martes, 22 de noviembre de 2011

San José de Cupertino

En ocasión de estar tomando un parcial, me encuentro a una alumna que con devoción leía una plegaria en el mismo momento de entregarle el parcial. Si bien no era para mi ajeno el hecho de presenciar distintos ruegos o ritos, fruto de cábalas, supersticiones o verdadero sentimiento religioso, que encomendaban la protección en un examen universitario, algo llamó mi atención. Quizás, porque desde mi época de estudiante y hasta hoy en día, ante determinados sucesos suelo recurrir también a estas prácticas, es que me interesé por esa estampita. Al pedirla, leí la oración que se encuentra en el reverso que me pareció perfecta para la ocasión y descubrí el nombre de un santo que desconocía, y lo que más me sorprendió fue el dibujo alegórico que mostraba un fraile franciscano volando. Devolví la estampita y le comenté a la alumna que buscaría su biografía.

Cuando la encontré, en la misma se detallaban algunas de sus anécdotas como estudiante que me parecieron tan comunes en la vida del estudiante universitario que fui, que por ese motivo se me ocurrió compartirlo.

San José de Cupertino (1603 -1663), cuya festividad se festeja el 18 de septiembre, Es considerado patrono de los estudiantes (por las dificultades que tuvo cuando estudiaba), de los viajeros en avión, los aviadores y los astronautas, esto último porque tenía el don de la levitación, de ahí su representación gráfica.

A los 17 años no fue admitido en un convento franciscano. Pidió que lo recibieran en los capuchinos y fue aceptado como hermano lego, pero después de ocho meses fue expulsado porque era extremadamente distraído. Posteriormente ingresó como obrero en otro convento de padres franciscanos. Por su humildad y amabilidad, su espíritu de penitencia y su amor por la oración, se ganó la estima y el aprecio de los religiosos, en 1625 fue admitido como religioso.

En su preparación para el sacerdocio, tuvo que estudiar, pero su distracción conspiraba con su vocación, y en los exámenes no era capaz de responder palabra alguna. Al momento de rendir los exámenes finales, la única frase del evangelio que el fraile José era capaz de explicar era: “Bendito el fruto de tu vientre, Jesús”. Al empezar el examen, el jefe de los examinadores dijo: “Voy a abrir el evangelio, y la primera frase que salga, será la que tiene que explicar”. Y salió la única frase que el Cupertino sabía, pasó así el primer escollo.

En el examen definitivo para ser ordenado sacerdote, ante el obispo, José esperaba entre los últimos postulantes, con los mismos problemas y dificultades que en el examen anterior. Comenzado el interrogatorio, los primeros diez respondieron tan maravillosamente bien todas las preguntas, que el obispo suspendió el examen diciendo: “¿Para qué seguir examinando a los demás si todos se encuentran tan formidablemente preparados?” y José, que estaba en la fila a la espera de ser interrogado, aprobó los exámenes (sin rendirlos), siendo ordenado Sacerdote en 1628.

Todas estas circunstancias o casualidades fueron después atribuidas a designios de Dios.


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2 comentarios:

  1. Muy interesante el artículo Profe !

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  2. Gracias Profe por compartir la historia de este Santo al cual le he rezado ante de mis exámenes, de ahí que mi hija lo haga. En realidad nunca busque su historia, simplemente creí en su oración. Tengo 50 años, hace unos cuantos años comencé el profesorado en inglés y fue una compañera que me regaló una estampita de San Cupertino antes de un parcial. No es que me haya ido siempre bien cuando recé su oración, pero me me dio tranquilidad para hacer lo mejor que pude. Todavía sigo apostando a la educación, estoy orgullosa de tener hijas que hagan lo mismo, siempre digo que todo depende de uno, del esfuerzo que ponemos, pero si podemos pedir ayuda a nuestros santos, por qué no hacerlo, no???
    Gracias Profe por tomarte este tiempo, muestra tu calidad de persona.
    Mamá de A.C.

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