lunes, 1 de marzo de 2021

Telxínoe: Aldo Sessa IV

 "Un día me pregunté cuánto se podrían ampliar estas fotos que había tomado con el teléfono y cuando vi el grado de definición que conservaban las copias me llevé una gran sorpresa", cuenta el fotógrafo Aldo Sessa mirando las imágenes que componen Mi tercer ojo, exposición que se inauguró en la galería Maman. Pero la sorpresa –que abrigó un proyecto que ya cuenta con más de tres mil imágenes– no terminó en descubrir el potencial de la pequeña cámara que anida dentro de la mayoría de nuestros smartphones, sino en tomar profunda conciencia de lo que ese tercer ojo, al que el nombre de la muestra alude, significa. Y del hecho de que viva en nuestras carteras y bolsillos.

"Cuando todos esos chicos que hoy sacan miles de imágenes –que después tiran porque están jugando– tomen conciencia, probablemente a partir de descubrir una gran foto que hayan hecho, del potencial de estas cámaras, van a haber aprendido en muy poco tiempo lo que es el máximo secreto de la fotografía: aprender a mirar", explica Sessa. "La máxima condición que un fotógrafo puede desarrollar es una mirada amplia, que pueda ver lo que para los demás es invisible. Nuevos valores van a surgir de nuevas fotos, que no se podrían haber hecho antes, porque el teléfono es más dúctil, y permite ver cosas que hasta ahora no pudimos".










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