miércoles, 1 de abril de 2015

El graduado ideal, según un experto en educación de Harvard - nota del suplemento iEco

En un artículo publicado en el suplemento iEco del diario Clarín, el domingo próximo pasado, la  periodista Gabriela Samela entrevista al director de la Maestría en Políticas Educativas, de la Universidad de Harvard Fernando Reimers; en donde describe  el perfil que deberá poseer un graduado en el siglo XXI.



En este sentido, leemos en la nota:
"Desde una perspectiva del siglo XXI, hay tres dimensiones que toda buena educación debe tener. En primer lugar, la que hace a las capacidades cognitivas, que a su vez tiene tres componentes: uno de conocimiento básico, otro que consiste en pensar sobre lo que conoce y a partir de ese discernimiento crítico poder responder frente a situaciones novedosas, y un tercero que refiere a pensar de forma creativa e innovadora. La segunda dimensión se relaciona con la capacidad de conocerse y gobernarse a uno mismo. Esto implica tener la capacidad de reflexionar sobre la propia experiencia, de regular las emociones, de fijarse metas y perseverar en su búsqueda, de interesarse por temas más grandes que uno mismo, identificando en una comunidad dónde están las oportunidades de progreso y qué puede hacer uno al respecto. Esto no hace tanto a lo cognitivo sino a lo disposicional, a una postura frente a la vida. Y hay una tercera dimensión de competencias muy importantes que son las de relacionamiento, las sociales y de liderazgo: la capacidad de escuchar, de lograr acuerdos y de poder establecer confianza."

Al momento de consultarle respecto de  las competencias que faltan desarrollar, dijo:

"Cuando uno examina las currículas en América Latina, encuentra que están todas muy orientadas a la dimensión cognitiva y a lo más básico de lo cognitivo, al conocimiento. Las mejores incluyen un poquito la capacidad de procesar el conocimiento, pero de innovación y creatividad, cero; y de capacidades sociales y de autorregulación, nada."

Convencido que las universidades deben instrumentar los mecanismos para desarrollar todas esas competencias, siempre teniendo en cuenta cuáles son las experiencias de aprendizaje que permitan a los jóvenes asimilarlas, entendiendo que las mismas se pueden alcanzar en actividades complementarias como el deporte (la autoregulación y la relación con los demás); en actividades curriculares, como ser el desarrollo de proyectos; en la posibilidad de contar con un plantel docente que fomente el desafío y participación del alumnado; y por último, en la importancia en vinculación con el “mundo real” de los contenidos desarrollados durante la carrera.


Para leer la nota completa:


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