lunes, 11 de noviembre de 2019

Telxínoe: Domingo "Cacho" Mandrafina II

El clima, la narración y la interpretación del guión. Esas tres cosas son las que decide el dibujante en una historieta. Porque la historia, por supuesto, es del guionista. Los diálogos, también. Pero el director de esa historia –de esa historieta– es el que la planta sobre el papel. Y es, por lo tanto, el que decide cómo hay que contarla. Si hay que acortar o alargar una secuencia, o si hace falta agregar o sacar un cuadrito. Todo, por supuesto, al servicio del relato. Porque, si bien un guión de historieta nunca debe ser como un guión de cine, el director de la película es, sin dudas, el dibujante. Y uno de los mejores directores-de-historieta que hay en ese semillero del género que es la Argentina, Domingo “Cacho” Mandrafina, es quien explica de esta manera, y mejor que nadie, lo más importante de un oficio del que vive desde hace ya más de cuatro décadas. Aunque asegura que no le interesa la docencia, el coautor de personajes míticos como Savarese o El Condenado asegura que dibujar, dibujamos todos. Al menos en nuestra infancia. Y un dibujante profesional, se podría decir, es simplemente alguien que lo sigue haciendo cuando los demás dejan de hacerlo. Para Mandrafina, según confiesa, dibujar siempre fue algo natural. Lo que tuvo que aprender es a contar. Y el que le enseñó cómo hacerlo fue nada menos que el mítico Alberto Breccia, que aunque supo ser su profesor durante un lapso bastante breve, fue quien le devolvió la pasión por la historieta como para dejar de lado su trabajo en un estudio contable, y soñar con convertirse en un profesional. (Página 12)








Retrato del Carlos Grillo



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