesta. "Para nosotros. es una oportunidad y representa un desafío.", y seguía. La gran mayoría de los oyentes ya estaba con la cara luminosa mientras miraba el celular. Ya no importaba lo que seguía, la utilización de oportunidad y desafío en una sola oración tornaba inocuo todo lo que venía después. Los problemas gremiales eran una oportunidad para encarar el desafío del cambio; la caída de las ventas también era una oportunidad para tomar el desafío de aumentarlas, la competencia con otros colegas era una fantástica oportunidad para ponerse a trabajar en el desafió de ser los mejores. Y la lista puede seguir.

El asunto es una anécdota menor que sucedió hace pocas semanas en Buenos Aires, pero sirve para mostrar cómo los lenguajes corporativos vacían de contenidos ciertos términos remanidos como pocos. En realidad, los CEO están preparados para las respuestas. Reciben instrucciones precisas de qué decir y en qué momento hacerlo. Y claro está, los latiguillos se utilizan como agua para salir del paso rápido. El problema es que el abuso está al corriente.

Más allá de la gestión y de los números que muestren, los CEO que caen bien son los que hablan fácil. Los que pueden cambiar el tono, o jugar una humorada a tiempo, son aplaudidos a raudales en los encuentros de management. La razón es simple: tienen una pátina de hombres duros y estructurados; entonces, cuando se los ve llanos y directos, encantan. 

El Gurú terminó con la libretita llena de palitos en cuadrados cruzados con una diagonal. Anotó ocho veces oportunidad y seis desafíos. Bastante. "Le propongo una cosa y va a ver que no miento. Póngase a escuchar a un número uno de una firma y lo va a comprobar. Les resulta muy difícil obviarlas", dijo. Y entonces me vienen a la mente varios empresarios que repiten como loros un título que los hermana y que generalmente empieza con "los desafíos para.".


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