martes, 31 de mayo de 2016

Hombre Económico vs Hombre Administrativo


Cuando analizamos la toma de decisiones, invariablemente pensamos que es necesario que se aplique la racionalidad en dicho proceso; el problema surge en el paradigma que los distintas teorías le fueron impregnando al tomador de decisiones o decididor en el análisis de este tema.

El modelo del Hombre Económico 

El mismo es consecuencia de las teorías económicas propuestas por Adam Smith (1723 – 1790) y sus seguidores, coincidentes con el desarrollo de las ideas liberales de mediados del siglo XIX; en estos primeros análisis, se suponía que el encargado de tomar una decisión operaba en un ambiente de rutina, previsible, en el cual se conocían con certeza todas las alternativas posibles y resultado de la ejecución de cada una ellas; este tomador de decisiones fue denominado como el hombre económico.

Este decidor, al momento de tomar una decisión reunía las siguientes características:

a) Tenía conocimiento perfecto todos los bienes y servicio que se ofrecía en el mercado. Esto le permitía ordenar sus gustos y preferencias en función de sus necesidades.
b) Todas las decisiones que tomara en materia de compraventa no alteraban los precios de los bienes, ya que la dimensión del mercado era enorme.
c) La decisión emanada de un hombre de negocios implicaba la maximización de la utilidad o renta asociada.

Es de considerar que durante este período donde transcurrió la denominada 2º revolución industrial, tuvieran su origen y desarrollo la Teoría Clásica de la Administración (Fayol) y la Administración Científica (Taylor); ambas teorías trataron de analizar y justificar que la industria tomara, como modelo a implementar en las organizaciones, estructuras centralizadas, especializadas y autocráticas del tipo militar o religioso; a fin de lograr organizaciones más rentables.

El modelo del Hombre Administrativo

Hebert Simon (1916 -2001) fue uno de los teóricos que rechazó la teoría del hombre económico, alegando que la misma está insuficientemente descriptiva de lo que en realidad hacen los tomadores de decisiones. Y nos advierte que en la vida real las decisiones no se toman en condiciones de certeza y que el tomador de decisiones o no está completamente informado o no puede maximizar su utilidad.

Para March y Simon anotan que, debido a esta circunstancias, las decisiones y elecciones siempre se hacen de un modelo limitado, aproximado, simplificado de la situación real, y que el hombre se comporta racionalmente sólo con respecto a su propia abstracción y precepción del mundo real. Así pues, estos autores sustituyen la racionalidad objetiva del hombre económico por el concepto de racionalidad subjetiva del hombre administrativo, según el cual suponen que factores tales los valores personales, la habilidad y la personalidad de los tomadores de decisiones, pueden influir significativamente en su decisión.

Finalmente, Simon observa que la información limitada de que dispone el administrador lo obliga a satisfacer más bien que a optimizar. Para satisfacer entiende que el hombre administrativo busca alternativas hasta que encuentra una que llena sus normas mínimas subjetivas de satisfacción. Se detiene cuando encuentra la primera solución satisfactoria en lugar de proceder a maximizar su utilidad.

El pensador (Rodin)

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