viernes, 24 de octubre de 2025

Huellas: ¿Qué es el Despido Silencioso?


Les presentamos un interesante artículo publicado en Linkedin, donde Alejandro Lanuque reflexiona sobre el Despido Silencioso en las empresas. Leemos en el mismo: 

“Cuando un jefe no se anima a despedirte, empieza a aburrirte.”

En muchas empresas ya no se despide a la gente. Se la desconecta lentamente.

Sin avisos. Sin explicaciones. Sin conflictos visibles.

Solo te van apagando. Proyecto a proyecto. Silencio tras silencio.

A eso se le llama despido silencioso (quiet firing): la práctica de algunos líderes que buscan que renuncies… sin tener que decírtelo.

Y aunque parezca extremo, sucede más de lo que imaginamos.

Primero te quitan los proyectos desafiantes. Después, dejan de convocarte a las reuniones donde antes tu voz contaba. Tus ideas ya no generan reacción. Tu trabajo se vuelve rutinario, gris, sin propósito. Y de a poco, te convertís en un espectador dentro de tu propio rol.

Nada explota. Pero todo se apaga.

Este fenómeno tiene una raíz más profunda: la falta de liderazgo emocional. En América Latina, muchos jefes prefieren el desgaste antes que la conversación directa. Temen enfrentar el conflicto. Y esa evasión se disfraza de “gestión”.

El problema es que el costo humano es altísimo. Porque cuando un profesional empieza a aburrirse no por desinterés, sino por desconexión, la empresa ya perdió mucho más que talento: perdió energía, confianza y sentido de pertenencia.

El aburrimiento impuesto es una forma de violencia silenciosa. No deja marcas visibles, pero deteriora el alma laboral.

Lo contrario al despido silencioso no es la permanencia. Es la claridad. Decir lo que se piensa. Tener conversaciones difíciles con respeto. Y entender que un cierre bien gestionado también es una forma de liderazgo.

Si sentís que tus días se repiten, que tus ideas no pesan, o que todo lo que hacés parece no importar, no lo normalices. No es pereza. No es falta de compromiso. Es una señal.

Quizás no estás siendo parte del problema. Quizás estás recibiendo un mensaje que nadie se anima a decirte en voz alta: ya no te quieren ahí.

Y cuando eso pasa, lo más valiente no es quedarse. Es moverse.

Porque cada vez que alguien intenta apagarte, tenés la oportunidad de encender tu próxima versión profesional. 


 

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