Ladislao Biro fue un fue un inventor y periodista húngaro nacionalizado argentino, que nació el 29 de septiembre de 1899 en la ciudad de Budapest. Fue el autor de 32 inventos, entre ellos, la birome, que con el tiempo se convirtió en un objeto indispensable en la vida cotidiana de millones de personas en todo el mundo.
Biro trabajaba para algunos diarios de su Hungría natal. El hombre se molestaba por los trastornos que le ocasionaba su pluma para escribir (que era para diestros y él era zurdo) cuando se le atascaba en medio de un reportaje. Entonces, junto con su hermano Gyorgy, que era químico, obtuvo una tinta útil para la escritura a mano, pero que no podía utilizarse con la pluma pues se trababa al escribir. Un día, observando a unos pequeños jugar en la calle con bolitas que, al atravesar un charco, salían trazando una línea de agua en el piso seco, se dio cuenta de que debía reemplazar el uso de la pluma metálica en la punta por una bolita. Biro patentó un prototipo en Hungría y en Francia, en 1938, pero no llegó a comercializarlo.
En 1939, Biro se encontraba en un hotel de una playa de Yugoslavia, escribiendo, con su invención, una nota periodística para un diario húngaro. Cerca de él había un hombre, acompañado por una joven mujer, su secretaría, que no le quitaba los ojos de encima. Al rato, dicho hombre se le acerca y le comienza a hablar, fascinado por como escribía con el bolígrafo. El hombre le comenta que es ingeniero y que estaba muy interesado en el instrumento de escritura que estaba utilizando. Le pregunta a Biro si alguna vez consideró mudarse a la Argentina para producir la lapicera. Biro le comentó las dificultades que tenían los ciudadanos húngaros para conseguir una visa para viajar a la Argentina.
El hombre le respondió que si alguna vez lo consideraba, él se podía poner en contacto y le daría todo su apoyo, a continuación le firmó y le dio su tarjeta personal, aunque nunca le reveló su identidad. Biro no le dio mucha importancia, pensando que el hombre con el que había hablado era el presidente de alguna compañía o alguna otra cosa. Al rato, Biro se cruza con la mujer, la secretaria, que acompañaba a aquel hombre que le había hablado en el hotel, y le pregunta a que empresa pertenecía su jefe. Ella le contesta: "¿Empresa? ¿No sabes quien es él? Es Agustín P. Justo, ex presidente de la Argentina".
Biro no se decidió en ese momento a ir a la Argentina, pero en mayo de 1940, al comenzar la Segunda Guerra Mundial, él y su hermano Gyorgy emigraron hacia Argentina junto con Juan Jorge Meyne. Tanto los Biro como Meyne eran de origen judío y se estaban enfrentado con una incipiente persecución por parte del régimen fascista de Miklós Horthy. En ese momento era muy difícil para los ciudadanos húngaros obtener visas para viajar a la Argentina, pero Biro todavía conservaba la tarjeta personal del expresidente Justo y cuando la presentó al consulado argentino de Budapest, el tramite para obtener los papeles necesarios se facilitó.
Biro llegó a Buenos Aires el 24 de julio de 1940, y se estableció en una casa del barrio de Colegiales. Al poco tiempo formó, junto a su hermano y Meyne, la compañía Biro-Meyne-Biro, que en sus primeros tiempos recibió la financiación del general ingeniero Agustín P. Justo y funcionaba en un garaje con 40 operarios y un bajo presupuesto. El 10 de junio de 1943, en Buenos Aires, la pequeña compañía Biro-Meyne-Biro patentaba su lapicera. A finales de ese año, lanzaron el producto al mercado bajo el nombre comercial de Birome (acrónimo con las sílabas iniciales de Biro y Meyne).
En 1944, Biro licenció su invento en la entonces extraordinaria suma de 2 millones de dólares a la empresa de instrumentos de escritura Eversharp, de los Estados Unidos, que fue adquirida a su vez por la empresa Parker Pen Company, que instaló su planta de la Argentina y sus oficinas comerciales en las que ocupaba Birome, y en 1951 a Marcel Bich, de Francia. Este último desarrolló, bajo la marca Bic, un bolígrafo de bajo coste que contribuyó enormemente a la popularización del invento.
Cuando Ladislao José Biro falleció, el 24 de octubre de 1985, en Buenos Aires, las licencias por la venta de su invento habían ingresado millones de pesos a las arcas argentinas y la birome, aunque fabricada por otras marcas, había sustituido a la pluma entre todas las clases sociales, así como en las escuelas y universidades.